Stefano huyó asustado, no podía creer lo que acababa de escuchar, pero las palabras de Santos fueron claras, él le había gustado, según hasta le daba dentera, por eso salió sin decir palabras, necesitaba alejarse de aquel hombre antes de hacer algo que lamentaría después. —¡Maldición! ¿Y ahora dónd
Stefano se enfureció, no era un cobarde, no le tenía miedo a su sexualidad. Él estaba seguro de lo que era y le gustaban las mujeres, solo que ese hombre… no sabía por qué provocaba esas emociones en él. Caminó con premura deseando poner una distancia más amplia entre Santos y él, sin saber realme
Sandra lo observó como pidiendo auxilio, con una expresión de dolor, su abuelo vio el golpe en su rostro y pocas veces ella lo había visto indignado, pero esta vez parecía un tejón de la miel, de lo agresivo que se veía, aunque su abuelo estaba llegando a finales de los setenta, por sus constantes e
—Ya decía yo que esa perfección que emanaba de usted no era más que una fachada… cuando no es más que un viejo pervertido —habló furioso Stefano. —Y tú molesto porque te niegas a admitir tu nueva naturaleza —agregó Taddeo sin dejar de sonreír.Stefano los vio una vez más, y se retiró molesto, mient
Convencido por Johny, y luego de darle un café cargado y ducharse, salieron a la calle en busca de dos hermosas mujeres para Stefano con las que pudiera pasar una noche llena de pasión y sensualidad y así comprobar que seguía siendo un hombre en todo el sentido de la palabra y que solo lo atraían la
De pronto una pegó un grito y dijo complacido. —Ya sé de dónde te conozco… eres un piloto de Fórmula Uno, te has coronado campeón en las últimas dos temporadas —dijo la chica ganándose una expresión de admiración de Stefano. —¡Vaya! Qué agradable sorpresa que sepas eso… normalmente a las mujeres n
La joven cambió de posición para que Stefano pudiera ver su cuerpo, las otras hicieron lo mismo, la mujer seguía moviéndose encima de él, ahora a un ritmo más acelerado. Stefano acarició sus senos y observó la escena, a las otras dos mujeres que lo miraban fijamente, con lujuria en sus ojos, mientr
Stefano lo miró molesto y fue al baño a orinar, cuando salió de él se encontró con un Johny sonriente. —¿Qué no te cansas de burlarte de mí? —le preguntó molesto. —¡No me burlo de ti! Es un hecho muy cómico… me causa demasiada risa, creo que no lo deberías volver a intentar porque esas mujeres p