Cuando Adhara regresó a casa ese día, lo último que esperaba era encontrarse con Oliver Volkov en la entrada de la casa; sin embargo, una cosa eran sus deseos y otra muy distinta lo que el destino le tenía preparado. —¿Dónde estabas? —Su pregunta la tomó por sorpresa en el vestíbulo. —No veo por qué eso debe ser de tu incumbencia —lo esquivó, mientras enfocaba su mirada en las escaleras. Necesitaba evitar la confrontación, luego de un día tan tenso sentía que sería capaz de gritarle sus verdades a la cara y eso únicamente arruinaría sus planes.—Por supuesto que es de mi incumbencia —la agarró del brazo, alcanzándola con gran facilidad.—¡No, no lo es! —se soltó dándole un empujón en el pecho—. Estamos separados, ya no te debo explicaciones. Además, tú tampoco me las das a mí, así que no pidas algo que no ofreces. Ahora, si me disculpas, estoy muy cansada y quiero irme a dormir. Oliver se quedó en medio del pasillo con la palabra en la boca y sintiéndose de muy malhumor. Era eviden
Esa mañana Adhara llegó tarde al trabajo. Luego de que Greta se marchara, se sentó en el sofá de la habitación y revisó el diario de su hermana. “He estado colocando anticonceptivos en su jugo de manzana”, las palabras de Greta se repetían en su mente. «¿Realmente Adriana había querido embarazarse de Oliver?», se preguntó por enésima vez. Eso no parecía tener sentido alguno, al menos no para ella.Pero entonces, luego de casi una hora de revisar su diario, no encontró ningún título alusivo a su obsesión por el embarazo. Así que no le quedó más opción que continuar con la historia por dónde la había dejado, pero eso sería al regresar a casa más tarde. En ese mismo instante, necesitaba continuar con su plan y eso incluía colocar su mejor fachada. Cuatro meses era el tiempo que había negociado con Oliver y, prácticamente su primer mes, estaba a punto de ser lanzado a la basura, cosa que la hacía sentir muy frustrada. —No puedo darme el lujo de fallar —murmuró para sí misma, conscien
Su idea muy brillante consistía en averiguar los sitios que Oliver solía frecuentar. Así que se encontró a sí misma espiándolo, cosa que no le resultaba para nada divertida. Era desagradable.El hombre se estacionó frente a un restaurante, eran aproximadamente las siete de la noche, lo cual indicaba que se disponía a cenar.Adhara miró hacia todos lados esperando que la silueta de Anastasia emergiera de la nada, sin embargo, esto no sucedió.«¿No se suponía que estaban juntos?», se encontró preguntándose, pero al segundo siguiente se arrepintió. Los problemas de esos dos no eran su asunto.Así que, de forma cautelosa, regreso de vuelta al plan. Se bajó del auto una vez estuvo segura de que Oliver hubo entrado. Solamente se asomaría para confirmar si comía solo o acompañado, o con qué frecuencia visitaba este lugar.—¿Tiene una reservación? —le preguntaron al entrar.Adhara dio un rápido vistazo al interior y quedo deslumbrada. Una tenue melodía de jazz se filtraba por las paredes envo
Adhara se sintió muy frustrada cuando se enteró de que su plan había fracasado. —Bueno, evidentemente no sería tan sencillo —contestó Esteban, luego de que lo pusiera al día con los pormenores. —¿Y ahora qué haré? —se sentía exasperada. Necesitaba que Oliver firmara esos benditos papeles. —Intenta utilizar a una mujer. Ya sabes —su mirada estaba cargada de circunstancia y Adhara sintió deseos de vomitar. —Cielos. Los hombres son tan básicos, es irritante —sus manos se empuñaron al imaginarse a Oliver coqueteando con esta fémina sin nombre, a la cual se vería obligada a enviar. —Seguramente resultará. Ya lo verás. —Es lo único que me importa. Le informo a Luke sobre esta nueva idea y para el final de la tarde una despampanante mujer, cruzaba la puerta de entrada de la torre Volkov. —Buenas tardes, ¿le puedo ayudar en algo? —preguntó la recepcionista al verla pararse frente a su cubículo. Adhara se la ingenio para hacer parecer que tenía una cita con su jefe, el señor Suárez. P
Adhara no había dejado de reprocharse su fracaso. Al parecer había subestimado a Oliver, no era un hombre tan fácil de engañar. Era un lobo astuto y experimentado.—¿Y ahora qué haré? —se preguntó a sí misma, estando sola en la habitación de su hermana.Sin mucha claridad ni deseos de complicarse, decidió dejar el tema del plan a un lado y se concentró en seguir recabando información. La única manera que conocía era seguir hojeando el diario de Adriana.Lo último que había leído sobre su extraña historia con Oliver, se trataba de su primera experiencia sexual, una primera vez nada convencional.A su parecer, Oliver la había tratado como a una mujerzuela al recostarla sobre su escritorio y follarla sin más. Era su primera vez, maldita sea. Pero aun así, Adriana había descrito el evento como algo hermoso. Su hermana tenía un tornillo suelto.“Creo que Oliver no puede vivir sin ponerme las manos encima. Cada vez que me ve el deseo estalla en sus ojos. Debo confesar que también me he vuel
El sonido de la marcha nupcial, acompañado de los pétalos de rosas que le lanzaban al pasar, hicieron de aquellos minutos los más felices en la vida de Adriana Miller. Lamentablemente, el sueño duró demasiado poco, ya que luego de dar el tan anhelado “sí” en el altar, el príncipe se convirtió en ogro y su nueva familia se transformó en los demonios de su infierno personal. —Lindo vestido —se acercó su suegra a darle la felicitación o eso era lo que, ilusamente, Adriana pensó—. Sería una lástima que se ensucie de vino—y así, sin más, vertió el líquido rojo en la delicada tela de su vestido de novia, mientras ella en compañía de Anastasia Sidorov se carcajeaban de risa. Adriana jadeó, horrorizada. No podía creer que acabaran de arruinar su vestido en un día tan especial como ese. Pero su suegra, no conforme con esto, agrego macabramente: —Mi hijo se casó contigo por un berrinche —aseguró—. Pronto recapacitará y te pedirá el divorcio. Mientras tanto, mira a Anastasia—la señaló orgul
Adriana dio un paso atrás, abrumada por lo recién descubierto, pero dispuesta a impedir que ese par se saliera con la suya. «Oliver Volkov se arrepentiría de haberla usado de esta manera», se juró a sí misma, mientras buscaba el contacto telefónico de su hermana gemela.—Adhara, necesito verte —su evidente agitación preocupó a la joven del otro lado de la línea. —Por supuesto, hermana —cedió complaciente. Hacía apenas una hora que acababa de aterrizar en el país—. Estaba recién instalándome en el hotel y pensaba hacerte una visita, pero si necesitas que hablemos ahora, entonces puedes venir, te indicaré la dirección. Adriana repitió mentalmente la dirección dictada por su hermana y corrió en busca de un taxi, sin embargo, antes de que logrará alcanzar la puerta de salida, Irina se atravesó en su camino. —Supongo que ya lo sabes —su sonrisa se ensanchó maquiavélicamente, parecía un demonio en cuerpo de mujer—. La reconciliación se escucha por toda la casa —se jactó de los jadeos qu
Evitar que la información sobre la muerte de Adriana se filtrara requirió de sobornos y mucho dinero. Adhara había odiado hacer esa llamada, pero no tuvo otra alternativa que contactar con el multimillonario, Luke Jones. No quería parecer una persona interesada, pero el único con el suficiente poder como para ayudarla a hacer justicia, era precisamente él, Luke. El empresario más famoso de toda Inglaterra y, quién había desarrollado alguna especie de fijación por ella. Luego de que lo conociera por casualidad en un evento de la universidad, le había ofrecido la oportunidad de hacer pasantías en su empresa.Adhara había aceptado, porque evidentemente eso le abriría las puertas al mundo laboral, pero al poco tiempo todo se había complicado. Luke no dejó de insistir para que salieran y ella no había dejado de posponer dicho encuentro. Hasta que no tuvo otra opción que tomar su teléfono y pedirle un favor, un favor que seguramente le costaría muy caro, pero que no le importaba en ese m