pobrecito Valdimir chiquito, ¿por qué lo tendrían encadenado? Él no fue muy claro en su respuesta... ¡Descubre que pasó con él los siguientes capitulos! gracias por leer, y comentar, by bye adios :D
—En esta época tenía ocho años —comenzó a decir Valdimir, con su voz teñida de una melancolía apenas perceptible. Se acercaron al niño que yacía en la cama, con su mirada perdida en el paisaje más allá de la ventana. El cristal con barrotes reflejaba la luz del atardecer, por lo que, en ese instante, la habitación estaba pintada en tonos dorados y carmesíes—. No conocía más que esta habitación. No recuerdo qué día exactamente fue este, ya que, para mí, en aquel tiempo, todos los días eran iguales —explicó el Rey Lobo al lado de Aelina, con una impasibilidad que apenas ocultaba el mar de emociones que bullía en su interior.En ese instante, Aelina podía sentir el peso de los recuerdos de Valdimir, tan tangibles como el polvo que danzaba en los rayos de sol que se colaban por la ventana.De repente, la puerta se abrió con un chirrido, rompiendo el silencio sepulcral de esa celda disfrazada de alcoba. Un niño más grande, de unos doce años, entró saltando con la energía despreocupada de la
En un instante que pareció estirarse eternamente, Nikolai se abalanzó sobre Valdimir. El aire se llenó con el sonido de jadeos y el crujir de las sábanas mientras los dos niños forcejeaban sobre la cama. El contraste entre ellos era dolorosamente evidente: Nikolai, más grande y fuerte, con sus movimientos precisos y letales; Valdimir, pequeño y frágil, luchando con la desesperación de quien sabe que su vida pende de un hilo.—¡¿Por qué no me matas como lo hiciste con la flor, eh, pequeño monstruo?! —gruñó Nikolai, con su rostro contorsionado en una mueca de odio puro. El cuchillo centelleaba peligrosamente cerca de la garganta de Valdimir—. ¡Solo estoy haciendo lo que nadie se atreve o no puede! —gritó el jovencito con una convicción escalofriante, demasiado madura y retorcida para alguien de apenas doce años.La lucha continuó, brutal y despiadada. Los bracitos de Valdimir, débiles y temblorosos, cedieron poco a poco ante la fuerza implacable de su hermano mayor. Con un movimiento ráp
Antes de que Aelina pudiera procesar esta revelación que ella recordó que el Rey Lobo le dijo en una ocasión que ella ignoró porque no le creía, pudo ver ahora como el recuerdo se desvaneció como humo en el viento. En ese instante, la escena cambió, mostrando ahora a un Valdimir más crecido, aparentando unos doce años. Su cabello, ahora tan largo que le llegaba a la cintura, le daba un aire etéreo y delicado que contrastaba cruelmente con las cadenas que lo aprisionaban.Un grillete en su cuello, manos y piernas lo mantenían cautivo, aunque las cadenas, más largas que antes, le permitían moverse por la habitación. La visión de un niño encadenado de esa manera era desgarradora, y Aelina sintió que su corazón se contraía dolorosamente.En este nuevo recuerdo, Valdimir no estaba solo. Empuñaba una espada de madera, practicando esgrima con un hombre cuya presencia emanaba una fuerza indiscutible. Aelina, observando la escena con atención, no tuvo duda de que se trataba de un hombre lobo.E
Aelina se cubrió la boca con horror, incapaz de apartar la mirada de la brutal escena que se desarrollaba ante ella. El pequeño Valdimir luchaba con todas sus fuerzas contra los cuatro atacantes, pero la batalla era terriblemente desigual. Los lobos lo mordían y arañaban, sus garras dejando profundos surcos sangrientos en la piel del niño. Los gritos de dolor de Valdimir resonaban en la habitación, mezclándose con los gruñidos de los lobos y el tintineo de las espadas.—¡No quiero ver! —exclamó Aelina, cerrando los ojos y cubriéndose el rostro con las manos, incapaz de soportar más la visión de tal crueldad.—No morí ese día, como puedes darte cuenta —dijo el Valdimir adulto con una sonrisa carente de humor, desviando su atención de la escena para ver a Aelina.Pero incluso con los ojos cerrados, Aelina no podía escapar de los sonidos de la batalla. Cuando finalmente se atrevió a mirar de nuevo, quedó boquiabierta ante lo que vio.El pequeño Valdimir, cubierto de sangre y heridas, habí
Aelina sintió un nudo formarse en su garganta ante esas palabras. ¿Qué otros horrores aguardaban en los recuerdos de Valdimir? Desviando su atención del Rey Lobo, se concentró en la escena que se desarrollaba ante ellos.Valdimir adolescente y su hermana conversaban animadamente. Irina, con gestos entusiastas, le contaba sobre sus paseos a caballo y las actividades de su día. Valdimir la escuchaba con atención, bebiendo cada palabra como un joven sediento en el desierto, mientras sus dedos acariciaban con reverencia la carta de su madre.El contraste entre la alegría de ese momento y el horror de la escena anterior era desgarrador. Aelina se encontró conteniendo el aliento, temerosa de lo que pudiera venir a continuación, pero incapaz de apartar la mirada de este raro momento de felicidad en la vida del joven Valdimir.—Déjame ver tu brazo, Valdimir —dijo Irina con un tono de voz aparentemente tranquilo.Al instante, Valdimir adolescente alzó la mirada, sus ojos color ámbar abriéndose
—¿Por qué... no te mataron al nacer? —preguntó Aelina, incapaz de contener su curiosidad morbosa.Valdimir exhaló lentamente, sus ojos perdidos en recuerdos antiguos y dolorosos. —Se han escuchado de tres ocasiones cuando el licántropo con la marca de la magia voraz apareció —comenzó, mostrándose muy serio y pensativo —. La primera, no pudieron matarlo. Su poder protegió al bebé, estaba dispuesto a vivir y sobrevivir, pero poco a poco, la magia lo fue absorbiendo.—¿Su magia lo fue absorbiendo? —repitió Aelina, fascinada y horrorizada a partes iguales.—Su poder lo controló —asintió Valdimir con su rostro ensombreciéndose—. La magia de la sombra voraz, le encanta destruir, como su nombre lo indica. Su deseo de muerte es voraz, poco a poco desea ver todo destruido, sin vida... Ese antepasado mío intentó luchar, pero llegó un momento en que su poder, su maldición, pudo más que él, y...—¿Murió? —interrumpió Aelina con sus ojos fijos en Valdimir, prestando atención a cada palabra.—Logra
Para ese momento, el mundo de los recuerdos de Valdimir, atrapado en el espejo de bronce pulido, se transformó ante los ojos de Aelina y el propio Valdimir. El escenario cambió abruptamente, dejando atrás la opresiva habitación para dar paso a un paisaje abierto y verdoso. Ya no se encontraban en el imponente palacio real de Kolgrim. En su lugar, se hallaban en un área apartada y serena, donde la naturaleza reinaba con su manto esmeralda.Detrás de Valdimir se alzaba una torre circular de tres pisos, construida con piedras grises y desgastadas por el tiempo. Su silueta se recortaba contra el cielo azul, como un centinela solitario en medio de la campiña. Aelina observó con atención las ventanas de la torre, notando con un escalofrío que su forma le recordaba dolorosamente a las de aquella deprimente habitación donde Valdimir había pasado su infancia, confinado como un criminal con cadena perpetua.En la entrada de este lugar, sobre la hierba fresca y mullida, yacía el joven príncipe Va
—No tiene caso que hagas eso, Aelina. Deja de llamar a este recuerdo. Solo somos espectadores, ¿acaso lo olvidaste? —dijo Valdimir con un suspiro cansado.Aelina, con el corazón latiendo aceleradamente, se volvió hacia él. Su rostro pálido reflejaba la angustia que sentía por el joven príncipe atrapado en el recuerdo.—¿Te harán daño? —preguntó ella, en un susurro tembloroso por la preocupación.Valdimir no respondió de inmediato. En cambio, dirigió su mirada hacia el Rey que se aproximaba, observándolo con una fría tranquilidad que contrastaba con la agitación de Aelina. El monarca, con una agilidad sorprendente para su edad, se bajó del caballo aún en movimiento. El polvo se levantó bajo sus botas, formando una nube dorada en el aire, luego entró a esa área con premura.Detrás del Rey, dos jinetes más se acercaban a toda velocidad. Aelina los reconoció al instante: Nikolai, con su cabello rojizo ondeando al viento como una llama viva, y la joven de cabello azabache, sin duda Irina, c