Osiris suspiró. Se dio cuenta de que la situación era tensa y decidió intentar tranquilizarla.—Si te tranquiliza, él se resistió bastante, decía que eso no estaba bien porque no quería engañar a la niñata y me imagino que esa debes ser tú… toda la noche estuvo hablando de esa chica prácticamente y
—Hija, no es lo que crees… hay muchas cosas que no sabes —contestó agitado.—¿Ah, sí? —preguntó con sarcasmo—. Entonces explícame que tan importante es que te quieras buscar a alguien para casarme, ¿Por qué fingiste estar enfermo?, ¿Por qué te cuesta tanto aceptar mi vida? No quiero casarme, no nací
—Eres una hija desobediente e insolente —dijo finalmente— ¿Acaso tengo otra alternativa? —ella negó con la cabeza—. Entonces acepto con tus condiciones. —Gracias, padre —dijo en voz baja.Se retiró con una sonrisa, pensando en su próximo paso, aunque se quedó viendo lo que hablaba su padre.Cuando
Brenda era una mujer con una figura esbelta y una belleza natural que destacaba por encima de todas. Aunque hubo un tiempo cuando era adolescente que había tenido sus problemas con la baja autoestima, producto de su exceso de peso, pero, ahora, se había convertido en una mujer segura de sí misma, de
Ella por un momento se mantuvo en silencio, aunque ganas de responderle no le faltaban, sin embargo, respiró profundo rogando en su interior que él desistiera de regañarla, pero él insistió en reprenderla.—Eres una exhibicionista, te encanta llamar la atención… no te da vergüenza presentarte ante t
Lo que sintió por ella y que había estado reprimido ahora se desataban sin control. El beso se hacía cada vez más apasionado, mientras sus manos se desplazaban con suavidad por el cuerpo de ella. El universo se derrumbaba a su alrededor, pero él y Brenda seguían ahí, con sus pieles enlazadas. Un ar
Ella lo observaba con una mirada entusiasmada, estaba atrapada en un hechizo de pasión y deseo. Con rapidez, Karl se despojó de toda ropa, mientras Brenda no podía apartar sus ojos de él, al ver aquella visión tan sensual, su corazón comenzó a latir más rápido, todo su ser se movía al compás de su
Así que comenzó a moverse dentro de ella, cada empujón fue una oleada de placer para Brenda, que empezaba a sentir los espasmos de su segundo orgasmo. Karl estaba entregado a complacerla, mientras sus caderas se movían de forma armoniosa y sus gemidos eran cada vez más intensos. El placer se hizo m