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Escucharon la puerta de la habitación, al ser golpeada, Enrique se escondió en el closet y Jerónimo respiró profundo.Abrió la puerta y Jorge entró.—¿Cómo estás?Jorge notó la actitud extraña de su padre, pero no se alertó de nada, en seguida.—Estoy bien, hijo.—Mariza me dijo que estuviste en casa, mira padre, ahora no es un buen momento para reanudar que nos veamos, menos ahora que sé sobre qué Mónica es tu hija, la verdad, todo esto me causa asco, Mónica llegó muy lejos en una absurda venganza, contra mì, contra Mariza, así que, por ahora es mejor que estemos lejos.—Tienes razón, prometo que lo respetaré.Su padre no insistió y eso extrañó a Jorge, pero al ver el mensaje de su esposa preguntando dónde estaba, fue suficiente para hacerlo desear irse.—Bien, debo irme.Jorge se fue.Minutos después, Enrique salió de su escondite.—¿Qué dices? ¿Mónica es tu hija?Jerónimo hundió la mirada, asintió. Enrique estaba asqueado.—¡¿Y te has atrevido a juzgarme a mí?! Tu hija se casó co
Jorge corrió al hospital; al llegar, observó cómo la pobre Darina era llevada a la sala de emergencias.Él tuvo miedo, pero trasladaron a la mujer en una ambulancia hacia el hospital de Mayrit.Mariza llegó màs tarde.—¿Qué fue lo que pasó?Jorge la abrazó, pensaba en ella, y recordó cuando estuvo tan vulnerable con gente cruel que intentó dañarla.—¡Mi hermano es tan malvado, Mariza! No solo quiso hacerte daño a ti, mira cómo ha terminado, ya estás preso.Mariza abrazó a Jorge, sabía que le dolía. A pesar de que èl y Enrique nunca fueron hermanos queridos, ella conocía la esencia del corazón de Enrique, era bueno, no podía odiar a su propia sangre.Mariza acunó su rostro, besó sus labios.—Lo siento tanto, amor, daría lo que fuera porque no sufrieras así.Él sonriò.—Estaré bien, ahora solo importa Darina. Espero que el bebé se salve.La ginecóloga apareció y los llevó a la habitación.—Hemos podido salvar el embarazo. Darina estará bien y es posible que, si se cuida bien, pueda acaba
—¡¿En adopción?! —Jorge estaba perplejo, mientras Mariza le contaba todo.Era de noche, y ninguno podía dormir.—¡Eso no puede ser, Mariza! Es mi sobrina, y aunque odio a Enrique…—Lo sé, es una bebé inocente, Jorge, no podemos dejar que la envíen a adopción. ¿Y si la adoptamos?Jorge se quedó perplejo, no hubiese dudado nunca, pero… ahora era tan complicado.—¿Jorge?—Sì, la adoptaremos.Jorge se levantó y fue a la cuna de Helena, que se encontraba cerca de la habitación.«No quiero que Helena se sienta desplazada, como me sentí yo, no quiero que mi hija sufra como yo, pero no puedo dejar a mi sobrina si amparo», pensó.Mariza supo que algo pasaba. Pero, pensaba lo mismo, no iba a dejar a una criatura inocente desamparada.***Al día siguiente.Amaranta los visitó, y se enteró de todo.—¡Qué triste, Mariza! Enrique es un ser oscuro y cruel.—Mañana será su sentencia, nosotros no iremos, pero, con la declaración de Darina sobre la violación y el secuestro, es seguro que le den una cond
Diego fue al despacho de Jorge, él estaba arreglando unos documentos, pero se detuvo y lo saludó.—Hola, pasa, ¿cómo está todo?—Jorge, hay algo de lo que quiero hablarte.Jorge asintió. Diego tomó asiento delante de èl.—¿Qué pasa?—Bueno… Amaranta y yo quisiéramos adoptar a la niña.Jorge se quedó perplejo ante sus palabras.—¡¿Qué dices, Diego?! ¿Adoptarla?—Sí, sabes que Amaranta y yo no podremos tener màs hijos y hemos pensado que cuidarla y criarla sería bueno para nosotros, ¿no lo crees?Jorge estaba pensativo.—No lo sé… debo hablarlo con Mariza y claro con Darina, solo ella puede decidir.—Hazlo.Cuando Jorge le contó a Mariza, ella quedó perpleja.—¿Y qué piensas, Jorge?—No sé, Mariza, es mi sobrina, pienso que, lo màs lógico es que sea yo quien me encargue de ella, pero, no estoy seguro de nada. Lo único que quiero es que esa niña tenga una buena vida, con amor y paz.Mariza estuvo de acuerdo.—Hablaré con Darina, quizás ella se arrepienta.Jorge acarició el rostro de su es
Amaranta sintió mucha rabia al imaginar a la bebé vulnerable en un lugar desconocido.—Déjenme hablar con mi tío a solas —sentenció.Jerónimo la observó, no se negó.Todos salieron.Afuera, Mariza preguntó si eso era lo correcto.—Bueno, mi padre siempre quiso mucho a Amaranta.—Esperemos que funcione, porque es una locura. La pobre bebé irá a un orfanato mientras esto se resuelve. Será tan triste —dijo Mariza, casi llorando.Jorge la abrazó para consolarla.***Amaranta mirò a su tío, había una mezcla de reproche y melancolía en su mirada.—¿Por qué haces esto, tío? Yo a ti, a pesar de todo, tengo muchas cosas que agradecerte: hiciste mucho por mí; me cuidaste cuando mis padres murieron, incluso cuando mi tía, que era mi sangre, murió. Aún seguiste cuidando de mí, eres como un segundo padre para mí.Los ojos de Jerónimo se volvieron temblorosos.—Amaranta… ¡Nunca quise llegar hasta aquí! Creí que hacía bien.—Sabes que has cometido errores, pero eso ya no importa, esos errores no tie
Los ojos de Mariza se volvieron llorosos, sus manos temblaban, no podía creerlo, su corazón latía, vio la fotografía una y otra vez.«¡Siempre fuiste tú! ¡Siempre fuiste tú!», pensó con rabia.Las lágrimas rodaron por sus ojos.—¿Mami?Mariza cargó a Lucas, pensó en lo cerca que estuvieron de èl, y en el peligro que pudieron correr.Mariza llamó a la niñera.—Lleva a Luca a su habitación, que vea la televisión ahí y duerma su siesta.La mujer lo hizo. Mariza cargó a su pequeña Helena, las lágrimas rodaron por sus ojos, sabía lo que debía hacer, llevó a la bebé a la habitación y llamó a la otra niñera, les pidió que cuidaran a sus hijos.—Nadie puede entrar a esta casa, nadie, al menos que sea el señor Jorge.Las mujeres asintieron.Mariza tomó la fotografía y el diario; estaba dispuesta a ir a la comisaría. Haría lo que sea por saber si Charlie dañó a su hermana.***Jorge estaba en la empresa. Cuando se enteró sobre lo mucho que habían subido las acciones de su propia empresa, estaba
—¡Deja al niño! Él no tiene culpa de nada, ¿qué haces, Augusto? —exclamó asustada.—Este niño es mi hijo, Mariza, sì, es verdad, yo fui el hombre con el que se fugó Perla.Mariza estaba horrorizada.—Dame al niño, por favor.El hombre negó.—Ambos vendrán conmigo, hace tiempo, decidí abandonar a Luca. No estaba listo para ser un buen padre, tampoco podía querer a Perla, pero eso ha cambiado contigo, porque a ti te amo, Mariza. Me he enamorado de ti, eres hermosa, eres perfecta para mí, ahora los tres seremos una gran familia.Mariza estaba horrorizada con sus palabras, negó.—¡Yo quiero a Papito!—Cállate, Luca, tu único papá, soy yo.Luca sollozó, asustado.—Déjalo ir, es un niño inocente, déjalo ir y yo iré contigo, solo déjalo ir, por favor —suplicó llorando.El hombre asintió, soltó al niño que corrió hacia Mariza.—Ve adentro con la niñera, cariño.—Mami, tengo miedo.—No tengas miedo, mamá, está aquí, ve adentro.El niño caminó muy despacio, hasta que entró y la niñera lo tomó en
—Señor Augusto Vega, es condenado a un total de treinta y dos años de prisión, sin oportunidad de salir, por buena conducta.Augusto se desmoronó al escucharla, lloraba como un niño, con las manos en su rostro.Luego el juez leyó la sentencia de Pedro Rincón. Escuchar quince años no fue satisfactorio, ni su esposa o hijos estaban ahí, el hombre lo había perdido todo.Pero, Mariza aún no encontró consuelo. Sus padres estaban ahí, y ella no les dirigió una palabra.Al salir de la sala, Mariza y Jorge iban tomados de la mano.—¡Hija!La voz de su madre detuvo a Mariza.Ella tenìa ojos severos, mirándola.—¿Sì?—Ni siquiera nos has hablado.Mariza esbozó una sonrisa que más parecía un reproche.—¿Y por qué lo haría? ¿Acaso tú hablaste con mi hermana para saber cómo estaba? Ni una vez te comportaste como una verdadera madre; si lo hubieras hecho, ella tal vez estuviera aquí.La mujer bajò la mirada llorosa.—¿Quién te crees que eres para juzgar a tus padres? ¡Mala hija!Mariza sonriò.—¿M