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—¿Segura de que no quieres ir a casa, amor?—No, debemos ir con Helena, es su cumpleaños, dudo que Luca vaya, nosotros debemos ir y animar a Helena, no voy a deprimirme porque mi madre, quiero decir, Darina, no me quiera, ya lloré suficiente, Arturo, estoy cansada de mendigar amor —dijo con los ojos cubiertos de lágrimas y un gesto severo.Arturo tomó su mano, la besó.—Es mi culpa también, y te aseguro que, si me perdonas, nunca, nunca volveré a desperdiciar tu amor, te daré todo mi amor y màs.—Ahora, no, Arturo, vamos con nuestra Helena.Él asintió.***Helena estaba en ese club, estaba feliz, no toda la gente que estaba ahí era por ella, Helena no tenía miles de amigos, pero tenìa suficientes para rentar dos mesas, y estar feliz por eso.Mañana sus padres, tíos y abuelo la celebrarían.Helena no era consciente de la mirada de un hombre, Luis Saavedra caminó hacia Helena, era como un depredador contra una pequeña presa, estuvo tan cerca y vertió unos polvillos sobre la copa en su ma
Mia caminó alejándose, pero ese hombre seguía tras ella, Mia no dudó en tomar la mano de Arturo.—Mi amor, ¿nos vamos?Arturo se sorprendió de que le llamara así, sonriò.—Claro —dijo, vio al hombre detrás de Mia, y lo encaró, poniéndose frente a èl—. ¿Se te perdió algo?El hombre se volvió tan pequeño, solo agachó la mirada.—No, no —dijo con voz asustada, dio la vuelta y se fue.Arturo sintió rabia, hubo algo en ese sujeto que no le gustó.Tomó la mano de Mia y salieron de ahí.—Ya me angustié por Helena.Arturo llamó a su tío.—Está bien, vamos para allá.—¿Qué pasó? —exclamó Mia—No lo sé, pero dice tío Jorge que acaba de llegar a la mansión Santalla, que está bien y que vayamos allá.Subieron al auto, para ir hasta ahí, sin saber que eran seguidos por ese tipo.***Jorge estaba en la sala, se desvivía en agradecimientos con Xavier Valente.—Mire, yo trabajo en esta fundación, bueno, soy el fundador junto a mi madre, cualquier cosa que necesite, contácteme, que sigas pasando un fel
Luca miró a Catalina, estaba tan confuso, se levantó dando tumbos, se acercò a Catalina.Ella casi intentó correr, pero él fue más hábil y rápido, la puso contra la cama, ella tenìa miedo. Mirò sus ojos.—¿Es verdad lo que dices? ¡No me mientas!Ella lloró.—¡No! ¡No miento! Estoy harta de mentir y de callar, estoy harta, yo también sufro como tú, sé que tú también sufres, lo siento, intenté defenderme, pero no pude.Luca se alejó de ella, incluso sintió que su borrachera había bajado.Salió de ahí y la dejó sola.Catalina rompió en llanto, no podía soportarlo.«¡Quisiera morir! Quisiera morir», pensó desesperada.Luca bajó la escalera, las palabras de Catalina retumbaban en su cabeza, rompió en llanto, cayendo al suelo, no podía más, comenzó a lanzar cosas al suelo, Catalina escuchaba, pero tenía mucho miedo para salir.Un empleado lo detuvo, lo llevaron al salón.—¡Suéltenme!Luca cayó al sofá, siguió llorando, y al final, se quedó dormido.***Mia y Arturo terminaron de comer el pas
Luca sintió que su respiración se volvía un tormento, se acercò a ella, casi tocaba su cara, pero apartó su mano.—¿Por qué? ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué escapaste así?Catalina lloraba sin control.—Porque…—¡¿Por qué?!—¡Porque tenía vergüenza, lo siento! Tenía miedo, porque ella dijo que, si lo decía, contaría mentiras y nunca me creería nadie.Ella cubrió su rostro con sus manos, sollozando sin control.Luca se apartó un segundo.—Yo te hubiese creído, y me hubieras ahorrado tanto dolor.—¡No! No lo sé, yo te juro que no quería, luché…Luca sintió sus propias lágrimas correr por sus ojos, quiso abrazarla, pero sintió como si hubiera un muro entre los dos.Retrocedió unos pasos.Salió de la habitación.«Nunca va a ser igual, nunca me abrazará, ni me dirá que no es mi culpa, nunca me volverá a amar», pensó sollozando, con el alma adolorida.Luca fue al despacho, bebió varias copas, luego tomó su móvil, llamó a la madre de Catalina.—Debe venir de inmediato.—¿Sucede algo malo,
Jorge llegó a casa y encontró el portón abierto, eso lo sorprendió. Entró en su auto, y cuando bajó, no pudo evitar escuchar fuertes gritos que lo sobresaltaron.La puerta principal estaba cerrada, pero escuchó un claro grito de auxilio, sin embargo, la puerta no estaba cerrada con llave, por lo que, al intentar abrir, la puerta cedió y se abrió.—¿Luca?—¡Auxilio! ¡Ayuda!La voz de una mujer gritando alertó a Jorge, el hombre no llevaba un arma, llamó con rapidez a sus guardias personales, les dijo que vinieran de inmediato, y tomó un jarrón, subió lentamente.El hombre temía que hubiese algún ladrón que tuviera sometido a su hijo y esposa, su corazón latía con desespero.—¡Suéltala! Vas a matarla, ¡ten piedad!Jorge entró, pero al ver a su hijo con las manos puestas en el cuello de Ariel, sintió pavor, el jarrón cayó de sus manos.Jorge reaccionó a separarlo.—¡Basta, Luca!Jorge logró alejarlo, la mujer cayó de rodillas, hiperventilando, sollozando con el cuello rojo.Su madre la a
—Te apoyaremos, hijo, te apoyaremos en todo —dijo Mariza con ojos cubiertos de lágrimas.—Tengo que ir con Catalina, no puedo dejarla sola.Mariza y Jorge estuvieron de acuerdo.—Pero, antes, dime, ¿Por qué atacaste a Ariel?—Fue Ariel, fue ella quien, en la despedida de soltera, trajo a un hombre que abusó a Catalina, incluso Catalina suplicó su ayuda, y esa mujer m*****a la encerró para que la dañaran —dijo Luca, lleno de odio, mordiendo cada palabra con rabia, deseando lo peor para esa mala mujer.Los ojos de Mariza se cubrieron de terror, tanto que tomó la mano de su esposo.Jorge estaba furioso.—¡Esa desgraciada lo pagará caro! Me encargaré, hijo.Mariza y Jorge fueron a buscar a la señora Miles.Cuando llegaron, la mujer estaba ahí.—¿Dónde está su hija? —preguntó Mariza y por su gesto severo, la señora Miles temió que supieran todo.La mujer se levantó, asustada.—No lo sé.—¿No lo sabe? ¿Cómo qué no? Ella estaba aquí.—¡Se ha ido, no estaba tan grave! Ella… ¡No puede ir a pris
Cuando salieron de la consulta, Luca tomó la mano de Catalina.Ninguno dijo nada, subieron al auto, pronto llegaron a casa, Mariza y Jorge fueron con ellos.—¿Dónde está esa mujer? —dijo Luca, cuando llevó a Catalina a dormir.—No lo sé, estamos buscándola y llamé a un abogado, presentaremos una denuncia cuando Catalina esté mejor.—Temo que ella no quiera denunciar.—No lo sé. Debemos convencerla, hijo —dijo Jorge.Jorge y Mariza decidieron irse cuando Luca les dijo que estarían bien a solas.***Luca caminó a su despacho, no pudo màs, rompió en llanto, le dolía tanto saber que no pudo ayudar a Catalina.Cayó de rodillas, y sollozó sin control.«Lo siento tanto, no pude salvarte, no pude hacer nada por ti. Pero, te cuidaré ahora, juro que lo hago», pensó.Se levantó de ahí, limpió sus ojos, respiró profundo.Salió de ahí, hizo algo de comida y subió a la habitación. Al entrar, ella tenía ojos llorosos y rojizos.Èl se acercò puso la bandeja sobre la cama.—Debes comer.Ella negó.—No
Luca corrió tras Catalina, logró alcanzarla antes de salir de casa, la abrazó con fuerza por detrás, estrechando su cintura.Catalina rompió en llanto.—¡Suéltame! ¡Déjame ir!—¡No! Escúchame, por favor —dijo y la giró para que le mirara.—¡Déjame! Si no crees en mí, está bien, comprendo que ya no me ames, pero déjame ir.—¡Nunca! Mírame, no es verdad, estoy fingiendo, amor, tengo un plan para refundir a tu hermana en prisión.Catalina se quedó perpleja, mirò a Luca incrédula.—¡¿Qué?! —cuestionóÉl acunó su rostro.—Voy a destruir a Ariel, no voy a permitir que lo que te hizo quede así, voy a hundirla, la veré y haré que diga la verdad, dijo que llevaría al tipo que te dañó…—¡No! —exclamó—. No quiero saber quién es, ¡no quiero verlo! —gritó desesperadaLuca la abrazó al sentir su ansiedad.—No lo verás, él nunca te volverá a lastimar, ¡lo voy a matar!—¡No! No quiero perderte, Luca, no me dejes, por favor.Catalina lo abrazó con fuerzas.***Al día siguiente.Mia y Helena quedaron en