Capítulo 93

Las manos y boca de Ares definitivamente deberían venir con una advertencia porque cada toque, cara caricia, y eso me hacen rogar por más.

Sé que no debería rendirme ante él.

Pero una cosa es lo que mi cabeza me grita y otra muy diferente lo que mi cuerpo pide.

Su boca entre mis piernas mientras me come con auténtico abandono me hacen arquearme y llevar mis manos a su cabeza para sostenerlo en su lugar como si de eso dependiera la vida.

Mis gemidos hacen eco en las paredes de la habitación con y solo ruego que estén insonorizadas.

Cuando estoy a punto de correrme este se detiene dejándome a medias, con la respiración trabajosa y el cuerpo perlado de sudor.

—Ares —digo con frustración.

Este me regala una sonrisa cabrona.

—¿Te quieres correr?

Asiento.

—Necesito palabras.

—Sí, necesito que me hagas correr o tendremos problemas.

—Qué mocosa, tan exigente.

Me apoyo con mis codos y lo miro con atención.

El hombre está desnudo y su pecho con tinta me llama.

Su cabello está fuera de su coleta
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