Ahora que ya no hay tantos secretos entre Valdimir y Aelina ¿como solucionarán todo? ¡Eso lo sabrás si no te pierdes ni un solo capitulo! gracias por leer!! mañana tendremos mas :)
Todavía ahí, en la alcoba real, tras compartir aquellas confidencias que desentrañaban los misterios de sus almas, Aelina se aproximó con gracia felina al imponente Rey Lobo. Con movimientos delicados pero decididos, se posicionó sobre él, provocando en Valdimir una mezcla de asombro y deseo.La reina, con sus dedos esbeltos, comenzó a trazar patrones sobre el torso desnudo y musculoso de Valdimir, enviando escalofríos por su columna. Sus ojos azules, llenos de deseo, se encontraron con los del Rey Lobo mientras susurraba con voz aterciopelada:—Tenemos un asunto pendiente, Valdimir —murmuró Aelina, acortando la distancia entre sus labios hasta fundirlos en un beso ardiente.Valdimir, cediendo ante el hechizo de su amada, la envolvió en sus brazos fornidos, aceptando gustoso la intimidad que se desarrollaba. El beso, inicialmente tierno y exploratorio, fue incrementando en intensidad y pasión. Sus labios danzaban en perfecta sincronía, mientras sus lenguas se entrelazaban en un baile s
Valdimir y Aelina permanecieron entrelazados en el lecho real, entregándose a los placeres de la carne durante el resto de aquella mañana. Sus cuerpos se fundían en un vaivén apasionado, con sus respiraciones agitadas llenando la estancia con una sinfonía de deseo. El Rey Lobo, con su vigor insaciable, eyaculó dentro de su reina en tres ocasiones distintas, cada clímax más intenso que el anterior.Mientras tanto, en el pasillo, Erik, el fiel sirviente encargado de atender a la reina cada amanecer, se encontraba en un dilema. Con la bandeja del desayuno temblando ligeramente entre sus manos, se acercaba a la puerta de los aposentos reales. Su rostro se teñía de un intenso rubor cada vez que, al aproximar su oído a la madera, escuchaba los inconfundibles sonidos de la pasión desatada al otro lado. Gemidos ahogados y el rítmico crujir del lecho lo hacían retroceder apresuradamente, con el corazón latiendo desbocado en su pecho.Tras tres intentos infructuosos, Erik decidió cambiar de estr
—Los cocineros —comenzó a decir Aelina casualmente, sirviendo vino en dos copas de cristal tallado— tienen una relación amorosa —dijo, entregándole una copa a Valdimir, y otra se quedó ella.Valdimir arqueó una ceja, mostrando una pizca de curiosidad.—¿Cómo lo sabes?—Los vi besándose una vez que detuve el tiempo para explorar el castillo —explicó ella, con una risita escapando de sus labios—. Estaban escondidos en un rincón de la cocina, aprovechando un momento de soledad.—Ya veo —murmuró Valdimir, con su expresión pensativa, bebiendo un sorbo de vino y mientras Aelina bebía, un pensamiento se cruzó por la mente del hombre lobo —no bebas tanto, eres terrible con la bebida —dijo, y ni siquiera supo con exactitud por qué dijo eso, si en teoría, nunca había visto a Aelina embriagarse.Sin embargo, si lo había hecho, en otra línea de tiempo que la pelinegra cambió. Valdimir entrecerró sus ojos comprendiendo eso. Ahora sabía que, esos “recuerdos sin sentido” eran realidades que Aelina ha
El aire en aquel calabozo era denso y cargado, impregnado con el aroma a humedad y el sabor metálico del miedo. Las antorchas que estaban afuera en las paredes proyectaban sombras que parecían burlarse de los presentes, creando un ambiente de inquietante misterio desde el punto de vista de Aelina. En este escenario, Nikolai, con sus ojos color ámbar, penetrantes y fríos como el hielo, observaba a Aelina con una curiosidad devoradora y una rabia inexplicable para la pelinegra.Nikolai se pudo dar cuenta que la belleza de Aelina era innegable, era como un faro de luz en aquella penumbra. Su cabello oscuro como la noche caía en suaves ondas sobre sus hombros, enmarcando un rostro de porcelana que parecía fuera de lugar en aquel antro de oscuridad. El hermano mayor de Valdimir no pudo evitar que una punzada de envidia atravesara su corazón al contemplarla. Jamás habría imaginado que la hija del Rey Humano fuese una criatura tan exquisita, y menos aún que su hermano, Valdimir, hubiese logra
Nikolai, con sus ojos ardiendo de una mezcla de dolor y rencor, dejó que su mirada vagara por las paredes de piedra húmeda, como si en ellas pudiera ver proyectada la historia de su familia.Su voz, cuando habló, estaba teñida de una amargura que parecía emanar desde lo más profundo de su ser:—Por supuesto, yo amaba tanto a mi hermana como Valdimir también la amó, amé a mi padre y a mi madre —comenzó el pelirrojo, con cada palabra cayendo como una gota de ácido en el silencio—. Pero curiosamente, todos y cada uno de ellos, Valdimir me los arrebató.Sus manos encadenadas se crisparon, los nudillos blanqueándose bajo la piel mientras revivía cada doloroso recuerdo:—Cuando ese monstruo nació, hizo que nuestra madre muriera cuando yo era tan solo un niño que necesitaba la protección maternal —su voz se quebró ligeramente, antes de endurecerse de nuevo—. Luego, años después, llena a nuestra hermana Irina de tonterías en la cabeza para que matara a nuestro padre y posteriormente la obliga
Valdimir, con sus ojos ámbar brillando de sorpresa y preocupación, abrió la boca en un gesto de asombro ante la propuesta que había hecho Aelina, una que él no esperó, y menos frente a su hermano. Su voz, normalmente firme y autoritaria, tembló ligeramente al preguntar:—¿Qué tan lejos en el futuro? —Sus músculos se tensaron visiblemente, traicionando el miedo que le provocaba la idea de que esta nueva línea temporal pudiera conectarse con aquel lúgubre futuro de diez años en el futuro, donde Aelina moría por su mano.Aelina, sin tener idea de lo que pasaba por la mente de Valdimir, respondió mientras se adentraba más en la celda para estar frente a Nikolai.—Solo quiero viajar tres años en el futuro... —Su voz se escuchó en las paredes de piedra, mezclándose con el tintineo de las cadenas de Nikolai, quien observaba la escena con una mezcla de confusión y fascinación en partes iguales.—¿Para qué quieres ver lo que sucederá en el futuro dentro de tres años, Aelina? —cuestionó Valdimir
El mundo a su alrededor se desdibujó en un torbellino de luz y color, mientras Valdimir, Nikolai y Aelina se transformaban en entidades etéreas. Sus cuerpos, ahora translúcidos y bañados en un resplandor dorado, parecían danzar en la corriente del tiempo. De repente, como si el mismo tejido del universo respondiera a la voluntad de Aelina, cadenas doradas brotaron de la nada.Estas ataduras hechas por su magia del tiempo, brillantes y fluidas como el oro líquido, se enroscaron alrededor de las muñecas de Valdimir y Nikolai, conectándolos de esa forma a la pelinegra. La escena evocaba vívidamente en Aelina el recuerdo de su experiencia con Valdimir dentro del espejo de bronce pulido que actuaba como el candado del Rey Lobo, una reminiscencia que hizo que su corazón latiera con fuerza.Valdimir, con sus ojos ámbar brillando con una intensidad sobrenatural, observó las cadenas con una mezcla de asombro y comprensión porque él también recordaba aquel evento pasado.—Así estamos conectados
En medio de aquel escenario en el futuro de tres años, Aelina se encontraba más confundida que nunca, en ese instante, sus ojos se entrecerraron con una mezcla de duda y desconcierto que se reflejaba en cada línea de su rostro finamente cincelado. La joven sentía cómo su mente se debatía en un torbellino de preguntas sin respuesta. Sus labios, ligeramente entreabiertos, dejaban escapar un suspiro casi imperceptible mientras intentaba procesar la avalancha de información que acababa de recibir. Primero, la revelación de que su poder —aquel don que creía ilimitado— tenía, de hecho, fronteras que no podía traspasar. Segundo, la presencia enigmática de Erik, o al menos alguien que se le parecía extraordinariamente, hablándoles con una familiaridad desconcertante. Y tercero, la pregunta que martilleaba en su cabeza: ¿cuántas líneas temporales había creado con sus manipulaciones del tiempo? La verdad era que ella no llevaba la cuenta, pero asumía que no eran demasiadas para causar problemas