20.

Los rayos de sol mañaneros colándose por la ventana hicieron que abriera los ojos perezosamente, supo de inmediato que las cobijas verdes sobre su cuerpo no le pertenecían a ella, seguía adormilada mientras trataba de hacer memoria sobre dónde se encontraba, en una inmensa y cómoda cama con el otro extremo vacío y destendido.

Sí, definitivamente era la habitación de Erick.

No tenía nada de interés allí, además de un librero y un escritorio donde seguro llevaba sus deberes del trabajo a la casa, también un sillón junto a una lámpara sobre una mesita que de por sí traía un cenicero bastante usado, no había rastros de Erick por ninguna parte, pero el hecho de que su cama estuviera completamente desordenada le dio a entender que sí se quedó a dormir.

— ¿Dónde está? — Las sábanas se deslizaron por su cuerpo en el momento en que se sentó, cayendo sobre su regazo mientras analizaba un poco más el panorama.

Vio el traje formal de Erick colgando y nuevamente el sonido de la regadera, a excepci
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