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—¡Yo nunca le daré el divorcio a Enrique! Es mi esposo, y aunque se revuelque con mil zorras, será solo mío.Enrique arrebató las fotografías de las manos de Amaranta, pero era tarde. Podía ver que la forma en que ella lo miraba había cambiado.—Amaranta, yo…—¡A mí es a quien le debes pedir perdón!Enrique mirò a Valeria con odio.—¡Se acabó! —gritó—. ¡Estoy harto de ti, de tu mala actitud, de tu amargura! No importa que seas bella, o que seas de alta alcurnia, escúchame bien, Valeria, estás loca, y eres mala persona. No te quiero, no siento nada por ti, haremos un examen de fertilidad, y si no puedes darme un hijo, firmas el divorcio y te largas de mi vida.Los ojos de la mujer se abrieron con miedo, retrocedió, comenzó a llorar. Enrique intentó irse, pero la mujer se arrastró a sus pies.—¡Suéltame, estás loca!Al final, Valeria quedó ahí en el suelo llorando.Amaranta salió corriendo y encontró a Enrique en el jardín.Ella intentó desviarse del camino, no verlo, pero èl cerró el ca
Jerónimo miró a Enrique.—Padre, perdóname, por favor, no sé qué me pasó, me dejé llevar por…—Por la ambición, por la lujuria, ¿cómo puedes ser mi hijo, Enrique?? No te importó tu hermano, no te importé yo. Sabías que esa mujer era una traidora, pudiste decirlo desde que esto empezó. ¡Hubieras evitado el divorcio de Jorge y Mariza!—¡¿Qué!? —exclamó incrédulo.—¡Ayuda! —escucharon los gritos.Se miraron a los ojos, y fueron corriendo.Cuando entraron a la casa, escucharon los lamentos de Amaranta.—¡Amaranta!Los ojos de Enrique se abrieron tan grandes, como si fueran a salir de sus cuencas.—¡Oh, por Dios! ¡Valeria! —gritó desesperado.Jerónimo tocó su pecho, estaba impactado.Los paramédicos llegaron pronto, pero no pudieron hacer nada. Valeria había muerto al instante, al golpear tan fuerte su cabeza.***Jorge iba en camino a Mayrit, buscaría a cada amiga que conocía de Mariza, a todo el mundo, hasta que recibió esa llamada. Estacionó con rapidez a un lado del camino, pensó si era
Jorge fue a casa, no podía estar en paz en ningún lugar, pensaba en Mariza, llevaban poco tiempo juntos, ¿dos meses? No importaba, la extrañaba tanto, ni siquiera ver su rostro, ni siquiera oír su voz, incluso si era solo un insulto.Cuando llegó a casa, la encontró fría y vacía.No había nadie esperándolo, se sentía como un perro abandonado.Subió la escalera, entró a su habitación, abrazó las almohadas donde ella durmió, olió su perfume, no había nada más de ella, y, sin embargo, toda esa habitación era ella, su fantasma se paseaba por ahí.—¿Por qué descubrí mi amor por ti cuando te pierdo? Soy un imbécil, me odiarás, pero déjame conquistarte, déjame demostrarte que soy digno de tu gran amor.Jorge durmió en esa cama.Al día siguiente.Mónica estaba en casa, su amiga la observaba, mientras ella terminaba de empacar.—¿A dónde te irás, Chantal?—Con un amigo, me va a ayudar por ahora con mi tratamiento, me puso en el seguro médico.—Bien por ti.—¿Y tú qué harás?Mónica sonrió de esa
Mariza estaba a punto de ir a dormir.Observó el teléfono móvil, no podía encenderlo; si lo hacía, podían localizarla.«Estoy paranoica», pensó.Mariza se calmó, y fue a tomar un baño caliente. Aún no venía su menstruación.Llevaba un retraso de quince días, pero ella era muy irregular, así que pensó que un baño caliente podría ayudar a que la menstruación viniera.Había pasado, por tanto, estrés, estos dos meses, màs el tiempo de la boda, que pensó que era normal, que aún no menstruara. Se metió en la bañera, no pudo evitar pensar en Jorge, odiaba no controlar su mente.«Todo lo que debo pensar es en Perla, debo saber dónde está su hijo, es por eso que ella viene a mi mente todo el tiempo, que viene a mis sueños, no quiere que deje a su hijo desamparado», pensó.Salió del baño y se vistió con la ropa de dormir, estaba a punto de recostarse, cuando las luces se apagaron.Se asustó mucho.Casi entraba en pánico, solía temer mucho a la oscuridad, tomó su teléfono y encendió la linterna
Mariza se levantó de la camilla, le habían dado el alta, solo quería ir a casa, al salir encontró a ese hombre.—¿Puedo llevarte a casa?—Lo siento, yo no te conozco, y…El hombre sonrió.—Soy tu vecino, hace poco, acabo de rentar el departamento al lado tuyo.Ella se quedó sorprendida, no conocía a ese hombre.—Bueno, vamos a donde mismo.Augusto sonrió, ambos caminaron a la salida.—Toma mi mano, Mariza, estás débil, no quiero que nada malo te pase.Ella dudó, tomó su mano.Pronto llegaron a su camioneta, subieron y èl condujo.—¿Cómo te sientes? Sè que no me conoces, Mariza, pero no quiero que nada malo te pase, me preocupé mucho al verte sobre el suelo.Ella asintió.—Gracias, estaré bien. Estoy embarazada, así que es algo normal hasta cierto punto.Èl la mirò.«Mariza es aún más hermosa que Perla, y está embarazada», pensó—¿Y el padre de tu hijo? Debería estarte cuidando.Mariza hundió la mirada, pensó en Jorge.—Mi hijo… no tiene padre, seré madre soltera, eso es —dijoSe detuvi
Mónica sonrió feliz.«¡Embarazada! Esto es maravilloso, tal vez me sacaste de tu vida, Jorge, pero no me has sacado por completo, me verás volver de la mano de Enrique, tu querido hermano. Ya veremos, Jerónimo, lo haré pagar a todos, ¡Qué buena suerte! Mi venganza no ha terminado, Jerónimo, apenas comienza», pensó.***Jorge partió a Ciudad Barza, llegó casi de noche, estaba agotado y se quedó en un hotel caro de la ciudad.Pensó en Mariza, ¿Dónde estaba?No tenìa ganas de nada.Mariza no estaba muy lejos de èl, a menos de una hora de distancia.Ella estaba terminando la cena, tomaba muy juiciosa los medicamentos que el doctor recetó, hasta ahora no se sentía como una embarazada, sin náuseas, sin mareas, sin engordar, por ahora todo le iba bien.Llamaron a la puerta, al abrir, era el detective privado.—¿Sucede algo?—Existe un video sobre su hermana, pero solo podremos verlo con mucho dinero, están pidiendo trescientos mil euros por el video.Los ojos de Mariza se abrieron incrédulos.
—Lo siento, Augusto…Èl sonrió.—No te preocupes, yo entiendo, ¿Quién gritaba tu nombre??Ella negó.—Nadie…—No me mientas, déjame ayudarte, sé que no nos conocemos, pero, me recuerdas a mi madre.Mariza frunció el ceño—¿A tu madre?—Ella también fue madre soltera —dijoMariza pensó en sus palabras.—Tu madre debió ser muy buena.Èl sonrió, asintió, pero mintió.Mariza recibió una llamada.—Hola.—Señora Mariza, hemos conseguido un nuevo video de la cámara de seguridad, ¿puede volver a la cafetería?—Voy para allá.Mariza colgó la llamada, mirò al hombre.—Gracias por todo. Debo irme.Augusto asintió. No apartó su mirada de ella.***Mariza llegó a la cafetería, el investigador estaba muy acelerado.—¿Qué sucede?? Necesito conocer el contenido de ese video, necesito verlo por mí misma, por favor.El hombre asintió.Giró su computadora y se lo mostró.Los ojos de Mariza se abrieron enormes.«Vio a su hermana Perla, cargaba aún al bebé, una mujer se acercò a ella, y esta vez el rostro
Augusto empujó a Jorge, le mirò con odio, luego se alejó hasta llegar a su departamento, entró y cerró.—¡Ese maldito loco! No merece a una mujer tan bella, ella huyó de èl, quizás es tan violento como el maldito Pedro Rincón. Mariza, no te voy a perder a ti, debes ser mía, solo mía —murmuró.***Jorge caminó por el departamento, su corazón latía como un rugido.Fue hasta la habitación, encontró las cosas de Mariza, su perfume que lo enloquecía, su ropa, impregnada de su aroma.Se recostó en la cama.—¿Dónde estás, Mariza? ¿Sabes que estoy aquí y por eso volviste a escapar? No, vas a volver, haré lo que sea, pero volverás a mí —dijo.Jorge cerró los ojos, durmió en esa cama.***Al día siguienteMariza despertó. Tomó el diario de Perla, leerlo era tan difícil, era un precioso cuaderno, cocido con hilo de plata y una funda de cuero.Ella decidió guardarlo en su cartera, pronto debía reunirse con el investigador, iban a poner una trampa a esa mujer, Mariza buscaba cualquier oportunidad