DE FELIZ NO TIENE NADA.

—¿Puedo llevarte a casa? —, propuso al detenerla del brazo.

—La llevaré yo—, se acercó Ángel, le tomó la mano ganándose una mirada asesina de Marcos —Vino conmigo y volverá conmigo—, al sentirse como una cosa la cual ambos querían obtener, se molestó. Más cuando ambos empezaron a jalarla minuciosamente como si fuese una cuerda.

—Me iré sola—, se soltó de ambos —Pasa por mí a las dos—, dijo al dirigirse a Marcos, luego miró a Ángel —Nos vemos mañana—, le dio un beso en la mejilla y se fue. se fue sin mirar atrás, sin mirar a ver a un Marcos que estaba rojo de la cólera.

Ángel tenía una sonrisa dibujada en sus labios, la cual se borró cuando Marcos lo tomó del cuello de la camisa y lo sacudió —No pongas tus ojos en mi esposa, ¿entendido? —, con una grande sonrisa, Ángel López le apretó las manos y se soltó del agarre y refutó.

—Firma el divorcio, y deja de meterte en su vida, porque a ella ya le eres indiferente—, apretando los labios, Marcos se acercó más a Ángel, estaban cara a c
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