Alzó la mano, y acarició con las yemas de sus dedos el rostro del hombre, recorrió con suavidad las sombras debajo de sus ojos. —Te extrañé… te soñaba, te pensaba, deseaba tanto estar contigo, que sintieras como nuestra bebé se movía en mi interior… primero sus movimientos eran como un suave aleteo
—Ni se te ocurra Sandro Hamilton, ¿Te imaginas Sandra y yo yéndote a buscar en una comisaría porque te robaste unas flores y el gran escándalo mundial? ¡Piloto ladrón de flores! Van a decir los titulares ¡No, olvídalo! ¡Ni se te ocurra!—Está bien, ahora vamos a alimentar a mi mujer grande y a mi mu
—¡Es cierto! Mi papá y Mike son quienes se han encargado de hacerlo así… mi hermano siempre vivió para eso… sobre todo luego de que se enamorara y la chica lo usara como felpudo, la traicionaba una y otra vez y él siempre aceptaba.—Me puedes contar su historia.—Cuando Mike tenía como treinta años,
Carlotta era bastante perceptiva, observó a su esposo, y sabía que había algo que lo incomodaba, a pesar de su sonrisa, se le veía una preocupación.“¿Qué le estará ocurriendo? ¿Serán con los patrocinios? Pero si no me cuenta no puedo ayudarlo y si lo hago sin que sepa y se molesta conmigo… la confi
Diez minutos después de haber salido a buscar las fotografías apareció la señora con varios álbumes y se los pasó a Carlotta para que lo viera, estaban enumerados y distribuidos desde el mismo momento de su nacimiento, al ella abrirlos se dio cuenta de que Sandra era exactamente igual a su padre.—T
Intentando procesar lo que su suegro le había dicho, Carlotta se alejó de la puerta rápidamente para no ser vista, y salió corriendo a la sala, donde aún permanecía su suegra jugueteando con Sandra.—¿Qué sucede hija? ¿Te pasa algo? —Carlotta la vio y negó con la cabeza—. Seguramente estás cansada,
Carlotta no pudo evitar sonreír ante la buena disposición de Sandro, sobre todo a la vista de su propuesta, aunque para ser sincera, ella solo pretendía bromear con él, no se imaginó que se lo tomaría en serio. —El trato es, tener dos hijos más adelante… no ahora, nuestra bebé está muy pequeña. El
Sandro dejó las hojas y el bolígrafo a un lado, la tomó por la cintura y la sentó en sus piernas, se rodó en la cama, hasta recostarse del espaldar y la arregló en su regazo.—Nunca sentí ni un diez por ciento por esas mujeres de lo que siento por ti, ellas son parte de mi pasado, cuando era un homb