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Corina se quedaba sin aire, su rostro enrojeció, sus ojos le miraban con terror, pero al final, Arturo no pudo hacerle daño, no tenìa la sangre tan fría, la soltó.La mujer cayó de rodillas al suelo, estaba muy asustada.—¡Arturo…! —exclamó con la voz rota.—¡No sabes cuánto te odio, Corina! Desearía matarte, eres mala, maldigo la hora en que te conocí, te aborrezco con la vida.La mujer sollozó, no lo amaba, pero resultaba que ese hombre era todo lo que tenìa para ser feliz, ahora que sabía que la familia de su difunto esposo estaba dispuesta a exhibir su infidelidad, ya que ella engañó a su primer esposo y el bebé que esperaba no era suyo.Por lo que, gracias a esa noticia, provocó la muerte de su esposo.Corina limpió sus lágrimas y recuperó la compostura.—¡No me importa…! Ódiame, si quieres, pero, te vas a divorciar de Mia y te casarás conmigo. De lo contrario, no solo Mia sabrá esto, toda la sociedad, exhibirá a Mia y su verdad. Veamos qué pensará de ser la hija de un abusador se
Arturo estaba en el juzgado, su corazón estaba oprimido, no podía respirar, y una angustia lo atormentó.Estaba con su abogado.Pronto, vio llegar a Mia, sus ojos se abrieron enormes, sintió ganas de correr hacia ella, contarle todo, abrazarla, pero cuando recordó a Corina, su amenaza, se volvió pequeño.Sus ojos se encontraron con Mia, pudo sentir el odio bullendo en ellos, dio un paso atrás y bajò la mirada.—Acabemos con esto, quiero que se haga rápido, quiero ya no estar casada con este traidor.Mira estaba con su abogado.—Señora Santalla, el señor Estévez, le dará la mitad de todas sus propiedades.—No quiero nada de èl, ni siquiera el saludo.—Mia…—Dije no, y apurémonos, porque después de esto, debo ir a planear mi futura boda.Arturo tocó su pecho, había mucho dolor ahí.El abogado mostró el acta de divorcio.—¿Está segura, señora, de que no quiere nada? Merece una compensación.—De este hombre no quiero nada.Mia sintió que su mano temblaba cuando vio el acta de divorcio y su
—¿Se conocen? —exclamó Darina—Sí, éramos amigas —dijo Helena con una voz severa.—Bien, las dejo un momento a solas.Darina caminó alejándose unos pasos, las chicas quedaron a solas, mirándose fijamente.—Lo siento, lo siento, Helena —dijo Catalina con los ojos cubiertos de lágrimas.—¿Crees que un perdón es suficiente, Catalina? Destrozaste el corazón de mi hermano, dime, ¿qué te hizo èl? No te hizo nada, solo te dio su amor a manos llenas.—Lo sé.—¿Entonces? Explícame, ¿por qué lo abandonaste para venir aquí? —exclamó Helena mirando el lugar incrédulo, y observando el hábito de la mujer, no tenìa lógica que Catalina hiciera esto.Sì, los Miles eran muy religiosos, pero, no para que ella tomara los hábitos, menos a punto de casarse.—Dime, ¿Por qué lo hiciste?—Porque… no amo a tu hermano, amo a Dios y quiero dedicar mi vida a èl.—¡Mientes! No uses el nombre de dios en vano, no mientas, Catalina, ¿Qué ha pasado?—Por favor, basta.Helena lanzó un suspiro agotador.—Tu hermana dijo
Por un segundo, casi eterno, el tiempo pareció detenerse cuando sus miradas se encontraron.Catalina se levantó como un resorte, estaba aún atormentada, su mente daba vueltas, sintió el mareo.Se miraron fijamente.—¡¿Catalina?! —la mirada de Luca descendió por todo su cuerpo y ella sintió un escalofrío.—Luca… —Murmuró en voz baja.—¿Qué estás haciendo aquí?—Yo…—¡Habla! —exclamó sosteniendo sus brazos con fuerza. Ella tuvo miedo, sentir el contacto con su piel la hizo estremecer, quería desaparecer, hundió la mirada, no podía ver su rostro.«¡No puedo verlo! No puedo soportar su mirada después del daño que hice, no soy digna de mirar siquiera sus ojos»—¡Habla, Catalina! ¿Qué haces aquí? ¿Este es tu refugio para tu vileza? —exclamó severo y cruel.Alejó sus manos de ella.—¿Te cansaste de ser una mujerzuela?Los ojos de Catalina se abrieron enormes, nunca en la vida soñó con el día en que Luca le llamara así.Movida por un impulso frenético, alcanzó a abofetear su rostro.El hombre
Los ojos de Luca se volvieron severos.Catalina abrió los ojos de golpe, se enderezó y mirò desorientada.Darina tomó su mano.—Tranquila, Catalina, estamos contigo.—Yo… tuve un… —Catalina observó alrededor, cuando su mirada se encontró con la de ese hombre. Su corazón latió tan rápido como un tormento, las lágrimas bañaron sus ojos—. ¿Tú?—Yo, sí, estoy aquí, pero no vine por ti. No te creas importante, a mí no me importas. Para mí estás muerta, y ojalá te hubieras matado. De haber sabido que eras tú, no te hubiera detenido, te hubiera dejado saltar por el puente, no sabes cuánto te odio, Catalina —espetó con frialdad.Luca salió de ahí, el silencio inundó la habitación, nadie dijo nada.Catalina se aferró a no llorar, el nudo en la garganta estaba ahogándola.—Lo siento, lo siento, Catalina —dijo Mia y salió muy deprisa, persiguiendo a Luca.—Déjenos a solas, hermana Susana.La monja salió, Darina miró a la mujer.—¿Catalina?Ella no pudo màs, rompió en llanto sin poderlo evitar; er
—¡Señor Estévez! —exclamó la madre superiora, pero el hombre se había marchado.—Déjelo ir, madre, no es un hombre importante.—Es un benefactor, vino a ayudar a la causa.Luca tomó la mano de la madre, y fueron adentro de su oficina.—Le puedo asegurar que nosotros haremos que consiga el presupuesto para remodelar el orfanato.La monja estaba esperanzada.Mia le dijo que harían una fiesta con la gente de la alta sociedad de Barza, así conseguirían muy pronto el dinero necesario, además de lo que la empresa Santalla ya donaría.La mujer estaba tan feliz.Mia fue la primera en salir, quería ir a despedirse de los niños, pero Luca se quedó con la madre superiora.—Quiero hablar con usted, madre.—¿Qué sucede, hijo?—Tiene aquí a una mujer que no es religiosa, y que no es digna de serlo.La madre superiora se quedó perpleja, no podía imaginar que eso sucediera en su convento.—No entiendo, eso es imposible, las monjas y novicias que están aquí son mujeres dedicadas a nuestro señor. ¿Qu
Arturo condujo hasta un hotel, no dejaba de pensar en ese beso, le dolía hasta el alma.—¿Cómo pude perderte? ¿Cómo pude arruinar nuestras vidas, Mia? ¡Lo siento tanto! —murmuró.Quiso llamarla, pero le faltó el valor.***Pronto Luca y Mia, llegaron a la casa de Mariza y Jorge, nadie estaba ahí.Ambos parecían mal.—Ver a Catalina, debió ser duro para ti, ¿ella te dijo algo?Luca negó.—No, no lo hizo, no importa, ya no me importa.—Luca, no mientas, sé que te duele.—Dime, ¿Por qué meterse de monja? ¿Por qué no me dio la cara? Es tan… arrogante… tan cruel.—No lo sé, la vi sufriendo, creo que hay algo raro.—Nada raro, no quiero volver a verla.Mia lo abrazó. Luego fueron a dormir cada uno a su habitación.Màs tarde, Mariza y Helena llegar hasta ahí.Mia le contó a Mariza y Helena que, efectivamente, Luca encontró a Catalina.—Fue triste, y Luca la insultó mucho, ella solo lloró.—Debo ver a mi hijo.Mariza subió la escalera, llamó a la puerta y Luca abrió.La dejó pasar.—¿Cómo te
Darina estaba pensativa sobre ir al evento, además de ser una orden, decidió ir porque quería saber la verdad.«Veré a Mia, podré saber la verdad», pensó.Catalina llegó con ella.—¿De verdad debemos ir?La mujer asintió.Llevaban sus hábitos y salieron al auto, donde ya estaba la madre superiora.***La fiesta era en un salón lujoso y antiguo en un viejo castillo.Mia sonriò al ver a los invitados llegar, estaba segura de que recaudarían dinero, y lo lograría.Caminó por los pasillos.—Mia.Mia escuchó la voz de Arturo, sintió tristeza de verlo, pero su gesto se volvió severo.—¿Qué quieres?—Yo… quiero hablar, merecemos decirnos algo, no quiero que me odies.—Muy tarde, Arturo, ya te odio, luchaste por conseguirlo, puedes estar orgulloso de esto.Los ojos de Arturo se volvieron temblorosos, ella se alejó de él.Mia no pudo evitar llorar, Darina la observó. Se acercò despacio.—Mia…Ella la mirò, de pronto, Mia se abalanzó a sus brazos, como si buscara un refugio.Darina se quedó cong