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Jorge fue a casa, no podía estar en paz en ningún lugar, pensaba en Mariza, llevaban poco tiempo juntos, ¿dos meses? No importaba, la extrañaba tanto, ni siquiera ver su rostro, ni siquiera oír su voz, incluso si era solo un insulto.Cuando llegó a casa, la encontró fría y vacía.No había nadie esperándolo, se sentía como un perro abandonado.Subió la escalera, entró a su habitación, abrazó las almohadas donde ella durmió, olió su perfume, no había nada más de ella, y, sin embargo, toda esa habitación era ella, su fantasma se paseaba por ahí.—¿Por qué descubrí mi amor por ti cuando te pierdo? Soy un imbécil, me odiarás, pero déjame conquistarte, déjame demostrarte que soy digno de tu gran amor.Jorge durmió en esa cama.Al día siguiente.Mónica estaba en casa, su amiga la observaba, mientras ella terminaba de empacar.—¿A dónde te irás, Chantal?—Con un amigo, me va a ayudar por ahora con mi tratamiento, me puso en el seguro médico.—Bien por ti.—¿Y tú qué harás?Mónica sonrió de esa
Mariza estaba a punto de ir a dormir.Observó el teléfono móvil, no podía encenderlo; si lo hacía, podían localizarla.«Estoy paranoica», pensó.Mariza se calmó, y fue a tomar un baño caliente. Aún no venía su menstruación.Llevaba un retraso de quince días, pero ella era muy irregular, así que pensó que un baño caliente podría ayudar a que la menstruación viniera.Había pasado, por tanto, estrés, estos dos meses, màs el tiempo de la boda, que pensó que era normal, que aún no menstruara. Se metió en la bañera, no pudo evitar pensar en Jorge, odiaba no controlar su mente.«Todo lo que debo pensar es en Perla, debo saber dónde está su hijo, es por eso que ella viene a mi mente todo el tiempo, que viene a mis sueños, no quiere que deje a su hijo desamparado», pensó.Salió del baño y se vistió con la ropa de dormir, estaba a punto de recostarse, cuando las luces se apagaron.Se asustó mucho.Casi entraba en pánico, solía temer mucho a la oscuridad, tomó su teléfono y encendió la linterna
Mariza se levantó de la camilla, le habían dado el alta, solo quería ir a casa, al salir encontró a ese hombre.—¿Puedo llevarte a casa?—Lo siento, yo no te conozco, y…El hombre sonrió.—Soy tu vecino, hace poco, acabo de rentar el departamento al lado tuyo.Ella se quedó sorprendida, no conocía a ese hombre.—Bueno, vamos a donde mismo.Augusto sonrió, ambos caminaron a la salida.—Toma mi mano, Mariza, estás débil, no quiero que nada malo te pase.Ella dudó, tomó su mano.Pronto llegaron a su camioneta, subieron y èl condujo.—¿Cómo te sientes? Sè que no me conoces, Mariza, pero no quiero que nada malo te pase, me preocupé mucho al verte sobre el suelo.Ella asintió.—Gracias, estaré bien. Estoy embarazada, así que es algo normal hasta cierto punto.Èl la mirò.«Mariza es aún más hermosa que Perla, y está embarazada», pensó—¿Y el padre de tu hijo? Debería estarte cuidando.Mariza hundió la mirada, pensó en Jorge.—Mi hijo… no tiene padre, seré madre soltera, eso es —dijoSe detuvi
Mónica sonrió feliz.«¡Embarazada! Esto es maravilloso, tal vez me sacaste de tu vida, Jorge, pero no me has sacado por completo, me verás volver de la mano de Enrique, tu querido hermano. Ya veremos, Jerónimo, lo haré pagar a todos, ¡Qué buena suerte! Mi venganza no ha terminado, Jerónimo, apenas comienza», pensó.***Jorge partió a Ciudad Barza, llegó casi de noche, estaba agotado y se quedó en un hotel caro de la ciudad.Pensó en Mariza, ¿Dónde estaba?No tenìa ganas de nada.Mariza no estaba muy lejos de èl, a menos de una hora de distancia.Ella estaba terminando la cena, tomaba muy juiciosa los medicamentos que el doctor recetó, hasta ahora no se sentía como una embarazada, sin náuseas, sin mareas, sin engordar, por ahora todo le iba bien.Llamaron a la puerta, al abrir, era el detective privado.—¿Sucede algo?—Existe un video sobre su hermana, pero solo podremos verlo con mucho dinero, están pidiendo trescientos mil euros por el video.Los ojos de Mariza se abrieron incrédulos.
—Lo siento, Augusto…Èl sonrió.—No te preocupes, yo entiendo, ¿Quién gritaba tu nombre??Ella negó.—Nadie…—No me mientas, déjame ayudarte, sé que no nos conocemos, pero, me recuerdas a mi madre.Mariza frunció el ceño—¿A tu madre?—Ella también fue madre soltera —dijoMariza pensó en sus palabras.—Tu madre debió ser muy buena.Èl sonrió, asintió, pero mintió.Mariza recibió una llamada.—Hola.—Señora Mariza, hemos conseguido un nuevo video de la cámara de seguridad, ¿puede volver a la cafetería?—Voy para allá.Mariza colgó la llamada, mirò al hombre.—Gracias por todo. Debo irme.Augusto asintió. No apartó su mirada de ella.***Mariza llegó a la cafetería, el investigador estaba muy acelerado.—¿Qué sucede?? Necesito conocer el contenido de ese video, necesito verlo por mí misma, por favor.El hombre asintió.Giró su computadora y se lo mostró.Los ojos de Mariza se abrieron enormes.«Vio a su hermana Perla, cargaba aún al bebé, una mujer se acercò a ella, y esta vez el rostro
Augusto empujó a Jorge, le mirò con odio, luego se alejó hasta llegar a su departamento, entró y cerró.—¡Ese maldito loco! No merece a una mujer tan bella, ella huyó de èl, quizás es tan violento como el maldito Pedro Rincón. Mariza, no te voy a perder a ti, debes ser mía, solo mía —murmuró.***Jorge caminó por el departamento, su corazón latía como un rugido.Fue hasta la habitación, encontró las cosas de Mariza, su perfume que lo enloquecía, su ropa, impregnada de su aroma.Se recostó en la cama.—¿Dónde estás, Mariza? ¿Sabes que estoy aquí y por eso volviste a escapar? No, vas a volver, haré lo que sea, pero volverás a mí —dijo.Jorge cerró los ojos, durmió en esa cama.***Al día siguienteMariza despertó. Tomó el diario de Perla, leerlo era tan difícil, era un precioso cuaderno, cocido con hilo de plata y una funda de cuero.Ella decidió guardarlo en su cartera, pronto debía reunirse con el investigador, iban a poner una trampa a esa mujer, Mariza buscaba cualquier oportunidad
Mariza empujó a Jorge. Limpió sus labios con rabia.—¡¿Cómo te atreves a besarme?! Ya no eres mi esposo, si quieres un beso, busca a Mónica Flores, pueden hacer un beso de tres con tu hermano.Jorge la mirò furioso, luego sonrió con cinismo.—Entre Mónica y yo no hay nada, no hubo nada, desde antes de que me casará contigo, y cuando nos casamos.—¡Mientes! Vi esa foto.—¡Esa foto no era real! Sì, me quedé a dormir ahí, pero…Mariza rio desesperada.—Entonces, debo creer que dormiste en la cama de esa mujer, a su lado, ¿y no la tocaste? De verdad, eres pésimo, ¿me crees tan idiota? Olvídalo, Jorge, ya no me importa, tú no me importas.—Pues voy a importarte de nuevo, soy tu esposo, no tengo intenciones de firmar el divorcio.—¿Quién te crees que eres? Firmarás el divorcio, nadie puede retener a una mujer que no te quiere a tu lado.—¡Cállate! —gritó con furiaMariza se asustó, empujó su cuerpo atrás, al mirarlo.—Ya basta, Mariza, estoy cansado, volverás a casa, como lo que eres, mi
—Está bien, me equivoqué, Mariza, me equivoqué al tratarte de una forma tan cruel, al no decirte la verdad sobre Mónica, al tratarte como si fueras un contrato, me arrepiento.Los ojos de Mariza le miraron severos.—Ah, ¿Sì? ¿Te arrepientes? Aun así, te revolcaste con ella cuando estábamos casados.—¡No fue así! Lo juro, créeme.Mariza no dijo nada, hundió la mirada, no podía creerle, era demasiado desconfiada, él había perdido su confianza para siempre.—Desde que estuvimos esa noche, no volví a estar con otra mujer, sé que suena hipócrita, o absurdo, puedes pensar lo que quieras, pero esa noche fue todo para mì, solo he soñado con volver a hacerte mía, con ser feliz contigo, con hacerte el amor cada noche y cada dìa.Los ojos de Mariza se abrieron con estupor.—¡Mientes! Y sí, suena hipócrita, nunca lo dijiste, ¿Por qué?—Porque… tenìa miedo, no lo sé, no pensaba perderte.—¿Así que eres de esos hombres? ¿Eh? De los que solo aman cuando pierden, no eres hipócrita, o absurdo, eres pat