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Los ojos de Mariza se volvieron llorosos, sus manos temblaban, no podía creerlo, su corazón latía, vio la fotografía una y otra vez.«¡Siempre fuiste tú! ¡Siempre fuiste tú!», pensó con rabia.Las lágrimas rodaron por sus ojos.—¿Mami?Mariza cargó a Lucas, pensó en lo cerca que estuvieron de èl, y en el peligro que pudieron correr.Mariza llamó a la niñera.—Lleva a Luca a su habitación, que vea la televisión ahí y duerma su siesta.La mujer lo hizo. Mariza cargó a su pequeña Helena, las lágrimas rodaron por sus ojos, sabía lo que debía hacer, llevó a la bebé a la habitación y llamó a la otra niñera, les pidió que cuidaran a sus hijos.—Nadie puede entrar a esta casa, nadie, al menos que sea el señor Jorge.Las mujeres asintieron.Mariza tomó la fotografía y el diario; estaba dispuesta a ir a la comisaría. Haría lo que sea por saber si Charlie dañó a su hermana.***Jorge estaba en la empresa. Cuando se enteró sobre lo mucho que habían subido las acciones de su propia empresa, estaba
—¡Deja al niño! Él no tiene culpa de nada, ¿qué haces, Augusto? —exclamó asustada.—Este niño es mi hijo, Mariza, sì, es verdad, yo fui el hombre con el que se fugó Perla.Mariza estaba horrorizada.—Dame al niño, por favor.El hombre negó.—Ambos vendrán conmigo, hace tiempo, decidí abandonar a Luca. No estaba listo para ser un buen padre, tampoco podía querer a Perla, pero eso ha cambiado contigo, porque a ti te amo, Mariza. Me he enamorado de ti, eres hermosa, eres perfecta para mí, ahora los tres seremos una gran familia.Mariza estaba horrorizada con sus palabras, negó.—¡Yo quiero a Papito!—Cállate, Luca, tu único papá, soy yo.Luca sollozó, asustado.—Déjalo ir, es un niño inocente, déjalo ir y yo iré contigo, solo déjalo ir, por favor —suplicó llorando.El hombre asintió, soltó al niño que corrió hacia Mariza.—Ve adentro con la niñera, cariño.—Mami, tengo miedo.—No tengas miedo, mamá, está aquí, ve adentro.El niño caminó muy despacio, hasta que entró y la niñera lo tomó en
—Señor Augusto Vega, es condenado a un total de treinta y dos años de prisión, sin oportunidad de salir, por buena conducta.Augusto se desmoronó al escucharla, lloraba como un niño, con las manos en su rostro.Luego el juez leyó la sentencia de Pedro Rincón. Escuchar quince años no fue satisfactorio, ni su esposa o hijos estaban ahí, el hombre lo había perdido todo.Pero, Mariza aún no encontró consuelo. Sus padres estaban ahí, y ella no les dirigió una palabra.Al salir de la sala, Mariza y Jorge iban tomados de la mano.—¡Hija!La voz de su madre detuvo a Mariza.Ella tenìa ojos severos, mirándola.—¿Sì?—Ni siquiera nos has hablado.Mariza esbozó una sonrisa que más parecía un reproche.—¿Y por qué lo haría? ¿Acaso tú hablaste con mi hermana para saber cómo estaba? Ni una vez te comportaste como una verdadera madre; si lo hubieras hecho, ella tal vez estuviera aquí.La mujer bajò la mirada llorosa.—¿Quién te crees que eres para juzgar a tus padres? ¡Mala hija!Mariza sonriò.—¿M
Dos meses después.Mariza preparó todo para el bautizo de los bebés, no solo celebraría el de Helena, sino también el de Arturo y la pequeña Mia.Amaranta y ella compraron todo, la harían en la casa de campo de los Santalla. Jerónimo suplicó para que fuera ahí.Aunque traía malos recuerdos, Amaranta le dijo que debían crear nuevos recuerdos buenos.***Jerónimo estaba en la mansión, aún estaba completamente solo. Amaranta estaba tardando en ir a vivir con èl, pero cada fin de semana iban a visitarlo, quedándose ambos días, por lo que Jerónimo se sentía dichoso de eso.A la hora de la cena, Jerónimo la tomaba con Mónica, y este día no era la excepción.—Ya faltan unas semanas para el bautizo de mis nietos, Mónica. Estoy muy feliz, sé que ellos serán muy felices, no sé si estaré ahí para verlo, pido a Dios un poco de tiempo para eso.Mónica estaba en esa cama, inerte, él la miraba. Mónica se alimentaba por ese tubo, ella solo abría los ojos.—Perdóname, hija, me arrepiento del daño que t
Sinopsis Esposa, aún me perteneces Vol. IIMia lleva seis meses casada con Arturo Estévez, pero, el regreso de su exnovia Corina hace que la vida de Mia se vuelva un infierno.Corina ha vuelto viuda y embarazada, en el pasado ella rechazó a Arturo, pero ahora parece dispuesta a reconquistarlo.Mia luchará por mantener su matrimonio, hasta que Pilar la lleve al límite y la haga renunciar a su amor.Pero, Arturo no podrá soportar perder a Mia, menos al verla en brazos de Luca Santalla, y no dudará en perseguirla para decirle esposa, aún me perteneces.¿Se puede reconquistar un amor perdido?***Capítulo: Las migajas de tu amorMia arregló la mesa, cocinó la cena favorita de su esposo, llevaba puesto el vestido rojo que a él le encantaba verle, y un perfume de violetas que adoraba. Estaba lista, perfecta, solo que él no había llegado.Mia miraba el reloj una y otra vez, casi las diez de la noche, y el hombre no aparecía por ningún lado.Lanzó un suspiro triste, sus ojos se volvieron lloro
Mia no pudo soportar màs, si escuchaba decir que la amaba, eso rompería su corazón.Dio vuelta atrás y fue a su habitación.—Corina, no sé qué está pasando por tu mente, pero algo te debe quedar claro. No hay mundo donde Mia no está en mi mente, así que no, lo nuestro fue algo que terminó y nunca más sucederá. Sé qué estás pasando por tu duelo, que estás triste, pero por favor, desecha cualquier idea sobre mí.Arturo subió la escalera y se apartó de ella.La mujer quedó ahí, hace tres meses su esposo había muerto, ¡qué ironía! ¿No? Ella había dejado a Arturo Estévez, un rico heredero, por el amor de otro heredero, pero su esposo Adam murió al chocar su auto, y encima, su hermana se quedó con todo el dinero, ya que Adam era solo un heredero, muerto, no podía heredar, y la familia política no la quería, le dieron la espalda, incluso con el embarazo, se negaron a ayudarla.«¡No es justo! Me quedé sin Adam, y ahora sin Arturo, pero sé que Arturo me ama, si tan solo Mia no existiera», pens
—Arturo, Mia enloqueció, por favor, dile que no me pegue, puede matar a mi bebito.Los ojos de Arturo eran severos.—Mia, ¿Qué te pasa?—¿Ahora la defiendes? ¡Esta mujer ha dicho que me quite de su camino, que te quiere de vuelta!Los ojos de Arturo se abrieron enormes y mirò a Corina.—¡No es cierto! Jamás le diría eso, todo lo que dije fue que no me alejara de ti, que te quiero como un amigo, ¡ella lo ha malinterpretado!—¡Mentirosa! Atente a tu lugar, Corina, no eres ni amiga de mi esposo.—¡Ya basta! Recoge tus cosas, Corina, te llevaré a tu nuevo departamento, y por favor, Mia, discúlpate, no debiste ser tan cruel.—¿Qué? ¡Nunca me disculparé!Mia subió la escalera enfurecida.—¡Mia!Arturo fue tras ella. Corina estaba nerviosa.***Arturo subió a la habitación, observó a Mia, ella estaba furiosa como nunca la vio, pero sus ojos lloraban.Estaba dándole la espalda, cruzada de brazos, y sintió cómo èl puso sus manos en sus hombros.—Mia, por favor…—¡Todo le crees a esa embustera!
Cuando Mia abrió los ojos, estaba asustada, escuchó su teléfono, respondió al instante.—¡¿Dónde estás, Mia! ¡Estoy angustiado!—Yo… lo siento, voy a casa.—¡¿Dónde estás?! ¡Iré por ti!Él colgó la llamada. Mia estaba confusa, mirò a todos lados, mirò su ropa, se sentía extraña, observó los botones de su blusa, algo estaba raro, algo se sentía fuera de lugar, pero no pudo saber qué era.Intentó manejar de vuelta, pero se sentía extraña. De pronto vio un auto llegar, ¡era Arturo!Él bajó del auto, fue hacia ella, la bajó del auto y tocó su rostro, notó que estaba lívida como la nieve.—¡Mia! ¿Qué te pasa?—No sé, creo que me he desmayado.El hombre la cargó en sus brazos, y la sensación que tuvo Mia fue de sentirse sostenida de todo el mundo.El hombre ordenó a su chofer que llevara el auto de su esposa de vuelta a casa.Arturo puso a Mia en el asiento del copiloto, luego condujo su propio auto para volver a casa.Mia y Arturo eran grandes herederos, pero no les gustaba andar con guardi