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—Mia…Mia se sentó sobre la cama, limpió sus lágrimas.—¿Por qué dices eso sobre los celos? Dime, ¿Es que a ti te gusta Luca…?—¡No! Es por Darina.Catalina frunció el ceño.—¿Darina?—Darina es mi madre.Catalina abrió ojos enormes.Ella sabía sobre lo que Darina vivió y tuvo una hija, ahora sabía que Mia era esa hija, sus ojos se llenaron de lágrimas.—¡Mia!—¿Lo sabes todo?Catalina asintió, se abrazaron.—Quiero ayudarte, Catalina, como no pude ayudar a mi propia madre, quiero que tú seas feliz, que no odies, quiero que seas salvada.—Mia no tienes que hacer esto, no expíes culpas que no son tuyas…—¿Estás embarazada?Catalina asintió.—¿Qué harás? ¿Vas a…?—No sé, quizás aborte o quizás no… quizás lo tenga y lo dé en adopción.Mia rompió en llanto.—¿No podrías amarlo ni un poquito? —exclamó con la voz rota.Catalina tenìa ojos enrojecidos, recordó el latido de ese corazón que aún estaba en su mente, todo el tiempo.—No lo sé, Mia, debo esperar, no sé nada, mi vida pende de un hil
Llamaron a la puerta, Ariel se puso nerviosa.Luca fue a abrir, y la policía entró, la mujer no lo podía creer.Leyeron sus derechos y le dijeron que estaba detenida.—¿Por qué? ¿Cuál es mi delito? —exclamó desesperada—Se le acusa de cómplice de secuestro, violencia sexual contra una mujer.Los ojos de Ariel se abrieron enormes.—¡No tienen pruebas!—Tenemos pruebas, por eso queda detenido.La esposaron, Ariel comenzó a gritar con desesperación, pero nadie le hizo caso, la llevaron detenida.—¡No tienes pruebas, Luca!—Créeme que las tengo —dijo con una gran sonrisa.Afuera estaban Jorge, Diego y Arturo, junto al abogado, fueron con ellos rumbo a la comisaria.Al llegar, ahí estaban los padres de Ariel.El señor Miles lloraba sin control.—¡Por favor, Luca, ¡ayuda a mi hija!Luca le mirò sorprendido.—¿Sabe lo que su hija hizo? ¿Tiene idea del daño que causó a Catalina?—¡Entiende! Es su hermana, no podremos soportar ver a nuestra hija presa.—Pues yo sí que podré y Catalina también p
—Entiendo que tú estés en ese lugar, puedes amar u odiar, pero yo no quiero eso, no quiero eso ahora, estoy tan cansada —dijo Catalina sollozando.Helena la abrazó y la llevó a su habitación.Darina dio la vuelta y se fue.Mia fue tras ella, Amaranta quiso detenerla, pero Mariza intervino.—Déjala, por favor.Mia fue tras ella, Darina caminó por una calle, Mia tomó la mano de Darina.Darina se estremeció al sentirla, tenìa ojos cubiertos de lágrimas.—Lamento lo que dije ayer de Catalina, no quería insultarla, pensé lo peor, no sabìa porque la defendías, ahora lo sé, y te admiro por hacerlo.Las palabras de Mia lograban desestabilizarla.—Sè que me odias, y tienes tus razones, quisiera cambiarlas, pero no puedo, ojalá algún dìa…Darina soltó su mano.Mia sintió una tristeza oprimiendo su corazón.—Entiendo, tal vez nunca lo hagas, pero, Darina, debes saber que siempre estaré aquí, esperándote con los brazos abiertos, en las buenas y en las malas.Darina tenía ojos cubiertos de lágrimas
Al llegar a casa, Arturo cerró la puerta, cargó a Mia entre sus brazos, la subió a la alcoba.—¿Qué haces, Arturo?—Te amo, quiero amarte.Ella sonrió, feliz.Fueron a la habitación y al entrar la puso sobre la cama. Él comenzó a quitarse la ropa, era su habitación de siempre.—Te amo, Arturo, te amo…Él sonrió, era adorable escuchar que ella lo dijera, de esa forma en que parecía tan real.—¿Me perdonas? —exclamó con ojos dulces.Ella acunó su rostro, lo besó de nuevo.—Te perdono, olvido todo y te amo de nuevo.Él levantó su vestido, era la imagen perfecta de su fantasía más erótica, le quitó el sostén.Sus manos acariciarnos sus pechos, haciéndola gemir, solo al tacto, la recostó en la cama, necesitaba hacerla suya, besó su cuello, sus pechos, cada rincón de su piel, ella era tan suave como la seda, sus caricias incrementaron, sintiendo como ella temblaba, estaba tan encendida, podía escucharlo en sus labios, vio sus ojos cerrados, disfrutando de ese placer.Tocó entre sus piernas,
Luca mirò sus ojos, la abrazó a su pecho con fuerzas.—Tranquila, amor, pronto sabremos qué es lo correcto, confiemos en Dios.—¿Dios? ¿Aún crees en èl?Luca acunó su rostro.—Creo en él, porque lo veo atrás de tus ojos, en tu amor.Él la besó con dulzura.Ella sonriò. Y se recostó a su lado.***Al dìa siguiente.El abogado dijo que la siguiente semana comenzaría el juicio contra Ariel, pero que ella se negaba a decir el nombre del abusador. Esto sentó muy mal para Luca, no soportaba esa idea, quería saber quién era ese hombre, que tuviera un buen castigo.—Esperemos que la condenen, ¿creen que lo haga?—Su sentencia será severa si no dice nada, en cambio, si habla, puede tener una condena un poco màs corta.Luca asintió.—Te aseguro que, si se niega a hablar, también la obligaré a hablar —sentenció Luca.Luca debió salir, pero Mia llegó enseguida y Arturo fue con Luca.Ambos decidieron ir a la comisaría.—¿Crees que la pesadilla termine? —exclamó Luca.Arturo asintió.—Todo va a par
Luca volvió a casa. Catalina tenìa la cena lista, èl la mirò, Mia le contó lo que pasó.—¿Estás bien?Ella asintió.—Estaré bien.Luca le mostró una tarjeta.—Es una buena terapeuta, creo que podemos ir los dos.Ella la miró y asintió.—¿Podemos también apoyar a Darina? Ella ha sufrido lo mismo que yo, Luca. No quiero odiar al bebé, no quiero abandonarlo y que, cuando me busque, no sea capaz de amarlo. No quiero ser como Darina, ni que mi hijo sufra como Mia sufre, sin entender el porqué no es digna de recibir amor, no quiero eso.Luca la mirò con ternura, besó su frente.—Tú no eres así.—Sí, lo soy, cuando vi a mis padres, cuando solo quería defender a mi hermana, sentí tanto odio, quería acabar con ellos, tenía tanta rabia en mí, que me sentí como otra persona.—Amor, es normal sentir todo eso, eres una humana.—Pero, no quiero volverme un monstruo que solo siente ira u odio. Me han robado tantas cosas, Luca, pero no quiero que me roben el amor.Luca la abrazó.—No te lo robarán, y
Los padres de Ariel rompieron en llanto, se aceraron a abrazar a su hija, rogaron misericordia, pero nadie pudo creer en ellos.Al final, Luca salió de ahí, estaba asqueado de todo eso, pero feliz de que la justicia hubiese llegado.Luca recibió la llamada de Mia, ella parecía desesperada, le pidieron que fuera de inmediato.Luca sintió miedo, corrieron hasta ahí, Arturo fue con èl y avisaron al resto de la familia.Mariza y Jorge estaban por salir del juzgado, cuando los señores Miles se interpusieron en su camino.—Tengan piedad, ¡¿acaso no son padres?! ¡Tengan piedad!Jorge les mirò con rabia, hablaban de una piedad que no tuvieron con Catalina y eso solo les hizo enfurecer aún más.—¿Cómo se atreven a hablar de piedad? Lastimaron a Catalina, y en lugar de compadecerse y ayudar a su hija, prefieren ayudar a una criminal. Es culpa de ustedes que Ariel haya terminado asì.—¡No! Catalina es culpable, ustedes no saben, pero es probable que ella haya incitado a ese hombre.Jorge estuvo a
Ariel sollozaba y gritaba de dolor.—¡Ayúdenme! Por favor, ¡salívenme! —gritaba, pero nadie la salvaba.—Habla, o te mataremos a golpes.—¡Está bien! Lo diré, lo diré.—Dilo —dijo una mujer.—Bien, se llama Luis Saavedra, es un colega de mi generación de colegio.La mujer sonriò, apretó sus mejillas con tal fuerza, que Ariel sintió que podía quebrarle sus dientes.—¿Estás segura?—¡Sí, lo juro! —dijo chillando.La mujer la soltó, salió de ahí, y mirò atrás.—Ya saben lo que tienen que hacer.Ariel gritó con horror sabiendo que no la dejarían en paz, aunque hubiese confesado todo.***Luca recibió una llamada por la madrugada, se levantó al ver un número desconocido. Cuando respondió, supo quién era.—Ya tenemos el nombre, señor Luca, se llama Luis Saavedra.Luca se quedó en silencio por un largo rato.—Dijo que era un colega del colegio de Ariel Miles.—Bien, sigan haciendo su vida imposible.Luca colgó la llamada. Lanzó un suspiro.Más tarde, Luca volvió a la cama, observó a Catalina