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Mariza cargaba a su bebé contra su pecho, las lágrimas brotaban por sus ojos. Sufría por Jorge.Él iba en la ambulancia con su padre malherido.—¿Cómo pudo llegar hasta esto, Diego?—No lo sé, es terrible, Mariza. No puedo entender eso de que ella es media hermana de Jorge. Supe que Mónica estuvo románticamente también con Jorge, eso es casi enfermizo.Mariza sollozó.—Lo sé, no la entiendo, ella está loca, dicen que está muy mal, a pesar de todo, espero que Dios la ayude, y se recupere.Diego asintió.Llegaron al hospital y fueron adentro. Mientras esperaban noticias, Mariza decidió ver al pediatra.Jorge fue con ella, aunque Mariza insistió que debía quedarse esperando noticias, pero Diego les hizo el relevo.El pediatra revisó a la niña, sonriò al finalizar.—La niña está muy sana, ella está bien, solo hay que poner las vacunas en unas semanas, por lo demás, la veo perfectamente bien.Mariza estaba muy feliz, cargó a su niña, la colmó de besos.Salieron de ahí.Jorge cargó a la niña
Diego y Jorge estaban en el cementerio. Jorge llevó las cenizas de esa niña al nicho familiar.—Entonces, ¿crees en la historia de Mónica sobre ser tu hermana? ¿Por eso la niña nació tan mal?Jorge estaba pensativo, pero finalmente dijo que sì.—Mónica estaba tan llena de odio que decidió una venganza, que al final, la arrastró a un futuro horrible. Lo lamento por la pequeña niña, ella no tenìa ninguna culpa, Dios le dé el descanso eterno.Ambos se persignaron.Luego de colocar las cenizas en el lugar, decidieron marcharse.—¿Has tenido noticias de Enrique?Jorge negó.—Ninguna, pero la policía lo busca, incansables, no creas que tendré piedad, no hay nada peor que saber que tu propio hermano ha planeado tu muerte, Enrique se ha vuelto una amenaza contra todos, y también contra sì mismo.Salieron del cementerio y volvieron a casa.***Tres meses después.Mariza bañaba a su pequeña, mientras cantaba esa dulce canción de cuna.Jorge recién llegó de trabajar, y la escuchó, sonriò con dulz
—¡Enrique! ¿Cómo entraste?El hombre sonriò.—¿Importa? Dame el dinero, apúrate.—¿Matarás a tu padre?—¡No me tienes! Tú eres el culpable de todo esto —sentenció con rabia, sus ojos brillaron, Jerónimo pudo ver lo mal que estaba, sucio, desalineado, con una barba larga, espesa, y tan delgado como si hubiese pasado hambres.Jerónimo abrió la caja fuerte, le dio casi todo el dinero ahí.—Es todo el efectivo que tengo. ¡No te vayas, Enrique!Enrique le mirò fijamente.—¿No? ¿Y qué harás? Dime, ¿Acaso me vas a proteger? ¿Acaso hay alguna forma de volver el tiempo atrás?—¡Intentaste matar a tu hermano!—¡Sì! Porque le dejaste toda la fortuna a èl, no me dejaste nada a mì, ¿tanto me odias, padre? Yo también soy tu hijo, pero me dejaste sin nada.Jerónimo sollozó.—¡No, hijo! No es así, déjame explicarte…—¡No me expliques nada! Ya entendí, nunca me quisiste, solo quieres a Jorge, quédate con él. Si me envías a prisión, juro que me suicidaré, entonces te quedarás con el único hijo vivo que
Los guardias corrieron hacia la dirección que Amaranta les dio y los empleados corrieron a socorrerla.—¡Llamen a una ambulancia, llamen a mi esposo! Voy a dar a luz.Obedecieron al instante.Enrique corrió rápido, subió a su coche y se alejó cuanto pudo, estaba enfurecido, con ojos inyectados en sangre, y lágrimas rebotando en su rostro.No podía creer que la mujer que amaba ahora tendría el hijo de otro hombre.«¿Por qué no me esperaste, Amaranta? Si lo hubieras hecho, seríamos tan felices. Tendríamos un hijo, ¡es tu culpa! Arrancaste todas mis ilusiones», pensó, maldiciendo.—¡Los odio! Los odio a todos —dijo el hombre golpeando el volante.***Diego llegó hasta el hospital, pidió ver a su esposa, lo pasaron de inmediato al lugar donde podía cambiarse la ropa.—Su hijo ya va a nacer.Diego estaba emocionado, pero también temblaba de miedo, la sensación era tan extraña, un golpe de adrenalina, combinado con una gran esperanza.A como pudo se puso la ropa médica, y una vez listo corri
Jorge y Mariza llegaron a la mansión.Mariza esperó en el jardín, mientras Jorge fue al despacho para hablar con Jerónimo.El hombre se veía nervioso, pero negaba todo.—¿Dónde está Enrique? ¿Lo vista? No me mientas, si está en la ciudad, es porque vino a verte, seguro pidió dinero, dime la verdad.Jerónimo negó, una y otra vez.—He dicho que no he visto a tu hermano, tampoco le he ayudado en nada.Jorge estaba furioso.—¡No mientas, puedo verlo en tu cara! Está bien, solo te recuerdo que él intentó matarme, dañando mi auto, solo te recuerdo que él planeó robar a mi hija recién nacida, y te diré algo, no tendré piedad de èl.Jorge estuvo a punto de irse.—¡Es tu hermano, Jorge! Es tu hermano menor.—Así fuera mi padre, no lo perdonaré, lo que hizo, fue grave, fue cruel, cuando una serpiente te muerde, no vuelves a acercarte a una, y si se acerca o la matas o llamas a alguien para que lo haga por ti, pero nunca le permites que vuelva a herirte. Ten por seguro que aprendí mis lecciones,
Amaranta volvió a casa, observaba a Diego arrullando a su hijo, le cantó una dulce canción, mientras el bebé se quedaba a dormir.Incluso, Diego hizo que su trabajo asumiera a un reemplazo, porque èl solo quería cuidar de su esposa e hijo.Ella sonriò al verlo. Luego dejó al bebé dormidito en su pequeña cuna.—Juro que es idéntico a ti, será un niño muy guapo.Amaranta rio, se levantó despacio y caminó hacia el cuarto de baño.Diego la siguió, la ayudó a quitarse la ropa y a meterse en la tina.Al principio ella estaba hasta un poco avergonzada, no quería que la viera desnuda, porque claramente había ciertas marcas en su piel que evidenciaban que había dado vida.Él sonriò.—Toda tú, me encantas. Si pudieras saber cuánto te amo, sabrías que no hay nadie en mi mente, solo tú. Te amo, Amaranta, y sé que he fallado, cada día lucho por ser mejor, cada día es nuevo perdón que debo conseguir, lo hago cuando sonríes, cuando me aceptas un te amo, cuando tu mirada es dulce, solo para mí, y qui
Escucharon la puerta de la habitación, al ser golpeada, Enrique se escondió en el closet y Jerónimo respiró profundo.Abrió la puerta y Jorge entró.—¿Cómo estás?Jorge notó la actitud extraña de su padre, pero no se alertó de nada, en seguida.—Estoy bien, hijo.—Mariza me dijo que estuviste en casa, mira padre, ahora no es un buen momento para reanudar que nos veamos, menos ahora que sé sobre qué Mónica es tu hija, la verdad, todo esto me causa asco, Mónica llegó muy lejos en una absurda venganza, contra mì, contra Mariza, así que, por ahora es mejor que estemos lejos.—Tienes razón, prometo que lo respetaré.Su padre no insistió y eso extrañó a Jorge, pero al ver el mensaje de su esposa preguntando dónde estaba, fue suficiente para hacerlo desear irse.—Bien, debo irme.Jorge se fue.Minutos después, Enrique salió de su escondite.—¿Qué dices? ¿Mónica es tu hija?Jerónimo hundió la mirada, asintió. Enrique estaba asqueado.—¡¿Y te has atrevido a juzgarme a mí?! Tu hija se casó co
Jorge corrió al hospital; al llegar, observó cómo la pobre Darina era llevada a la sala de emergencias.Él tuvo miedo, pero trasladaron a la mujer en una ambulancia hacia el hospital de Mayrit.Mariza llegó màs tarde.—¿Qué fue lo que pasó?Jorge la abrazó, pensaba en ella, y recordó cuando estuvo tan vulnerable con gente cruel que intentó dañarla.—¡Mi hermano es tan malvado, Mariza! No solo quiso hacerte daño a ti, mira cómo ha terminado, ya estás preso.Mariza abrazó a Jorge, sabía que le dolía. A pesar de que èl y Enrique nunca fueron hermanos queridos, ella conocía la esencia del corazón de Enrique, era bueno, no podía odiar a su propia sangre.Mariza acunó su rostro, besó sus labios.—Lo siento tanto, amor, daría lo que fuera porque no sufrieras así.Él sonriò.—Estaré bien, ahora solo importa Darina. Espero que el bebé se salve.La ginecóloga apareció y los llevó a la habitación.—Hemos podido salvar el embarazo. Darina estará bien y es posible que, si se cuida bien, pueda acaba