Las manos y boca de Ares definitivamente deberían venir con una advertencia porque cada toque, cara caricia, y eso me hacen rogar por más.Sé que no debería rendirme ante él.Pero una cosa es lo que mi cabeza me grita y otra muy diferente lo que mi cuerpo pide.Su boca entre mis piernas mientras me come con auténtico abandono me hacen arquearme y llevar mis manos a su cabeza para sostenerlo en su lugar como si de eso dependiera la vida.Mis gemidos hacen eco en las paredes de la habitación con y solo ruego que estén insonorizadas.Cuando estoy a punto de correrme este se detiene dejándome a medias, con la respiración trabajosa y el cuerpo perlado de sudor.—Ares —digo con frustración.Este me regala una sonrisa cabrona.—¿Te quieres correr?Asiento.—Necesito palabras.—Sí, necesito que me hagas correr o tendremos problemas.—Qué mocosa, tan exigente.Me apoyo con mis codos y lo miro con atención.El hombre está desnudo y su pecho con tinta me llama.Su cabello está fuera de su coleta
La mañana siguiente nos reunimos en la oficina de Jared junto a Cillian.Los hombres están planeando el asalto y debo admitir que son bueno. Ralamente, si quiero la cabeza de León debo dejar a un lado mis sentimientos.La única forma de tenerlo donde quiero es acabando con el de todas las formas posibles.—Helena encontró esto.Cillian levanta un sobre.—Es una invitación para la gala beneficia.Me pongo de pie.—Dámela.—¿Segura?—No —interviene Ares —no vas a estar bajo el mismo techo que ese maldito infeliz.—La quiero, voy a demostrarle que no pudo conmigo.—Doc. aún te falta mucho que aprender.Fulmina con la mirada a Cillian, el cual no se inmuta.—Quiero hacerlo y lo haré. Es mi momento para regodearme cuando le digan que su cargamento ha caído.—Estás jugando con fuego.Lo miro con seriedad.—Por si no te has dado cuenta, ya estoy quemada.Veo como aprieta la mandíbula.—Creo que estará a salvo —Cillian interviene —ella debe comenzar a desenvolverse.—Mis hombres deben saber q
Cuando entro a la mansión de Cillian unos minutos después la casa es un hervidero de personas que van y viene.En el salón me encuentro con Jared que al verme respira aliviado.A su lado, Theo me mira con seriedad.—¿Qué ha ocurrido?—Cillian tuvo un percance y salió herido.Jared se acerca y me estudia.—¿Estás bien? —sus ojos se abren un poco al verme —¿Eso es…?Alarga la mano e intenta tocar mi cuello, pero niego.Doy un paso atrás.—Estoy bien, iré arriba.Con eso me alejo y subo las escaleras.Un hombre en el pasillo me señala el camino y las voces me lo reafirman.Abro la puerta.—¡Pero, no! El señor se cree indestructible —chilla —una jodida cosa te pedí, ¡una! Y, mira como regresas.Cillian hace una mueca al oírla.Abro los ojos al ver a Helena echar fuego por la boca mientras Cillian está sentado sobre la cama y se sostiene el hombro escuchando la diatriba de su mujer.Ares está sentado en un sofá con la mirada casi divertida, pero también atisbo algo de preocupación.Cierro
La mañana siguiente avanzo por el pasillo y toco la puerta del dormitorio de Helena y Cillian.Cuando abrí los ojos al amanecer Ares no estaba en la cama, así que supongo que tenía cosas pendientes por hacer.Aún más con Cillian convaleciente.La puerta se abre y Helena aparece.—Emma —dice con una sonrisa.—Buenos días —saludo — ¿cómo amaneció Cillian?Sonríe algo más relajada que anoche.—Quiere hacer su día como si nada, pero no le vamos a dejar.Cuando abre la puerta, no puedo evitar sonreír al ver que cuando dice vamos. Se refiere a ella y Caroline que aún lleva puesto su pijama y está acostada sobre Cillian que acaricia con mimo su espalda mientras la niña mantiene un chupón en su boca y se ve relajada.—Creo que es la mejor medicina en este momento.Helena asiente de acuerdo.—Solo voy a checar su herida y puede continuar su mañana de relajación.—No necesito descansar —espeta Cillian con voz serena para no alterar a su hija.Me acerco y sin poner resistencia deja que vea la he
—Ares —murmuro dando un paso adelante.—¿Qué haces aquí, Em?Dice haciendo énfasis en mi nombre.Me aclaro la garganta.—Vine a dejarles algunos insumos al doctor Spencer.Mira a Sam antes de devolver la mirada a mí.—Pero, Sam ha tomado su lugar.—Un gusto concerté.Sam se adelanta y le tiende la mano, peor Ares no se mueve.Hijo de…Bajo la mano de Sam y lo miro apenada.—Supongo que debo irme. Pero, vendré para que hagamos los horarios.—Perfecto —palmea mi mano —nos vemos, gracias por los suministros.—No lo agradezcas.Mira detrás de mí y frunce el ceño.—¿Estarás bien?Asiento.Con eso, paso como una flecha junto a Ares sin siquiera darle una segunda mirada.Miro a los lados y me encuentro con dos camionetas estacionadas detrás de la que me trajo hasta aquí.—Emma.—No tenías derecho a hacer eso que hiciste allá dentro.—Créeme, no hice nada, fui lo más sociable que pude.Resoplo.—Y, tú. No tenías permiso de dejar la mansión —espeta en tono frío.Lo miro con sorpresa y al mismo
No sé cuánto tiempo pasa hasta que despierto.Me quedo acostada mirando el techo de la habitación y todos los recuerdos de lo sucedido esta mañana me invaden.Parpadeo cuando nuevas lágrimas me asaltan.Y, odio un poco más al nefasto hombre con el que me toco casarme.Miro mi mano que vende a causa del dolor y me siento en la cama.Miro alrededor peor no hay rastros de Ares, así que me pongo de pie y me meto al baño rápidamente y me alivio.Cuando me detengo frente al lavado no puedo dejar de mirarlas marcas de mi cuello y mi mano envuelta.Tengo un aspecto horrible a causa del llanto.La vergüenza me embarga cuando recuerdo que Helena me vio en ese estado.Me lavo rápidamente las manos y me voy al armario donde me pongo algo más cómodo.Opto por un vestido suelto de algodón manga larga en color celeste, me calzo unas bailarinas y me ato el cabello en una trenza.Salgo cuando llaman a la puerta.Por un momento pienso que es Ares, pero él no tocaría la puerta.En cambio, Helena entra c
—No sabía que iba a esta aquí —murmura Jared ante la presencia de Ares.—Ya que —suspiro supongo que no podemos decirle que se vaya.Niega.Levanto mi barbilla y junto a Jared camino mientras él me habla del lugar al tiempo que ignoro la mirada de Ares y Theo desaparece por el almacén.Miro con atención como los hombres.—Esto es tráfico de armas.Miro a Jared.—Nuestro segundo negocio más lucrativo.Su sonrisa es sagaz—Te lo dije, una dulcería. Fusil, carabina, fusil de francotirador, antiarmamental.Toma cada una antes de dejarla en su lugar.—Esta es mi favorita —toma una pistola ametralladora y deja un beso en la misma antes de dejarla en su lugar.—Además, hay granadas, lanzamisiles y algunos otros juguetes que te van a encantar.Con eso se aleja dejándome sola.Avanzo por el lugar y me detengo frente a un estuche lleno de municiones largas.—Supongo que no es lo que esperabas.Mantengo mi postura cuando escucho la voz de Ares.—No, pero hoy ha sido un día de sorpresas. Y, no mu
Mi cuerpo vibra cuando alcanzo el clímax bajo la diestra boca de Ares. Cada caricia. Cada beso que Ares me prodiga es con una ternura que jamás pensé sentir de su parte. El hombre tosco y temperamental no está aquí ahora mismo. Su boca adora mi cuerpo y mis jadeos hacen eco en el salón de su casa. Desciende y se endereza apreciando su desnudes mientras algunos mechones de su cabello están sueltos dándole un aspecto salvaje. Se acaricia a sí mismo mientras me abro más a él con una clara invitación. Mueve su erección sobre mí sin penetrarme, pero acariciando mi centro. —¿Lo quieres ahora? Mamón arrogante. —¿Te vas a hacer de rogar? —replico con una perezosa sonrisa pos orgásmica. Su mano va a mis pechos y tira de estos por turnos hasta el punto del dolor, pero es un dolor tolerable y debo aceptar que me gusta. Desliza su verga hasta mi entrada y cuando empuja me arqueo sintiendo la intromisión. Amo como Ares se siente. El oxígeno abandona mis pulmones cuando la palabra se