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Luca miró a Catalina, estaba tan confuso, se levantó dando tumbos, se acercò a Catalina.Ella casi intentó correr, pero él fue más hábil y rápido, la puso contra la cama, ella tenìa miedo. Mirò sus ojos.—¿Es verdad lo que dices? ¡No me mientas!Ella lloró.—¡No! ¡No miento! Estoy harta de mentir y de callar, estoy harta, yo también sufro como tú, sé que tú también sufres, lo siento, intenté defenderme, pero no pude.Luca se alejó de ella, incluso sintió que su borrachera había bajado.Salió de ahí y la dejó sola.Catalina rompió en llanto, no podía soportarlo.«¡Quisiera morir! Quisiera morir», pensó desesperada.Luca bajó la escalera, las palabras de Catalina retumbaban en su cabeza, rompió en llanto, cayendo al suelo, no podía más, comenzó a lanzar cosas al suelo, Catalina escuchaba, pero tenía mucho miedo para salir.Un empleado lo detuvo, lo llevaron al salón.—¡Suéltenme!Luca cayó al sofá, siguió llorando, y al final, se quedó dormido.***Mia y Arturo terminaron de comer el pas
Luca sintió que su respiración se volvía un tormento, se acercò a ella, casi tocaba su cara, pero apartó su mano.—¿Por qué? ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué escapaste así?Catalina lloraba sin control.—Porque…—¡¿Por qué?!—¡Porque tenía vergüenza, lo siento! Tenía miedo, porque ella dijo que, si lo decía, contaría mentiras y nunca me creería nadie.Ella cubrió su rostro con sus manos, sollozando sin control.Luca se apartó un segundo.—Yo te hubiese creído, y me hubieras ahorrado tanto dolor.—¡No! No lo sé, yo te juro que no quería, luché…Luca sintió sus propias lágrimas correr por sus ojos, quiso abrazarla, pero sintió como si hubiera un muro entre los dos.Retrocedió unos pasos.Salió de la habitación.«Nunca va a ser igual, nunca me abrazará, ni me dirá que no es mi culpa, nunca me volverá a amar», pensó sollozando, con el alma adolorida.Luca fue al despacho, bebió varias copas, luego tomó su móvil, llamó a la madre de Catalina.—Debe venir de inmediato.—¿Sucede algo malo,
Jorge llegó a casa y encontró el portón abierto, eso lo sorprendió. Entró en su auto, y cuando bajó, no pudo evitar escuchar fuertes gritos que lo sobresaltaron.La puerta principal estaba cerrada, pero escuchó un claro grito de auxilio, sin embargo, la puerta no estaba cerrada con llave, por lo que, al intentar abrir, la puerta cedió y se abrió.—¿Luca?—¡Auxilio! ¡Ayuda!La voz de una mujer gritando alertó a Jorge, el hombre no llevaba un arma, llamó con rapidez a sus guardias personales, les dijo que vinieran de inmediato, y tomó un jarrón, subió lentamente.El hombre temía que hubiese algún ladrón que tuviera sometido a su hijo y esposa, su corazón latía con desespero.—¡Suéltala! Vas a matarla, ¡ten piedad!Jorge entró, pero al ver a su hijo con las manos puestas en el cuello de Ariel, sintió pavor, el jarrón cayó de sus manos.Jorge reaccionó a separarlo.—¡Basta, Luca!Jorge logró alejarlo, la mujer cayó de rodillas, hiperventilando, sollozando con el cuello rojo.Su madre la a
—Te apoyaremos, hijo, te apoyaremos en todo —dijo Mariza con ojos cubiertos de lágrimas.—Tengo que ir con Catalina, no puedo dejarla sola.Mariza y Jorge estuvieron de acuerdo.—Pero, antes, dime, ¿Por qué atacaste a Ariel?—Fue Ariel, fue ella quien, en la despedida de soltera, trajo a un hombre que abusó a Catalina, incluso Catalina suplicó su ayuda, y esa mujer m*****a la encerró para que la dañaran —dijo Luca, lleno de odio, mordiendo cada palabra con rabia, deseando lo peor para esa mala mujer.Los ojos de Mariza se cubrieron de terror, tanto que tomó la mano de su esposo.Jorge estaba furioso.—¡Esa desgraciada lo pagará caro! Me encargaré, hijo.Mariza y Jorge fueron a buscar a la señora Miles.Cuando llegaron, la mujer estaba ahí.—¿Dónde está su hija? —preguntó Mariza y por su gesto severo, la señora Miles temió que supieran todo.La mujer se levantó, asustada.—No lo sé.—¿No lo sabe? ¿Cómo qué no? Ella estaba aquí.—¡Se ha ido, no estaba tan grave! Ella… ¡No puede ir a pris
Cuando salieron de la consulta, Luca tomó la mano de Catalina.Ninguno dijo nada, subieron al auto, pronto llegaron a casa, Mariza y Jorge fueron con ellos.—¿Dónde está esa mujer? —dijo Luca, cuando llevó a Catalina a dormir.—No lo sé, estamos buscándola y llamé a un abogado, presentaremos una denuncia cuando Catalina esté mejor.—Temo que ella no quiera denunciar.—No lo sé. Debemos convencerla, hijo —dijo Jorge.Jorge y Mariza decidieron irse cuando Luca les dijo que estarían bien a solas.***Luca caminó a su despacho, no pudo màs, rompió en llanto, le dolía tanto saber que no pudo ayudar a Catalina.Cayó de rodillas, y sollozó sin control.«Lo siento tanto, no pude salvarte, no pude hacer nada por ti. Pero, te cuidaré ahora, juro que lo hago», pensó.Se levantó de ahí, limpió sus ojos, respiró profundo.Salió de ahí, hizo algo de comida y subió a la habitación. Al entrar, ella tenía ojos llorosos y rojizos.Èl se acercò puso la bandeja sobre la cama.—Debes comer.Ella negó.—No
Luca corrió tras Catalina, logró alcanzarla antes de salir de casa, la abrazó con fuerza por detrás, estrechando su cintura.Catalina rompió en llanto.—¡Suéltame! ¡Déjame ir!—¡No! Escúchame, por favor —dijo y la giró para que le mirara.—¡Déjame! Si no crees en mí, está bien, comprendo que ya no me ames, pero déjame ir.—¡Nunca! Mírame, no es verdad, estoy fingiendo, amor, tengo un plan para refundir a tu hermana en prisión.Catalina se quedó perpleja, mirò a Luca incrédula.—¡¿Qué?! —cuestionóÉl acunó su rostro.—Voy a destruir a Ariel, no voy a permitir que lo que te hizo quede así, voy a hundirla, la veré y haré que diga la verdad, dijo que llevaría al tipo que te dañó…—¡No! —exclamó—. No quiero saber quién es, ¡no quiero verlo! —gritó desesperadaLuca la abrazó al sentir su ansiedad.—No lo verás, él nunca te volverá a lastimar, ¡lo voy a matar!—¡No! No quiero perderte, Luca, no me dejes, por favor.Catalina lo abrazó con fuerzas.***Al día siguiente.Mia y Helena quedaron en
Mia tenìa ojos al borde de llanto, estaba enrojecida hasta las raíces, aún tocaba su mejilla.Intentó irse.—Hija… —La palabra salió de la boca de la mujer de forma muy repentina.Cuando Mia se giró sorprendida, Darina se dio cuenta de lo que dijo, hundió la mirada, no era lo que quería decir, entonces, ¿Por qué lo había dicho?Rápidamente, su consciente obligó a pensar que la llamaba así porque era de esa forma en que llamaba a todas las mujeres menores a ella, pero, algo le decía muy dentro que no era cierto, y que su inconsciente sabía que Mia era su hija, cuyo odio parecía una máscara.—¡Yo no soy tu hija, lo has dejado claro, mil veces! ¿Qué quieres ahora? Déjalo así.Mia dio la vuelta, dispuesta a irse.—¡Mia! Catalina es una víctima.Mia se detuvo.—Claro, la adoras, ¿Verdad? Ojalá que Catalina fuera tu verdadera hija.—No, Mia, Catalina está sufriendo, estoy cerca de ella porque me identifico con su vida.—Quédate con ella —dijo Mia con tristeza en su corazón.Salió deprisa
—Mia…Mia se sentó sobre la cama, limpió sus lágrimas.—¿Por qué dices eso sobre los celos? Dime, ¿Es que a ti te gusta Luca…?—¡No! Es por Darina.Catalina frunció el ceño.—¿Darina?—Darina es mi madre.Catalina abrió ojos enormes.Ella sabía sobre lo que Darina vivió y tuvo una hija, ahora sabía que Mia era esa hija, sus ojos se llenaron de lágrimas.—¡Mia!—¿Lo sabes todo?Catalina asintió, se abrazaron.—Quiero ayudarte, Catalina, como no pude ayudar a mi propia madre, quiero que tú seas feliz, que no odies, quiero que seas salvada.—Mia no tienes que hacer esto, no expíes culpas que no son tuyas…—¿Estás embarazada?Catalina asintió.—¿Qué harás? ¿Vas a…?—No sé, quizás aborte o quizás no… quizás lo tenga y lo dé en adopción.Mia rompió en llanto.—¿No podrías amarlo ni un poquito? —exclamó con la voz rota.Catalina tenìa ojos enrojecidos, recordó el latido de ese corazón que aún estaba en su mente, todo el tiempo.—No lo sé, Mia, debo esperar, no sé nada, mi vida pende de un hil