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Por un segundo, casi eterno, el tiempo pareció detenerse cuando sus miradas se encontraron.Catalina se levantó como un resorte, estaba aún atormentada, su mente daba vueltas, sintió el mareo.Se miraron fijamente.—¡¿Catalina?! —la mirada de Luca descendió por todo su cuerpo y ella sintió un escalofrío.—Luca… —Murmuró en voz baja.—¿Qué estás haciendo aquí?—Yo…—¡Habla! —exclamó sosteniendo sus brazos con fuerza. Ella tuvo miedo, sentir el contacto con su piel la hizo estremecer, quería desaparecer, hundió la mirada, no podía ver su rostro.«¡No puedo verlo! No puedo soportar su mirada después del daño que hice, no soy digna de mirar siquiera sus ojos»—¡Habla, Catalina! ¿Qué haces aquí? ¿Este es tu refugio para tu vileza? —exclamó severo y cruel.Alejó sus manos de ella.—¿Te cansaste de ser una mujerzuela?Los ojos de Catalina se abrieron enormes, nunca en la vida soñó con el día en que Luca le llamara así.Movida por un impulso frenético, alcanzó a abofetear su rostro.El hombre
Los ojos de Luca se volvieron severos.Catalina abrió los ojos de golpe, se enderezó y mirò desorientada.Darina tomó su mano.—Tranquila, Catalina, estamos contigo.—Yo… tuve un… —Catalina observó alrededor, cuando su mirada se encontró con la de ese hombre. Su corazón latió tan rápido como un tormento, las lágrimas bañaron sus ojos—. ¿Tú?—Yo, sí, estoy aquí, pero no vine por ti. No te creas importante, a mí no me importas. Para mí estás muerta, y ojalá te hubieras matado. De haber sabido que eras tú, no te hubiera detenido, te hubiera dejado saltar por el puente, no sabes cuánto te odio, Catalina —espetó con frialdad.Luca salió de ahí, el silencio inundó la habitación, nadie dijo nada.Catalina se aferró a no llorar, el nudo en la garganta estaba ahogándola.—Lo siento, lo siento, Catalina —dijo Mia y salió muy deprisa, persiguiendo a Luca.—Déjenos a solas, hermana Susana.La monja salió, Darina miró a la mujer.—¿Catalina?Ella no pudo màs, rompió en llanto sin poderlo evitar; er
—¡Señor Estévez! —exclamó la madre superiora, pero el hombre se había marchado.—Déjelo ir, madre, no es un hombre importante.—Es un benefactor, vino a ayudar a la causa.Luca tomó la mano de la madre, y fueron adentro de su oficina.—Le puedo asegurar que nosotros haremos que consiga el presupuesto para remodelar el orfanato.La monja estaba esperanzada.Mia le dijo que harían una fiesta con la gente de la alta sociedad de Barza, así conseguirían muy pronto el dinero necesario, además de lo que la empresa Santalla ya donaría.La mujer estaba tan feliz.Mia fue la primera en salir, quería ir a despedirse de los niños, pero Luca se quedó con la madre superiora.—Quiero hablar con usted, madre.—¿Qué sucede, hijo?—Tiene aquí a una mujer que no es religiosa, y que no es digna de serlo.La madre superiora se quedó perpleja, no podía imaginar que eso sucediera en su convento.—No entiendo, eso es imposible, las monjas y novicias que están aquí son mujeres dedicadas a nuestro señor. ¿Qu
Arturo condujo hasta un hotel, no dejaba de pensar en ese beso, le dolía hasta el alma.—¿Cómo pude perderte? ¿Cómo pude arruinar nuestras vidas, Mia? ¡Lo siento tanto! —murmuró.Quiso llamarla, pero le faltó el valor.***Pronto Luca y Mia, llegaron a la casa de Mariza y Jorge, nadie estaba ahí.Ambos parecían mal.—Ver a Catalina, debió ser duro para ti, ¿ella te dijo algo?Luca negó.—No, no lo hizo, no importa, ya no me importa.—Luca, no mientas, sé que te duele.—Dime, ¿Por qué meterse de monja? ¿Por qué no me dio la cara? Es tan… arrogante… tan cruel.—No lo sé, la vi sufriendo, creo que hay algo raro.—Nada raro, no quiero volver a verla.Mia lo abrazó. Luego fueron a dormir cada uno a su habitación.Màs tarde, Mariza y Helena llegar hasta ahí.Mia le contó a Mariza y Helena que, efectivamente, Luca encontró a Catalina.—Fue triste, y Luca la insultó mucho, ella solo lloró.—Debo ver a mi hijo.Mariza subió la escalera, llamó a la puerta y Luca abrió.La dejó pasar.—¿Cómo te
Darina estaba pensativa sobre ir al evento, además de ser una orden, decidió ir porque quería saber la verdad.«Veré a Mia, podré saber la verdad», pensó.Catalina llegó con ella.—¿De verdad debemos ir?La mujer asintió.Llevaban sus hábitos y salieron al auto, donde ya estaba la madre superiora.***La fiesta era en un salón lujoso y antiguo en un viejo castillo.Mia sonriò al ver a los invitados llegar, estaba segura de que recaudarían dinero, y lo lograría.Caminó por los pasillos.—Mia.Mia escuchó la voz de Arturo, sintió tristeza de verlo, pero su gesto se volvió severo.—¿Qué quieres?—Yo… quiero hablar, merecemos decirnos algo, no quiero que me odies.—Muy tarde, Arturo, ya te odio, luchaste por conseguirlo, puedes estar orgulloso de esto.Los ojos de Arturo se volvieron temblorosos, ella se alejó de él.Mia no pudo evitar llorar, Darina la observó. Se acercò despacio.—Mia…Ella la mirò, de pronto, Mia se abalanzó a sus brazos, como si buscara un refugio.Darina se quedó cong
Catalina hundió la mirada, no pudo evitar que las lágrimas cayeran por su rostro.Darina estaba perpleja, era su hija quien se casaba con Luca, pero cuando encontró la mirada de Catalina la vio tan triste, que solo pudo tomar su mano, y llevarla lejos de todo eso.Arturo mirò a Mia, ella vio sus ojos, hundió la mirada.Cuando volvió la mirada, notó que Arturo se marchaba sin mirar atrás.Afuera de la fiesta, Amaranta alcanzó a su hijo, junto con su padre.—¡Arturo, no te vayas así!—Ahora no puedo hablar, madre.—¡Asume las consecuencias de tus actos, Arturo! No eres màs un niño, elegiste el divorcio, ¿Qué estás peleando? ¡Actúas como un imbécil! Y he conocido imbéciles.—¿Eso soy para ti, padre? ¡No tienes idea de lo que estoy sacrificando, no porque lo hago!Diego se quedó perplejo.—Entonces, habla, soy tu padre, déjame ayudarte.Arturo esbozó una risa amarga, negó.—Nadie puede salvarme ahora.El hombre subió al auto y se fue.Amaranta estaba angustiada, y Diego la abrazó.—Todo e
Luca miró a Mia, tuvo también miedo, después de todo, para él, Arturo era de su familia, su primo.Mia estaba ansiosa, no podía ni hablar, sollozó y Luca tomó el control, tomó el teléfono y escuchó la dirección.Colgó.—Vamos al hospital.Antes de irse, llamaron a Amaranta y Diego, ellos debían estar ahí.***En el hospital.Al llegar, Mia estaba desesperada, pidieron información, solo les indicaron que Arturo estaba siendo atendido.Amaranta llegó y la abrazó.—¡Madrina, lo siento mucho! Yo no quería que esto pasará, yo…—¡No es tu culpa, Mia! No tienes nada que ver en esto, hija, ha sido un accidente.Mia sollozó.El doctor llegó, Diego se acercó a èl.—¿Cómo está mi hijo?—El paciente está bien, sufrió unos golpes, nada que no cure en quince días.Respiraron con alivio.—¿Podemos verlo? —preguntó MiaLucca no quería que lo viera, pero no se atrevió a decir nada, ni impedirlo.—Ve tu primero, Mia, yo iré después.Mia ni lo pensó, porque sentía una angustia que solo calmaría si veía
Corina llegó al motel donde Ariel le pidió encontrarse.Ella estaba tan asustada, porque su empleada de limpieza la llamó y le dijo que la policía estaba buscándole.Al entrar a la habitación de ese lugar de mala muerte, Ariel estaba ahí.—¡Dijiste que esos hombres no hablarían! Y mira lo que pasó —exclamó.—Tranquila, no hay nada que hacer, ya hablaron.Corina la empujó.—¡Quieren llevarme presa a mí!—Pues ni modo, ese es tu problema, no el mío.Corina abofeteó su rostro.Tomó su teléfono, reprodujo un video, era Ariel revelando el daño que le había hecho a Catalina.—¡O me liberas de esto o este video irá a todo el mundo!Ariel se lanzó sobre ella, pero Corina la empujó al suelo.Corina salió corriendo, Ariel la maldijo en su mente.Salió desesperada, llegó al estacionamiento y fue tras ella.Corina corría por las calles, estaba dispuesta a llamar a Arturo, pero èl no respondió, entonces, la mujer le envió un mensaje, se detuvo para escribir.«Es verdad, sí, yo pagué para que creye