HOLA, DÉJAME TUS COMENTARIOS O RESEÑAS GRACIAS POR LEER REGÁLAME TU LIKE EN EL CAPÍTULO
—Lo siento, Augusto…Èl sonrió.—No te preocupes, yo entiendo, ¿Quién gritaba tu nombre??Ella negó.—Nadie…—No me mientas, déjame ayudarte, sé que no nos conocemos, pero, me recuerdas a mi madre.Mariza frunció el ceño—¿A tu madre?—Ella también fue madre soltera —dijoMariza pensó en sus palabras.—Tu madre debió ser muy buena.Èl sonrió, asintió, pero mintió.Mariza recibió una llamada.—Hola.—Señora Mariza, hemos conseguido un nuevo video de la cámara de seguridad, ¿puede volver a la cafetería?—Voy para allá.Mariza colgó la llamada, mirò al hombre.—Gracias por todo. Debo irme.Augusto asintió. No apartó su mirada de ella.***Mariza llegó a la cafetería, el investigador estaba muy acelerado.—¿Qué sucede?? Necesito conocer el contenido de ese video, necesito verlo por mí misma, por favor.El hombre asintió.Giró su computadora y se lo mostró.Los ojos de Mariza se abrieron enormes.«Vio a su hermana Perla, cargaba aún al bebé, una mujer se acercò a ella, y esta vez el rostro
Augusto empujó a Jorge, le mirò con odio, luego se alejó hasta llegar a su departamento, entró y cerró.—¡Ese maldito loco! No merece a una mujer tan bella, ella huyó de èl, quizás es tan violento como el maldito Pedro Rincón. Mariza, no te voy a perder a ti, debes ser mía, solo mía —murmuró.***Jorge caminó por el departamento, su corazón latía como un rugido.Fue hasta la habitación, encontró las cosas de Mariza, su perfume que lo enloquecía, su ropa, impregnada de su aroma.Se recostó en la cama.—¿Dónde estás, Mariza? ¿Sabes que estoy aquí y por eso volviste a escapar? No, vas a volver, haré lo que sea, pero volverás a mí —dijo.Jorge cerró los ojos, durmió en esa cama.***Al día siguienteMariza despertó. Tomó el diario de Perla, leerlo era tan difícil, era un precioso cuaderno, cocido con hilo de plata y una funda de cuero.Ella decidió guardarlo en su cartera, pronto debía reunirse con el investigador, iban a poner una trampa a esa mujer, Mariza buscaba cualquier oportunidad
Mariza empujó a Jorge. Limpió sus labios con rabia.—¡¿Cómo te atreves a besarme?! Ya no eres mi esposo, si quieres un beso, busca a Mónica Flores, pueden hacer un beso de tres con tu hermano.Jorge la mirò furioso, luego sonrió con cinismo.—Entre Mónica y yo no hay nada, no hubo nada, desde antes de que me casará contigo, y cuando nos casamos.—¡Mientes! Vi esa foto.—¡Esa foto no era real! Sì, me quedé a dormir ahí, pero…Mariza rio desesperada.—Entonces, debo creer que dormiste en la cama de esa mujer, a su lado, ¿y no la tocaste? De verdad, eres pésimo, ¿me crees tan idiota? Olvídalo, Jorge, ya no me importa, tú no me importas.—Pues voy a importarte de nuevo, soy tu esposo, no tengo intenciones de firmar el divorcio.—¿Quién te crees que eres? Firmarás el divorcio, nadie puede retener a una mujer que no te quiere a tu lado.—¡Cállate! —gritó con furiaMariza se asustó, empujó su cuerpo atrás, al mirarlo.—Ya basta, Mariza, estoy cansado, volverás a casa, como lo que eres, mi
—Está bien, me equivoqué, Mariza, me equivoqué al tratarte de una forma tan cruel, al no decirte la verdad sobre Mónica, al tratarte como si fueras un contrato, me arrepiento.Los ojos de Mariza le miraron severos.—Ah, ¿Sì? ¿Te arrepientes? Aun así, te revolcaste con ella cuando estábamos casados.—¡No fue así! Lo juro, créeme.Mariza no dijo nada, hundió la mirada, no podía creerle, era demasiado desconfiada, él había perdido su confianza para siempre.—Desde que estuvimos esa noche, no volví a estar con otra mujer, sé que suena hipócrita, o absurdo, puedes pensar lo que quieras, pero esa noche fue todo para mì, solo he soñado con volver a hacerte mía, con ser feliz contigo, con hacerte el amor cada noche y cada dìa.Los ojos de Mariza se abrieron con estupor.—¡Mientes! Y sí, suena hipócrita, nunca lo dijiste, ¿Por qué?—Porque… tenìa miedo, no lo sé, no pensaba perderte.—¿Así que eres de esos hombres? ¿Eh? De los que solo aman cuando pierden, no eres hipócrita, o absurdo, eres pat
—¡¿Cómo te atreves a usar a un niño, Jorge Santalla?! ¡¿Qué bajo has caído?—No has escuchado, querida esposa, que en la guerra y en el amor todo se vale. Estoy dispuesto a demostrarte cuánto te amo, no seré el mismo mal esposo del pasado.—Vete…—Vendré mañana y espero que tu respuesta sea otra. Mariza, llevas en tu vientre el fruto de nuestro amor, es nuestro hijo, y no me alejarás de èl.Jorge salió de ahí.Caminaba por el hospital. Se sentía tan desesperado.«Jorge Santalla, ¿Cómo perdiste todo? Perdiste a la mujer que amas, a tu padre, todo en lo que creías, ahora no puedes perder a tu hijo. No soporto saber que perdí a Mariza, cuando ella me amaba como siempre anhelé ser amado. Si tan solo pudiera demostrarle que puedo ser el hombre con que siempre soñó», pensó con desespero.Al día siguiente.Mariza estaba vestida, solo quería irse, intentó hacerlo.—Lo siento, señora, no puede salir.Ella mirò con rabia a los guardias. Volvió a la habitación cerrando la puerta en las caras de
Mariza se liberó de ese beso. Su rostro estaba enrojecido, odiaba el control que ese hombre solía tener sobre sus emociones.—Quiero irme de aquí.—Tus deseos son ahora mis órdenes, querida.Jorge le dio esa caja.—Esto es tuyo.Ella abrió la caja, lo que vio a continuación la dejó perpleja, no solo eran sus anillos de boda, también era un collar con un corazón de diamantes.—¿Qué es esto? ¿Ahora vas a conquistarme con joyas?—Con joyas, con regalos, con rosas, con caricias, beso, con amor, con pasión, en la cama, y en todas partes, haré lo que sea, pero te voy a conquistar, otra vez.Jorge sonrió, esta vez su sonrisa parecía genuina y cálida.Ella no dijo nada, èl salió.Observó el collar, era hermoso. Lo puso sobre una mesa.Su maldito orgullo no le dejaría confesar que le gustaba su collar.***Enrique buscaba en el jardín a Amaranta, cuando la vio, se acercò lento, ella apenas y se percató, pero cuando lo hizo, intentó irse, pero èl cerró su camino.—¿Tan mal beso que ahora me ev
Enrique iba detrás de ella, pero escuchó la voz de su padre.—¡Enrique! Vuelve a casa.Enrique tuvo que entrar, encontró a su madre muy cerca de Mónica.Los ojos de su padre irradiaban una rabia feroz.—¿Y ese hijo que esperas es de Enrique? —exclamó Jerónimo mirando a la mujerMónica sonriò, tocó su vientre.—Claro, que es hijo de Enrique, de nadie más —sentenció la mujer.—Exijo una prueba de paternidad —dijo Jerónimo—. O no se reconocerá ese hijo por parte de algún Santalla.Mónica sonriò.—Haremos la prueba de paternidad, este hijo es un Santalla, no tengo ninguna duda de eso —aseveró la mujer.Silvia abrazó a Mónica.—¡Tendremos al heredero, Mónica se quedará a vivir con nosotros! Mientras la boda se realiza.—¿Boda? Pero, ¿de qué m*****a boda hablas, madre?—¡De nuestra boda, Enrique! Si no le darás a nuestro bebé una familia, yo prefiero abortar a este niño.Los ojos de Enrique se abrieron enormes.—¡Esto es un chantaje! —exclamó JerónimoLa mujer caminó dos pasos hacia èl, le m
Mariza se despidió del pequeño Luca, pero el niño lloraba sin control abrazado a su pecho.Jorge lo miraba compasivo, hasta que se acercò y lo cargó el mismo.—Luca, te prometo una cosa, vendremos por ti, pronto, en un par de días.—¿Y mi gatito?Jorge sonriò.—Te prometo que, cuando vayamos a nuestra casa juntos, tendremos un gatito.—¡Sì! —exclamó el pequeño y lo abrazó.—Gracias, papi.Los ojos de Jorge se abrieron grandes, sonriò.Mariza estaba tan sorprendida, sonriò.Jorge dio un beso a la frente del niño. La monja tomó al niño y llevó adentro.Jorge y Mariza salieron, subieron al auto.—Me ha llamado papá, parece que hemos dado un gran salto, ¿no lo crees?Mariza le mirò de reojo, asintió.Jorge condujo, el auto de guardias iba detrás.Apenas se fueron, Augusto salió del auto y mirò el orfanato.—Mi hijo, van a llevarse a mi hijo, no debo admitirlo —se quedó pensativo—. Me gusta la idea de que seas la madre de mi hijo, Mariza, tu hermana era tan débil y necesitada de amor que me