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Luca miró a Mia, tuvo también miedo, después de todo, para él, Arturo era de su familia, su primo.Mia estaba ansiosa, no podía ni hablar, sollozó y Luca tomó el control, tomó el teléfono y escuchó la dirección.Colgó.—Vamos al hospital.Antes de irse, llamaron a Amaranta y Diego, ellos debían estar ahí.***En el hospital.Al llegar, Mia estaba desesperada, pidieron información, solo les indicaron que Arturo estaba siendo atendido.Amaranta llegó y la abrazó.—¡Madrina, lo siento mucho! Yo no quería que esto pasará, yo…—¡No es tu culpa, Mia! No tienes nada que ver en esto, hija, ha sido un accidente.Mia sollozó.El doctor llegó, Diego se acercó a èl.—¿Cómo está mi hijo?—El paciente está bien, sufrió unos golpes, nada que no cure en quince días.Respiraron con alivio.—¿Podemos verlo? —preguntó MiaLucca no quería que lo viera, pero no se atrevió a decir nada, ni impedirlo.—Ve tu primero, Mia, yo iré después.Mia ni lo pensó, porque sentía una angustia que solo calmaría si veía
Corina llegó al motel donde Ariel le pidió encontrarse.Ella estaba tan asustada, porque su empleada de limpieza la llamó y le dijo que la policía estaba buscándole.Al entrar a la habitación de ese lugar de mala muerte, Ariel estaba ahí.—¡Dijiste que esos hombres no hablarían! Y mira lo que pasó —exclamó.—Tranquila, no hay nada que hacer, ya hablaron.Corina la empujó.—¡Quieren llevarme presa a mí!—Pues ni modo, ese es tu problema, no el mío.Corina abofeteó su rostro.Tomó su teléfono, reprodujo un video, era Ariel revelando el daño que le había hecho a Catalina.—¡O me liberas de esto o este video irá a todo el mundo!Ariel se lanzó sobre ella, pero Corina la empujó al suelo.Corina salió corriendo, Ariel la maldijo en su mente.Salió desesperada, llegó al estacionamiento y fue tras ella.Corina corría por las calles, estaba dispuesta a llamar a Arturo, pero èl no respondió, entonces, la mujer le envió un mensaje, se detuvo para escribir.«Es verdad, sí, yo pagué para que creye
—¡Demonios! —exclamó Luca, incrédulo de que hubiese pasado eso.Mirò a su hermana.—¿Sabías qué ocurriría?Helena negó, pero se acercó a él.—Luca, mira mis ojos, no nos hagamos tontos, sabes que Mia ama a Luca, casarse contigo por despecho no lleva a nada bueno, tú tampoco lo amas, solo querías vengarte de Catalina, por favor, eres mejor que esto.Luca hundió la mirada.—¿Por qué no me dijiste que viste a Catalina?Helena lanzó un suspiro.—No quería herirte, pero si la vi, parece que eligió el hábito. Aún creo que algo oculta.—La odio, la odio como la amé.Helena negó, acunó su rostro, y volvió a negar.—No te mientas, el odio no es màs que un amor confundido, aún la amas, pero estás furioso, lo único contrario al amor es la indiferencia y ella es todo menos indiferente para ti, acéptalo, solo así podrás sanar.Helena se alejó y fue adentro a avisar que la fiesta se cancelaba.Pero, Luca entró.—Sigan la fiesta, me casaré, pero no con Mia.Jorge se acercò a su hijo.—¿Qué es este
Mia tenìa ojos enormes, parecía en trance, apenas las palabras salieron de la boca de Arturo, sintió mucho miedo, pensó que había roto a Mia.La abrazó con rapidez, pero ella lo empujó, no lo empujó de una forma agresiva, aún tenìa la mirada perdida, era como si estuviera tratando de comprender cada palabra que decía.—¿Qué? ¿Qué dijiste? No puede ser…—Mia, esto no tiene nada que ver contigo, tú eres una persona maravillosa y…—¡¿Es cierto?!Mia se sentó en la cama, sus lágrimas rebotaron.—No lo puedo creer.Arturo se puso de cuclillas frente a ella, tomó sus manos y las besó.—No, Mia, mírame, por favor, no quería hacer esto, no quería decírtelo.—¡Me has mentido todo el tiempo! —dijo feroz, empujándolo al suelo, se levantó.Arturo se levantó, acunó su rostro.—Te amo, mi amor, perdóname; es que, no quería decírtelo, no quería hacerte sufrir.—¿Querías dejarme en tus mentiras por siempre?—No, Mia, solo no quería que sufrieras, hubiera callado toda la vida para no romperte el recuer
Amaranta se levantó como un resorte, sintió terror.—¡¿Qué?! ¡No puede ser!Mariza también estaba consternada.—Quiero saber la verdad, ¿De qué habla Arturo? ¡Digan algo!Mariza apartó a su hijo y procedió a contarle la historia.—¿Qué haré si Mia me odia? —exclamó Amaranta—. ¡La perderé para siempre, Diego! —exclamó asustada y el hombre la abrazó para consolarla.***Al dìa siguiente.Cuando Mia despertó, observó a Arturo a su lado, dormía como un ángel.Se levantó y recordó todo lo que pasó anoche, cada palabra que la estaba matando.Caminó hacia el balcón, observó el hermoso paisaje, árboles verdes, lago cristalino y cielos azules, pero su estado mental no concordaba con ese lugar.Ella era una bomba a punto de explotar, quería llorar, gritar, maldecir.Pensó en su madre, ¿quién sería ella? Eso se preguntaba.«Nunca pudo quererme, y no podría exigirlo, ¿Quién puede amar a una persona que nace en esas circunstancias? Y ese hombre, merece el infierno»Mia rompió en llanto, sintió uno
—¿Por qué nunca me lo dijiste, madrina?Amaranta sintió que su corazón era pesado, acarició su rostro.—Yo… no quería herirte, no quería verte sufrir, quería adoptarte como mi hija, pero, pensé que te haría sufrir màs.—Tú has sido como mi madre, eres mi madre.Amaranta sollozó.Mia la abrazó, podía entender él porque de sus mentiras, al menos le dieron la mejor memoria a un padre que definitivamente no lo fueron, pero ella siempre los tuvo a ellos.Diego también la abrazó, igual que Mariza y Jorge.—Quiero saber una cosa, ¿Quién es mi madre?Todos se miraron, sabían que ya no podían seguir mintiéndole màs. Debian ser claros con ella.—Tu madre, trabajaba con nosotros como una empleada —dijo Mariza—. Esa una mujer humilde, pero muy buena.—Y la conoces —dijo Amaranta.Los ojos de Mia se volvieron enormes.Todos la miraron incrédulos.—¿Qué? ¿Quién es, madrina? Díganme, no voy a enloquecer, ni voy a morir de dolor, solo quiero saber la verdad.—Ella se llama Darina, y es una de las mo
Mia corrió a ayudar a la mujer, pero ella se levantó, alejándose aún màs.—Yo no soy tu madre, debes irte.Mia sintió como si ella hubiese golpeado su corazón, esperaba una respuesta así, pero no tan cruel.Darina estaba por irse.—Lo sé, sé que no me quieres, sé que me odias, y tal vez, tal vez tienes motivos, pero… al menos, merezco una explicación, una mínima, ¿no?Darina contuvo sus ganas de llorar, respiró profundo.—No quiero tener nada que ver contigo, déjame en paz, Mia, no soy tu madre, no nos une nada, creo que sabes la verdad, por favor, deja mi vida en paz, te lo suplico, vete.Mia sollozó, limpió sus lágrimas y caminó hasta ella.Luego limpió su rostro.—Fue un error venir aquí, perdóname, Darina, no debí hacerlo, haré lo que quieres, adiós.Mia siguió su camino, tenìa el corazón roto, pero no se detuvo.Darina la vio irse, no pudo evitar llorar cuando ella se marchó, odiò que ella lo supiera todo, odiò verla ahí, porque volvía a recordarle el infierno que vivió.«Luego de
—Entonces, me temo que no puedo ayudarles.—¡Catalina, tu padre morirá sin esa operación! ¿Cómo puedes ser una mujer tan cruel?Catalina rompió en llanto, se alejó de ellos.Luca no dejó de mirarla, sentía odio y rabia al ver como lo despreciaba.—Yo puedo casarme contigo, Luca, no tienes por qué pedirle nada a ella —dijo Ariel, casi como una súplica.Ariel la mirò rabioso.—Nunca me casaré contigo, hable con su hija, señora Miles, me temo que, si ella no cede, no podré ayudarles.Luca tomó el elevador y se alejó.Catalina estaba sola en un rincón, cuando su madre la increpó.—¡¿Cómo puedes ser tan cruel?! Tu padre morirà, ¿Acaso no lo entiendes?Catalina sollozó.—¡Madre, no puedo casarme!—¿Por qué no? Hasta hace poco adorabas a Luca, ¿Qué fue lo que pasó, Catalina?Ariel la miraba. Catalina la apuntó.—Ella, ella tiene la culpa de todo.Ariel sintió miedo.—¿Qué? —la madre mirò a Ariel con duda—No es cierto, madre, es mentira, ella es una zorra.—¡Ella llevó a un amigo a la despe