Esposa a la fuerza del Mafioso
Esposa a la fuerza del Mafioso
Por: Cassandra L.
Capítulo 1

El sonido del claxon de la parte de atrás me i***a a avanzar.

Mi mente no está donde debería.

Sigo mi camino conteniendo las ganas de mándalo al carajo. Miro mi móvil de reojo solo para decepcionarme de nuevo al no ver algún mensaje de mi novio.

Daniel y yo estamos juntos desde hace tres años, pero en el último año nuestra relación se ha enfriado y solo piensa en el trabajo. El mío también es importarte para mí. Como abogada de familia en una prestigiosa firma como lo es Jones Castro & Asociados se lo difícil que es tener tiempo para una relación.

Pero oye, yo trato de poner de mi parte.

Conocí a Daniel durante una reunión del gremio. Estaba recién graduada y tenía trabajo en una decente, pero no tan respetable firma de abogados. Así que asistir a una de esas reuniones era como codearme con la élite para mí.

Daniel es un abogado penalista muy ambicioso y ahora, es asistente del fiscal. Su meta, es obtener ese puesto en un futuro, pero, ¿Y yo?

—Maldita sea—murmuró.

Estacionó en mi lugar dentro del complejo departamental dónde vivo en el centro de Nueva York. Tomo mi bolso y salgo de mi auto para tomar el ascensor hasta mi departamento

Han sido cuatro años desde que me gradué y ahora estoy respetable y un nombre en el gremio: Solo me falta que mi novio se dé cuenta que soy un excelente partido porque estoy a punto de mandar todo a la m****a. Llegó al octavo piso y giro la llave de mi puerta

—Hola—Jojo. Mi amiga de toda la vida me saluda sentada en el sofá mientras hojea una revista del corazón.

—Hey—murmuró.

—¿Qué sucede? Pensé que ibas a celebrar el aniversario con Daniel.

Si. Es mi tercer aniversario de novios.

La miro sin decir nada. Ella deja la revista a un lado y se pone de pie.

—Helena—dice mi nombre como mi madre suele hacerlo cuando hacía alguna trastada— ¿Qué te hizo el carbón de Daniel?

—No le digas así.

—Perdóname, pero eso es lo que es. Un hombre que se pierde por temporadas no merece tu tiempo.

—Lo sé. Es solo que no entiendo—camino hasta ella y me dejó caer en mi sofá negro y tomo un cojín rojo.

—Sabes que no soy santo de su devoción— dice está. Decir eso es un eufemismo. Jojo es mi amiga desde la escuela secundaria.

Es rubia. Bueno, es pelinegra, pero desde que ha podido se tiñe de rubia. Tiene ojos verdes, unas tetas de infarto y un culo brutal. Si. Es hermosa y lleva una vida desordenada. Su última aventura la dejo sin un lugar para vivir ya que su novio la dejo por una stripper.

Bueno. El problema es que la chica era su compañera de trabajo.

Si. Jojo ha tenido cada trabajo. Ahora está conmigo mientras se recupera o encuentra a alguien que la saqué del bache como ella misma lo llama.

Yo en cambio, no estoy dispuesta a que alguien se haga cargo de mi cuando puedo hacerlo por mí misma.

—Lo que necesita Daniel es que le des una patada en su plano culo —reprimo la sonrisa—Eres hermosa, talentosa y un cañón de mujer. Está claro que ese cabrón no entiende que tiene que cuidarte u otro con un poco más de cerebro podría tenerte.

—Ídem amiga—murmuro.

Ella es buena dando consejos. Pero mala en seguirlos.

—A ver ¿Por qué no le escribes y lo invitas a ese club de intercambio clandestino que abrió en centro?

—¿El club de swinger? —mi risa llena el salón.

Ella hace una mueca. Sobre el club me había enterado gracias a ella. También por el tipo de amigos que tiene aparte de mí.

—Imagina su cara si le dices que quieres ir a un club de sexo— habla entre risas— Eso no es decente para el futuro fiscal —lo imita con voz gutural arrancándome una carcajada.

—Si. Daniel es muy conservador.

—No hace falta que me lo digas. Te apuesto que no pasa del misionero—no digo nada y ella abre los ojos con horror.

—¡Pedazo de m****a! —farfulla —¿Qué coño haces con ese tipo Helena? —me riñe.

—La verdad. No lo sé—murmuro. Me pongo de pie y miro por la ventana de mi departamento con vista a la ciudad —Creo que Daniel me da comodidad.

—¿En serio? —mi amiga dice— Perdóname. Pero no está bien si dices que estas con él por comodidad.

—Qué quieres que te diga—la miro—Daniel y yo tenemos trabajos demandantes, entendemos las prioridades del otro. Cuando tenemos tiempo…

—Se rascan las ganas—dice con una sonrisa—Mándalo a la m****a, Helena—continua—Se libre por una noche y no pienses tanto, ¿nunca has tenido una aventura de una noche? sin complicaciones.

—Sabes que no—respondo.

—Hazme caso y manda a ese imbécil de paseo—insiste —Solo estas con él por comodidad no porque te haga sentir algo—tiene un punto.

Tal vez. pienso.

—Ya. Lo voy a pensar—respondo —Cuéntame ¿Dónde pasaste la noche?

—Fui al bar de Lord—Balbucea algo incomoda—me tome algo con él—se encoje de hombros.

Lord era un ex novio. El hombre tenía un bar cerca de Quinn.

—Voy a ducharme—le digo— ¿vas a salir esta noche inquiero?

—Si. De hecho, me voy en un rato, voy a pasar por uno de los bares y probar suerte—Jojo es una buena barman y yo prefiero verla trabajar detrás de una barra que bailando en un tubo quitándose la ropa.

—¿Lord no tiene plaza? —ella niega.

—No. Tiene dos chicas en la barra—dice azorada caminando por el pasillo hasta su habitación—Me voy a cambiar y salir—se detiene—Piensa lo de Daniel—hago una mueca—el hombre es un idiota.

—Vale. Lo voy a pensar—comento. Ella sonríe encantada. Evito poner los ojos en blanco.

Una hora después estoy sola en mi departamento respondiendo un correo urgente que me llego un poco antes de que Jojo se fuera. Le doy un sorbo a mi copa de vino y le doy enviar.

El timbre de mi puerta me sobresalta.

—Abro y me encuentro a Manuel. El chico de los recados del edificio.

— Entrega para para usted señorita.

Tomo la caja, cierro la puerta y camino hasta la cocina donde la dejo sobre la encimera. Le quitó el lazo rojo y la abro.

Dentro hay un hermoso conjunto rojo de encaje y transparencia. Encima de este, descansa una nota y una tarjeta

Helena. Esto es lo único que necesitas.

Abajo está escrito el nombre de un hotel. Tomo la tarjeta para darme cuenta que es una llave de habitación.

Cojo el móvil y le marco a Daniel, pero como es normal me manda a buzón. Arrojo el móvil a un lado, para iluminarse con un mensaje.

Bebé. Te espero en el Plaza. Nos vemos en el restaurante del hotel.

Tuerzo el gesto al mensaje. Odio que me llame bebé.

Sin embargo, aprecio el esfuerzo.

Saco la lencería y me sorprende lo exquisita que es.

Mi vida sexual con Daniel es simple. Las veces que he intentado proponer algo diferente me mira como si fuera una depravada. Así que deje de insistir.

Pero esto es una ofrenda de paz y nuevo comienzo.

Tomo la caja y me la llevo a mi habitación, así prepararme para esta noche.

Me meto al baño y me desnudo. Recojo mi cabello negro en un moño desordenado. Mis ojos marrones se ven algo apagados, pero se lo aquejó al trabajo. Cuando me meto en la bañera suspiro de placer.

Ya habida tomado una ducha, pero me doy un baño de espuma y media hora después salgo relajada y lista para mí noche.

—Quizás está es la noche en que podamos hablar y arreglar las cosas.

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