La situación se volvió delicada de un momento a otro, Anastasia podía sentir la presión en el ambiente con solo observar la mirada insistente que le dedicaba aquella mujer, ¿Quién era y qué quería?— No sé de qué hablas. — Giró la cabeza hacia otro lado, suspirando de por medio. Al menos debía ser lo suficientemente valiente como para no quedar en un callejón sin salida tan rápido. — ¿Qué tendría yo para esconder?— Porque durante tu boda tenías cara de ser la mujer más desafortunada de todo el mundo, y créeme, cariño, con Erick algo como eso simplemente no pasa. Aunque hayas engañado a los demás poniendo una sonrisa de niña buena ten por seguro que no soy como todo el mundo y nada se escapa de mi ojo de halcón, cuando sospecho algo NUNCA fallo. — La familiaridad con la que hablaba le confirmó el hecho de que no se trataba de cualquier mujer. — Algo están ocultando ustedes dos.Pero Anastasia no se dejó acusar tan fácilmente.— ¿Qué es lo que pretende insinuarme al decirme todo esto?
— Bien, esto es lo que querías ¿No? — Erick, recién llegado del trabajo dejó los documentos sobre la mesa, justo en el momento en que Anastasia estaba cenando. — Están revisados por un abogado, todo lo que acordamos está registrado aquí y solo necesita que lo firmemos.— ¿Estás seguro de que no hay ninguna trampa en esto? — Anastasia tomó los papeles mientras Erick se sentaba justo en frente de ella.— Soy un hombre de negocios, cumplo con mi palabra. Pero revísalo si es que quieres.Eso hizo Anastasia, suspirando de por medio. — Recuerda que debes cumplir con esto, Erick. Sobre todo las tres primeras cláusulas. — Estaba tratando seriamente el asunto, agradecida de que Erick hubiese cumplido con formalizar el contrato entre ambos. — Sabes cuales son ¿Cierto?— Fidelidad, permanencia y...— Y nada de secretos, Erick. — Se percató de que él no quiso terminar de hablar, motivo por el cual lo interrumpió y terminó la oración en su lugar. — No quiero saber que me ocultarás cosas a partir d
Los rayos de sol mañaneros colándose por la ventana hicieron que abriera los ojos perezosamente, supo de inmediato que las cobijas verdes sobre su cuerpo no le pertenecían a ella, seguía adormilada mientras trataba de hacer memoria sobre dónde se encontraba, en una inmensa y cómoda cama con el otro extremo vacío y destendido.Sí, definitivamente era la habitación de Erick.No tenía nada de interés allí, además de un librero y un escritorio donde seguro llevaba sus deberes del trabajo a la casa, también un sillón junto a una lámpara sobre una mesita que de por sí traía un cenicero bastante usado, no había rastros de Erick por ninguna parte, pero el hecho de que su cama estuviera completamente desordenada le dio a entender que sí se quedó a dormir.— ¿Dónde está? — Las sábanas se deslizaron por su cuerpo en el momento en que se sentó, cayendo sobre su regazo mientras analizaba un poco más el panorama.Vio el traje formal de Erick colgando y nuevamente el sonido de la regadera, a excepci
Anastasia estaba completamente cansada, estresada y tenía ganas de salir corriendo a toda prisa,— Quita esa mala cara, arruinas el ambiente. — La petición de Erick fue bastante insólita debido a las condiciones en la que estaban.— Contigo a mi lado arrastrándome a donde se te da la gana no puedo dejar de fruncir el ceño. — Anastasia volvió a mirar por la ventana, contemplando los edificios pasando a medida que avanzaban.— Si ''alguien'' no hubiera usado toda la ropa que le regalé como soga para escapar no tendríamos la necesidad de hacer esto. — Contestó haciendo una mala cara que en seguida cerró la boca de Anastasia, momentáneamente.No tenía arrepentimientos por haberlo hecho, podría repetirlo si era necesario.«Podría asegurarme de que la soga llegue al piso antes de bajar» Dicen que de los errores se aprende, y ella aprendió más de la cuenta.— No necesito ropa, tu familia tendrá que aceptarme por cómo soy quiera o no. — Anastasia se cruzó de brazos.— Eso no es decisión tuya,
Había algo que no estaba bien.No podía decir exactamente de qué se trataba, pero estaba completamente segura de eso.Erick no le decía nada, pero era capaz de mirar la inquietud en sus ojos. De un momento a otro había parado las compras y se sentaron en una cafetería a descansar. Él estaba frente a ella con los brazos cruzados, sumergido en lo más profundo de sus pensamientos mientras él refunfuñaba cosas que ella no entendía y fruncía el ceño.— ¿Recordarme incesantes veces que el rojo no es mi color te ha puesto de mal humor? — Anastasia dejó de lado su té helado para romper con el silencio. — Pues tú tampoco te ves muy atractivo con el gris y no me ves haciendo pucheros.— No estoy haciendo pucheros, los hombres como yo no hacemos puch... — Se calló de repente cuando parte del glaseado de un postre fue a parar a su cara repentinamente. — ¡¿Qué crees que estás haciendo?!— A los niños hay que disciplinarlos para que no digan mentiras. — Comenzó a reírse al ver la crema deslizándose
Anastasia se quedó perpleja mientras la observaba, no podía creer que de verdad las cosas habían resultado así de fáciles para ella.— ¿Por qué haces esa cara? Te ves como si estuvieras constipada. — Erick rompió el silencio y la sacó de la burbuja en la que se había encerrado mentalmente. — ¿Hubo algo que nos hizo falta acaso? ¿Quieres que nos regresemos a comprarlo?Anastasia hizo una mueca. — ¿Es una broma? Los asientos traseros están a punto de explotar con tantas bolsas, por no hablar del maletero de tu auto y dude que use todo eso. Se suponía que solo comprarías algo para usar en la gala. — Negó con la cabeza, no quería comprar nada más. Luego de un momento de silencio decidió seguir hablando. — ¿Quién es la chica?— ¿Perdón?— La chica de la tienda con la que hablabas. — Podría llegar a sonar como una novia celosa, pero poco le importó. — ¿Es alguien cercana? Parecían llevarse bastante bien dado el hecho de que te llamó descuidado y no amenazaste con borrar a su familia de la e
— ¿Recuerdas todo lo que ensayamos? — Anastasia permanecía en un silencio absoluto, arreglando la corbata de Erick solamente como un señuelo para cubrir la conversación que tenían.— Nos conocimos en tu reunión de bienvenida a la empresa, yo estaba un poco pasada de copas y me ayudaste a regresar a casa... Mantuvimos el contacto gracias a que necesitabas una secretaria y yo apliqué para el puesto. — Contestó de manera monótona. — Luego de eso todo fue un paseo por la villa del amor y la felicidad tan maravilloso como un cuento de hadas— Omitamos la parte donde eres sarcástica. — Comentó. — ¿Mi nombre completo cuál es?— Erick Alexander Russo, estás llegando a los treinta años, no eres amante de las cosas dulces en particular, ni de los animales, tu pasatiempo favorito es ver sufrir a las personas que te rodean y empujar abuelitas por las escaleras.— ¡Anastasia, sé seria! Arruinarás mi reputación si abres la bocota tan libremente. — La interrumpió de inmediato. — ¿Puedes tomarlo en s
El plan era más que obvio: Interrogarlos por separado.No era como si no se esperara terminar siendo llevada por la jauría de mujeres integrantes de la familia mientras que Erick fue llevado por los varones, entre ellos estaban sus hermanos, quienes la saludaron con un gesto usando la mano.Se sentía como un pequeño conejo indefenso dentro de una manada de lobos hambrientos, hasta el momento no había reconocido ninguna cara, solo eran mujeres parloteando cosas de las que no era capaz de entender.— Es completamente extraño ver a Erick tan aferrado a una mujer, seguramente lo hechizaste desde el primer momento en que te vio. — La conversación fue completamente silenciada cuando Florencia Russo, la elegante hermana de Anthony empezó a hablar y le cedió una copa. — Ya cuéntanos, querida ¿Cómo se conocieron?Cuando tuvieron sexo luego de confundirlo con su ex prometido.— En la fiesta de bienvenida que le organizaron mis compañeros de trabajo cuando compró la industria en la que trabajaba