Unos minutos después entre miradas de odio y algunas amenazas de Brooke y Olivia, Jacob y Elijah finalmente comenzaron a bajar las escaleras. Jacob al darse cuenta de la tensión en el ambiente frunció el ceño, le parecía un poco extraño que Mia no parecía estar nada contenta de verlos y ellos tampoco a ella, además el hecho de que ella parecía estar realmente incómoda cerca de ellas le parecía mucho más confuso. — ¿Ya se pusieron al día? Porque ya deberíamos irnos. — Cuestionó Elijah con una sonrisa, con esto quería preguntar si su esposa había logrado el objetivo. Mia que había visto a Jacob se había sentido aliviada, pero al escuchar las palabras de su padre se tensó. — No tienen que irse aún, pueden quedarse para la cena si lo desean. — Dijo Jacob rápidamente. — No es necesario, no queremos molestar más, otro día será que vengamos a cenar. — Se negó Elijah, quería salir lo antes posible de aquí para ver si Mia cumplía con su orden, pero viendo que Olivia no parecía estar feliz
— No soy bueno Mia, simplemente me comportó como un esposo debería hacerlo. — Espetó Jacob desviando la mirada, con los latidos de su corazón acelerándose y esto comenzaba a preocuparlo. — No todos los esposos se comportan así. — Murmuró ella y Jacob volvió a tomar su libro para seguir leyéndolo, sin querer seguir hablando del tema, no quería hacerse más cercano con ella, tenía que tratar de mantener una distancia de ahora en adelante. Mia lo observó por un momento y al ver que no diría nada más cerró los ojos, sabía que quizás podía costarle mucho ganar su cariño, porque a veces él era un poco frío, pero estaba dispuesta, estar con él era mucho mejor que estar con su familia y está calidez en su corazón y estos nuevos sentimientos era algo que nunca había sentido por nadie más, no quería que la alejaran de él. Después de que Mia se quedó dormida, Jacob volteó a mirarla y se quedó observándola por unos minutos, viendo cada pequeña peca en su rostro, contrastando perfectamente con s
— Elijah está haciendo cosas a tus espaldas, debes tener cuidado, también deberías tener cuidado con tu esposa, después de todo es su hija. — Advirtió Dean, su mano derecha, él era en quien Jacob más confiaba de las personas que trabajaban para él. — Se que él no se iba a conformar con una alianza, sabes que estamos preparados para lo que haga. — Espetó Jacob, sin prestarle demasiada atención al resto de sus palabras, porque confiaba en Mia, sentía que ella era demasiado inocente y buena como para caer en los sucios juegos de su padre, ella no parecía de las mujeres que fingirían y se prestarían para casarse solo para ser parte de una trampa, además de que ella no parecía ser nada cercana a su familia, nunca les hablaba de ellos, tampoco los había visto desde que se había mudado a su casa, excepto la vez que los visitaron de sorpresa. — ¿Cuándo comenzaremos a movernos? Creo que te estás tardando. — Dijo Dean, un poco preocupado, porque ya Jacob tenía más de un mes casado y no habían
— Mia, ¿Qué tienes? ¿Te sientes mal? — Cuestionó Jacob sentándose en la cama y encendiendo la luz de la lámpara a su lado para luego mirarla con el ceño fruncido. Había estado intentando ignorarla, porque desde la cena notó que algo le estaba pasando, estaba actuando extraña, pero pensando en que no le debería dar más atención lo ignoró, solo que después que estaban en la cama y sentirla removerse sin parar, moviéndose de un lado a otro, sin dormir ni dejarlo dormir, se vio en la necesidad de preguntar, se sentía preocupado de que pudiera estar enferma, porque esto no era algo que ella hiciera. Al escuchar sus palabras la respiración de Mia se cortó y su cuerpo se tensó por completo. — Lamento mucho si te desperté, no estoy enferma ni nada, simplemente no puedo dormir, lo siento, iré a otra habitación. — Se disculpó ella intentando levantarse de la cama antes de ser sostenida por una mano fuerte que se lo impedía. Cuando ella volteó a mirarlo confundida, buscando explicaciones, en
— Señora por favor baje, su familia está aquí. — Anunció Clarisa al tocar la puerta y un escalofrío recorrió a Mia. Había estado esperando que ocurriese un milagro y ellas no aparecieran, pero no había sido tan afortunada, nunca lo era, así que debía enfrentarse a ellas. — Dame un momento, ya bajo. — Dijo Mia con voz temblorosa, no quería tener que enfrentarlas, ellas siempre lograban lastimarla, pero está vez no temía por ella, si no por lo que iban a pedir que hiciera, por lo que querían obligarla a hacer. — Si señora. — Dijo Clarisa y se fue. Mia se levantó llena de abatimiento y desgana, pero sin más opción salió de la habitación y comenzó a bajar las escaleras, sintiendo cierto malestar en su estómago al mirarlas. — Mia te ves realmente bien. — Espetó Olivia al mirarla y aunque quería que esto fuera mentira, era verdad, Mia en este tiempo había conseguido ganar un poco de peso y eso la hacía ver más hermosa, porque anteriormente por culpa del maltrato de ellos estaba demasia
Mia miró a su alrededor y dio un paso al frente, con sus manos temblando, sintiendo un ligero sudor en su frente y en su mano sosteniendo ese pequeño objeto que le pesaba tanto, empezándolo a sentir como un instrumento de tortura y con su corazón latiendo a toda marcha, intentó abrir la puerta de la oficina de Jacob con la mano que le quedaba libre, pero al darse cuenta de que está estaba cerrada, estaba por retirar la mano cuando escuchó una voz que no reconocía. — ¿Qué es lo que está haciendo señora? — Preguntó Dean, arqueando una hermosa ceja y el cuerpo de Mia se estremeció, volteando a mirarlo asustada, no entendía de dónde él había salido y mucho menos como podía moverse sin hacer ningún ruido cuando era bastante grande. Ella se quedó observándolo por un instante, era la primera vez que veía a este hombre y no tenía idea de lo que estaba haciendo aquí, pero sin duda se veía muy bien, era tan alto como Jacob, su cuerpo era igual de fornido, sus facciones fuertes y atractivas, c
Mia suspiró en la cama buscando el cuerpo de Jacob sin abrir los ojos al despertarse, pero al darse cuenta de que él ya no estaba en la cama abrió los ojos, un poco abatida y solo al darse cuenta de que en la mesita de noche había una rosa y una nota sonrió. “Te veías preciosa durmiendo y parecías muy cansada, por eso no quise despertarte, hoy tengo algunos asuntos importantes y estaré todo el día ocupado, nos vemos en la noche.” Le había escrito y aunque no decía nada realmente especial, ella si lo sentía así, solo por el hecho de que él se había tomado la molestia de dejarle la nota, de escribir esto para ella y dejarla junto a una rosa, eso le daba calidez a su corazón. Mía llevó la rosa a su nariz y disfrutó de su aroma para luego levantarse, dándose cuenta que efectivamente ya era casi la hora del almuerzo, así que después de darse una ducha y vestirse se dispuso a bajar las escaleras para encontrarse con Meryl en el comedor. Después de que comieron juntas, Meryl volvió a su h
—Lo siento, lo lamento mucho de verdad. — Susurró Mia al mismo tiempo que sus lágrimas comenzaban a caer al ver que él la apuntaba, no porque tuviera miedo a morir, porque sabía que así era como se pagaba la traición en su mundo, sabía lo que pasaría cuando él se enterara, solo que no estaba preparada para que lo hiciera tan pronto, si no que no soportaba ver el odio que había en los ojos de Jacob, cuando la noche anterior eran tan cariñosos.—¿Es lo único que tienes que decir? Al menos dame una maldita razón para no matarte. — Exigió Jacob levantándose del sillón y caminó hacía ella para poner la punta del arma en su frente. —Solo puedo decir que era algo que tenía que hacer y que de verdad lo lamento, se que no merecías que hiciera eso, pero yo no tenía otra opción, puedes matarme si es lo que quieres — Sollozó, sintiendo el frío de la punta de la pistola en su frente, doliéndole que el hombre que ella comenzaba a amar fuera quien iba a terminar con su vida. —Maldita sea. — Gr