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Catalina sintió esos labios dulces, eran suaves, no había nada de agresión ahí, pero el miedo vino abrupto a su corazón.Lo empujó con fuerza, pero sintió como Luca la apretó contra su cuerpo, besándola con màs pasión.Ella sintió mucho miedo.Rasguñó el rostro de su marido. Luca sintió el dolor, se alejó de inmediato.Catalina corrió lejos de ahí, se refugió en la cama, cubriéndose con una manta, muy asustada.Los recuerdos vinieron a él, sintió escalofrío, sintió mucho miedo.Pasaron por los menos varios minutos, hasta que Luca salió del baño.Ella tembló asustada, Luca se sentó al borde de la cama, la mirò, ella estaba cubierta hasta los pies, solo mirándolo.—¿Me tienes miedo? —exclamó LucaElla no dijo nada, ni siquiera pudo mirar su rostro.Luca rio.—¿Crees que te tocaré? —preguntó—. Nunca tocaré a una mujer que juró amarme, y luego fue a revolcarse con otro hombre, y me abandonó. ¿Por qué, Catalina? Yo estaba dispuesto a darte todo, si lo amabas a èl, ¿Por qué no tuviste el val
Arturo abrazaba a Mia, odiaba verla tan triste. Besó su frente.—Estoy aquí, Mia, te cuidaré.—¡Necesito encontrar a mi madre! Necesito saber que ella está bien —suplicó con los ojos llorosos.Arturo asintió.—Sí, mi amor, iremos a buscarla, te ayudaré y la encontraremos bien, ya verás.—Incluso si ella no me quiere a su lado, lo entenderé, solo quiero verla bien, por favor, Arturo.Arturo asintió, de inmediato llamó a Diego y le pidió ayuda.Tenían un avión privado, podían viajar a ese lugar, estaba a unas horas de distancia, pero, además, debía estar colapsado, al ser un lugar pequeño, un terremoto de su magnitud podía hacer mucho daño.Mia estaba angustiada, no soportaba la idea de que algo malo pasará a Darina.***Font Roja.Cuando el movimiento se detuvo, Catalina se alejó un poco de Luca, observó su rostro tan pálido, abrió los ojos y la mirò.—¿Estás bien?Él asintió, tocó su frente, él aún tenía fiebre.—No estás bien, Luca, levántate, debemos ir a bañarte.Luca se negó, era d
—¡Mia! ¿Qué haces aquí? —exclamó la mujer, incrédula, parecía ver a un fantasma, tuvo que retroceder unos pasos, solo para ver si Mia estaba entera y bien.—¿Cómo estás? Pensé que te había pasado algo malo, quise venir.Darina la soltó, entonces, lanzó un suspiro.—Estoy bien, pero, no debiste venir, te pusiste en riesgo.Mia aún tenìa ojos cubiertos por lágrimas.—Lo sé, es que, no quería que nada malo te pasara.—¿Y qué hubieras hecho tú? No eres doctor, ni rescatista, no podría cuidarme, estoy bien, ayudó a otros, debes irte, Mia.Mia sinti que una daga sería menos dolorosa que esas palabras.—Quiero ayudarte.—Mia, te agradezco, pero no necesito ayuda.—¡Sì la necesitas! Mira, tienes una herida en la frente.—Ah, es superficial.—¡Te curaré! —exclamó y se alejó en busca de un botiquín.Darina la vio alejarse, lanzó un suspiro.«Desearía que te fueras, no quiero verte, Mia, no puedo», pensóDarían siguió ayudando a los enfermos, se acercò a una mujer, casi de la edad de Mia, comenz
Mia dio un paso atrás, Darina se arrepintió al segundo en que esas palabras salieron por su boca, pero supo que era tarde.Mia sintió su corazón roto.—Yo no tuve la culpa, soy tan o màs inocente que tú, lamento ser un mal recuerdo en tu vida, Darina, y te agradezco por darme la vida, si necesitas algo, cualquier cosa, no dudes en pedirme ayuda, siempre podré ayudarte y aunque no me quieras, siempre rezaré por tu bien, adiós.Darina quiso detenerla, pero no dijo nada.Mia se fue de ahí.—Darina —exclamó el sacerdote con voz severa, le pidió que lo acompañara.Ella siguió al padre, se detuvieron afuera del lugar.—Te he apoyado, Darina, y nunca dudaré en hacerlo, pero, no tienes la vocación del amor de Dios.—¿Qué dice, padre?—Darina, alguien que tiene la vocación, ama a su prójimo, y no puedes amar a tu hija, comprendo que no estás lista, pero, esa pobre niña es tan inocente como tú, no te pido que la ames, pero, ¿puedes sentir un poco de compasión?Darina dio un paso atrás, sus ojos
Darina le mirò incrédula de sus palabras, observó sus lágrimas y la abrazó con fuerza a su pecho.—¡Cálmate!—¡No puedo! ¿Qué le diré a Luca? Me odiará, me odia ahora, me odiará peor, quisiera morir…Darina la abrazó con fuerza, era como revivir su propio trauma.—Vamos a otra parte, debes calmarte, por favor.Ella aceptó.Darina y Catalina fueron a una cafetería, Darina compró dos cafés.Catalina tenìa la mirada perdida, su corazón temblaba.Darina tomó su mano, y la mirò.—Catalina, no estás sola, estaré aquí.—No sé qué haré.—¿Qué harás, cariño? —exclamó—No lo sé, tengo miedo.—¿Cuántas semanas tienes?—Catorce —dijo con temor.—¿Vas a abortar?Catalina tuvo miedo, sintió un mareo, tocó su cabeza, negó.—¡No puedo hacer eso! No me atrevería, ¿Quieres que mate a un bebé?Darina sintió un miedo en su corazón.—¿Dónde está tu hábito, Darina? —exclamóElla negó.—Dejé el convento.Catalina estaba perpleja.***Luca estaba en su oficina, cuando el jefe de seguridad entró.—¿Qué es lo q
—¡Luca! ¿Dónde estás? —exclamó Mia asustada.Luca le dijo en donde estaba. Colgó la llamada.Mia decidió ir a buscarlo, Arturo fue con ella.Pronto llegaron y encontraron a Luca tan destrozado. Mía le abrazó, estaba tan triste.—Lo siento mucho, Luca.Estaba sentado frente a un mirador. Mia lo abrazó.Arturo esperó en el auto, no quería acercarse, pues quería esperar por si Luca estuviese enojado con él.—Ella me dejó por otro hombre, me traicionó, está embarazada de otro, ¡la odio!Mia lo abrazó de nuevo.—Luca, debes divorciarte, debes irte, sanar de todo esto, esto ya no es amor.—Es amor, ¡maldita sea! —exclamó con la voz temblorosa de llanto—. Quisiera que no fuera amor, pero es amor, quisiera odiarla, quisiera maldecirla, pero… ¡No puedo!—Es mejor separarse.Luca negó.—No la dejaré ir. Debo ir a casa.—Iré contigo, recuerda que hoy es el cumpleaños de Helena.ÉL asintió. Ella fue con Luca en el auto y Arturo fue detrás de ellos.***—¿Qué harás, Catalina?Ella hundió la mirada.
—¿Segura de que no quieres ir a casa, amor?—No, debemos ir con Helena, es su cumpleaños, dudo que Luca vaya, nosotros debemos ir y animar a Helena, no voy a deprimirme porque mi madre, quiero decir, Darina, no me quiera, ya lloré suficiente, Arturo, estoy cansada de mendigar amor —dijo con los ojos cubiertos de lágrimas y un gesto severo.Arturo tomó su mano, la besó.—Es mi culpa también, y te aseguro que, si me perdonas, nunca, nunca volveré a desperdiciar tu amor, te daré todo mi amor y màs.—Ahora, no, Arturo, vamos con nuestra Helena.Él asintió.***Helena estaba en ese club, estaba feliz, no toda la gente que estaba ahí era por ella, Helena no tenía miles de amigos, pero tenìa suficientes para rentar dos mesas, y estar feliz por eso.Mañana sus padres, tíos y abuelo la celebrarían.Helena no era consciente de la mirada de un hombre, Luis Saavedra caminó hacia Helena, era como un depredador contra una pequeña presa, estuvo tan cerca y vertió unos polvillos sobre la copa en su ma
Mia caminó alejándose, pero ese hombre seguía tras ella, Mia no dudó en tomar la mano de Arturo.—Mi amor, ¿nos vamos?Arturo se sorprendió de que le llamara así, sonriò.—Claro —dijo, vio al hombre detrás de Mia, y lo encaró, poniéndose frente a èl—. ¿Se te perdió algo?El hombre se volvió tan pequeño, solo agachó la mirada.—No, no —dijo con voz asustada, dio la vuelta y se fue.Arturo sintió rabia, hubo algo en ese sujeto que no le gustó.Tomó la mano de Mia y salieron de ahí.—Ya me angustié por Helena.Arturo llamó a su tío.—Está bien, vamos para allá.—¿Qué pasó? —exclamó Mia—No lo sé, pero dice tío Jorge que acaba de llegar a la mansión Santalla, que está bien y que vayamos allá.Subieron al auto, para ir hasta ahí, sin saber que eran seguidos por ese tipo.***Jorge estaba en la sala, se desvivía en agradecimientos con Xavier Valente.—Mire, yo trabajo en esta fundación, bueno, soy el fundador junto a mi madre, cualquier cosa que necesite, contácteme, que sigas pasando un fel