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—¡Enrique! ¿Cómo entraste?El hombre sonriò.—¿Importa? Dame el dinero, apúrate.—¿Matarás a tu padre?—¡No me tienes! Tú eres el culpable de todo esto —sentenció con rabia, sus ojos brillaron, Jerónimo pudo ver lo mal que estaba, sucio, desalineado, con una barba larga, espesa, y tan delgado como si hubiese pasado hambres.Jerónimo abrió la caja fuerte, le dio casi todo el dinero ahí.—Es todo el efectivo que tengo. ¡No te vayas, Enrique!Enrique le mirò fijamente.—¿No? ¿Y qué harás? Dime, ¿Acaso me vas a proteger? ¿Acaso hay alguna forma de volver el tiempo atrás?—¡Intentaste matar a tu hermano!—¡Sì! Porque le dejaste toda la fortuna a èl, no me dejaste nada a mì, ¿tanto me odias, padre? Yo también soy tu hijo, pero me dejaste sin nada.Jerónimo sollozó.—¡No, hijo! No es así, déjame explicarte…—¡No me expliques nada! Ya entendí, nunca me quisiste, solo quieres a Jorge, quédate con él. Si me envías a prisión, juro que me suicidaré, entonces te quedarás con el único hijo vivo que
Los guardias corrieron hacia la dirección que Amaranta les dio y los empleados corrieron a socorrerla.—¡Llamen a una ambulancia, llamen a mi esposo! Voy a dar a luz.Obedecieron al instante.Enrique corrió rápido, subió a su coche y se alejó cuanto pudo, estaba enfurecido, con ojos inyectados en sangre, y lágrimas rebotando en su rostro.No podía creer que la mujer que amaba ahora tendría el hijo de otro hombre.«¿Por qué no me esperaste, Amaranta? Si lo hubieras hecho, seríamos tan felices. Tendríamos un hijo, ¡es tu culpa! Arrancaste todas mis ilusiones», pensó, maldiciendo.—¡Los odio! Los odio a todos —dijo el hombre golpeando el volante.***Diego llegó hasta el hospital, pidió ver a su esposa, lo pasaron de inmediato al lugar donde podía cambiarse la ropa.—Su hijo ya va a nacer.Diego estaba emocionado, pero también temblaba de miedo, la sensación era tan extraña, un golpe de adrenalina, combinado con una gran esperanza.A como pudo se puso la ropa médica, y una vez listo corri
Jorge y Mariza llegaron a la mansión.Mariza esperó en el jardín, mientras Jorge fue al despacho para hablar con Jerónimo.El hombre se veía nervioso, pero negaba todo.—¿Dónde está Enrique? ¿Lo vista? No me mientas, si está en la ciudad, es porque vino a verte, seguro pidió dinero, dime la verdad.Jerónimo negó, una y otra vez.—He dicho que no he visto a tu hermano, tampoco le he ayudado en nada.Jorge estaba furioso.—¡No mientas, puedo verlo en tu cara! Está bien, solo te recuerdo que él intentó matarme, dañando mi auto, solo te recuerdo que él planeó robar a mi hija recién nacida, y te diré algo, no tendré piedad de èl.Jorge estuvo a punto de irse.—¡Es tu hermano, Jorge! Es tu hermano menor.—Así fuera mi padre, no lo perdonaré, lo que hizo, fue grave, fue cruel, cuando una serpiente te muerde, no vuelves a acercarte a una, y si se acerca o la matas o llamas a alguien para que lo haga por ti, pero nunca le permites que vuelva a herirte. Ten por seguro que aprendí mis lecciones,
Amaranta volvió a casa, observaba a Diego arrullando a su hijo, le cantó una dulce canción, mientras el bebé se quedaba a dormir.Incluso, Diego hizo que su trabajo asumiera a un reemplazo, porque èl solo quería cuidar de su esposa e hijo.Ella sonriò al verlo. Luego dejó al bebé dormidito en su pequeña cuna.—Juro que es idéntico a ti, será un niño muy guapo.Amaranta rio, se levantó despacio y caminó hacia el cuarto de baño.Diego la siguió, la ayudó a quitarse la ropa y a meterse en la tina.Al principio ella estaba hasta un poco avergonzada, no quería que la viera desnuda, porque claramente había ciertas marcas en su piel que evidenciaban que había dado vida.Él sonriò.—Toda tú, me encantas. Si pudieras saber cuánto te amo, sabrías que no hay nadie en mi mente, solo tú. Te amo, Amaranta, y sé que he fallado, cada día lucho por ser mejor, cada día es nuevo perdón que debo conseguir, lo hago cuando sonríes, cuando me aceptas un te amo, cuando tu mirada es dulce, solo para mí, y qui
Escucharon la puerta de la habitación, al ser golpeada, Enrique se escondió en el closet y Jerónimo respiró profundo.Abrió la puerta y Jorge entró.—¿Cómo estás?Jorge notó la actitud extraña de su padre, pero no se alertó de nada, en seguida.—Estoy bien, hijo.—Mariza me dijo que estuviste en casa, mira padre, ahora no es un buen momento para reanudar que nos veamos, menos ahora que sé sobre qué Mónica es tu hija, la verdad, todo esto me causa asco, Mónica llegó muy lejos en una absurda venganza, contra mì, contra Mariza, así que, por ahora es mejor que estemos lejos.—Tienes razón, prometo que lo respetaré.Su padre no insistió y eso extrañó a Jorge, pero al ver el mensaje de su esposa preguntando dónde estaba, fue suficiente para hacerlo desear irse.—Bien, debo irme.Jorge se fue.Minutos después, Enrique salió de su escondite.—¿Qué dices? ¿Mónica es tu hija?Jerónimo hundió la mirada, asintió. Enrique estaba asqueado.—¡¿Y te has atrevido a juzgarme a mí?! Tu hija se casó co
Jorge corrió al hospital; al llegar, observó cómo la pobre Darina era llevada a la sala de emergencias.Él tuvo miedo, pero trasladaron a la mujer en una ambulancia hacia el hospital de Mayrit.Mariza llegó màs tarde.—¿Qué fue lo que pasó?Jorge la abrazó, pensaba en ella, y recordó cuando estuvo tan vulnerable con gente cruel que intentó dañarla.—¡Mi hermano es tan malvado, Mariza! No solo quiso hacerte daño a ti, mira cómo ha terminado, ya estás preso.Mariza abrazó a Jorge, sabía que le dolía. A pesar de que èl y Enrique nunca fueron hermanos queridos, ella conocía la esencia del corazón de Enrique, era bueno, no podía odiar a su propia sangre.Mariza acunó su rostro, besó sus labios.—Lo siento tanto, amor, daría lo que fuera porque no sufrieras así.Él sonriò.—Estaré bien, ahora solo importa Darina. Espero que el bebé se salve.La ginecóloga apareció y los llevó a la habitación.—Hemos podido salvar el embarazo. Darina estará bien y es posible que, si se cuida bien, pueda acaba
—¡¿En adopción?! —Jorge estaba perplejo, mientras Mariza le contaba todo.Era de noche, y ninguno podía dormir.—¡Eso no puede ser, Mariza! Es mi sobrina, y aunque odio a Enrique…—Lo sé, es una bebé inocente, Jorge, no podemos dejar que la envíen a adopción. ¿Y si la adoptamos?Jorge se quedó perplejo, no hubiese dudado nunca, pero… ahora era tan complicado.—¿Jorge?—Sì, la adoptaremos.Jorge se levantó y fue a la cuna de Helena, que se encontraba cerca de la habitación.«No quiero que Helena se sienta desplazada, como me sentí yo, no quiero que mi hija sufra como yo, pero no puedo dejar a mi sobrina si amparo», pensó.Mariza supo que algo pasaba. Pero, pensaba lo mismo, no iba a dejar a una criatura inocente desamparada.***Al día siguiente.Amaranta los visitó, y se enteró de todo.—¡Qué triste, Mariza! Enrique es un ser oscuro y cruel.—Mañana será su sentencia, nosotros no iremos, pero, con la declaración de Darina sobre la violación y el secuestro, es seguro que le den una cond
Diego fue al despacho de Jorge, él estaba arreglando unos documentos, pero se detuvo y lo saludó.—Hola, pasa, ¿cómo está todo?—Jorge, hay algo de lo que quiero hablarte.Jorge asintió. Diego tomó asiento delante de èl.—¿Qué pasa?—Bueno… Amaranta y yo quisiéramos adoptar a la niña.Jorge se quedó perplejo ante sus palabras.—¡¿Qué dices, Diego?! ¿Adoptarla?—Sí, sabes que Amaranta y yo no podremos tener màs hijos y hemos pensado que cuidarla y criarla sería bueno para nosotros, ¿no lo crees?Jorge estaba pensativo.—No lo sé… debo hablarlo con Mariza y claro con Darina, solo ella puede decidir.—Hazlo.Cuando Jorge le contó a Mariza, ella quedó perpleja.—¿Y qué piensas, Jorge?—No sé, Mariza, es mi sobrina, pienso que, lo màs lógico es que sea yo quien me encargue de ella, pero, no estoy seguro de nada. Lo único que quiero es que esa niña tenga una buena vida, con amor y paz.Mariza estuvo de acuerdo.—Hablaré con Darina, quizás ella se arrepienta.Jorge acarició el rostro de su es