CLARALas manos me tiemblan cuando entro a mi habitación y voy al lavabo de mi baño privado, siento que todo me da vueltas, me es irreal, lo que acaba de pasar, lo que acabo de sentir, traté de hacerme la valiente en cuanto Tobias salió del despacho de mi padre, no pude, por más intentos que hice de preguntarle qué pasaría con mi madre, este simplemente relajó los hombros y dijo que “mi ahora nuevo esposo” se encargaría del problema, el asunto es que no confío en él, no puedo hacerlo después de todo lo que acaba de pasar. Camino de un lado a otro, soy la esposa de Tobias, solo de papel, claro está, entre los dos no hay amor, al menos no un correspondido de su parte, y es algo que debo superar con el paso de los días, ahora solo queda hacer todo lo posible por divorciarnos o por lo menos, por hacer que él se logre hartar de mí, puede que incluso investigue a esa tal Marina y pueda aliarme para que me ayude, me pregunto si ella sabrá de esto. Tobias es tan desgraciado, que seguro tamb
TOBIASClara me observa como si me hubieran salido dos cabezas, desde que llevé a la cama a mi hija y entré a una de las habitaciones de huéspedes, no ha dejado de caminar de un lado a otro, la conozco tan bien, como puedo asegurar que está haciendo una tormenta dentro de un vaso de agua. El clic de la puerta hace que salga de su ensimismamiento, y el que venga con esos pantalones cortos y ajustados, no me ayuda mucho a mantener la cordura. —Una hija —comienza—. Tienes una hija y no me habías dicho nada, ¿cuántos años tiene? ¿Quién es la madre? Joder, eres un maldito mentiroso. Me tomo el tiempo para quitarme el blazer. —Se llama Marina, tiene seis años y es solo mi hija. Voltea a verme con la rabia de un cañonero. —¿Piensa que voy a creer que nació por obra de magia? —pone las manos en jarras. —Puedes creer lo que quieras. De pronto, en su mirada se atisba la culpa y la decepción. —No vayas por ese camino —espeto con firmeza—. Su madre se llama Tania Sayer. —¿Cómo la modelo
ELIEEl ramo de flores se cae al suelo, no sé cómo sentirme al respecto, es decir, lo que me acaba de decir Jerry Daanger, no puede ser cierto, Clara se ha casado con Tobias cuando dijo que no le gustaba, las manos se me congelan mientras los ojos inquisidores de Jerry, me lanzan una mueca de desagrado. —Si yo fuera tú, mejor me iba antes de que venga mi esposa. Su voz logra sacarme de mi ensimismamiento, sigo sin poder entender lo que está pasando. —¿Por qué? —le miro a los ojos, esta vez con los puños cerrados—. ¿Por qué se casaría con él? Se odian. El padre de Clara no parece estar muy contento ni con mi presencia, ni con el interrogatorio que le hago, pero no me importa lo que piense. —Vete, simplemente jamás ibas a estar a la altura de mi hija. Frunzo el ceño. —No entiendo, no pensaban lo mismo hace un par de días atrás. —Eso era porque tenías mucho que ofrecernos respecto a mi hija, tu ayuda y dinero nos iban a ayudar, pero no de este modo, además, Tobias es un hombre má
CLARAEstamos solos, a mi alrededor al menos, desaparece todo el mundo, solo nos encontramos Tobias y yo, suspendidos en este subir y bajar desde que nos conocimos, ya es algo habitual, tal parece que la vida se niega a darnos la oportunidad de estar juntos, y lo peor de todo, es que nos aferramos a no soltarnos del todo. La nana de Marina se la ha llevado al patio, donde la veo jugar con sus muñecas, Marina no era otra mujer, no era su amante o la mujer de su vida, sino, su hija. El saber que Tobias tenía una hija y me lo había ocultado todo este tiempo, hace que pueda reclamarle por todo, pero el que yo hubiera estado embarazada de él cuando me fui de Alemania, es algo que supera sus errores, y no he podido respirar con la culpa, de saber que si tal vez me hubiera quedado a escuchar lo que tenía que decirme aquella vez, nuestro bebé hubiera estado en nuestros brazos en estos momentos. No puedo siquiera mirarlo a los ojos, porque no creo que algún día me pueda perdonar, no de esta
CLARADetallo el rostro de Tobias, su expresión es sombría pero al mismo tiempo distante, quisiera decir que está bien con lo que acaba de escuchar, es decir, pese a ser un hombre frío, tiene sus principios y su moral, sea quien sea Tania o qué lugar ocupa en su vida, hay algo que no es posible borrar, y es que no importa que tan lejos vaya o en qué sitio alejado de la humanidad la esconda, esa mujer siempre va a ser madre de Marina. —¿Señor Jefferson? La voz del doctor no lo ayuda, él sigue inmerso en sus propios pensamientos. Por lo que tomo el asunto en mis manos, sabiendo que me la puedo jugar, ya que siempre se molesta por cualquier cosa que haga, buena o mala, el resultado es el mismo. —El señor Jefferson se encuentra ocupado, ¿podría darme los datos a mí? Soy una… conocida —la última palabra es apenas un susurro. El doctor me da los datos y la dirección del hospital en el que se encuentra Tania, cuelgo y es cuando él me mira de nuevo. —Ella no es nadie, ¿por qué apuntaste
TOBIASLas manos las mantengo dentro de mis bolsillos, sé que esto no es lo correcto, el asunto es, que vea por donde se vea, Tania es una mujer peligrosa, de cuidado y venenosa, lo sé porque estoy a las afueras de su casa, o al menos de una de las propiedades que tiene aquí, no me trago el cuento que soltó aquel médico. Si alguien conoce los límites de Tania y hasta dónde es capaz de llegar con tal de salirse con la suya, soy yo. Pero lo que más me da rabia, es que use a Marina como una salida fácil a sus problemas. ¿Enferma de Cáncer? Eso no es muy inteligente de su parte. Espero paciente hasta que ella sale atabiada con uno de sus atuendos favoritos para hacer ejercicio, uno que deja a la vista su enorme pecho y da poca imaginación a los hombres, me cuesta trabajo creer que yo hubiera pedido matrimonio a una mujer tan superficial como ella. Baja los escalones de la entrada, cuando levanta la mirada y se congela al verme, dejando caer al suelo los audífonos para escuchar su músic
CLARAUn segundo tengo los labios de Elie sobre los míos, y al otro segundo alguien lo aleja de mí con una fuerza brutal, haciéndolo ver como si solo se tratara de un muñeco de tela. Respiro profundo, viendo que es Tobias, quien lo ha soltado haciendo que Elie perdiera el equilibrio y cayera de bruces al suelo. —No lo golpees —pido en vano. Su mirada asesina me lo dice todo, no sé si quiero quedarme aquí, viendo cómo mata a golpes al pobre de Elie. Tobias me mira de soslayo. —No pienso hacerlo, no golpeo a ebrios. —¡No estoy ebrio… ! —exclama Elie con los ojos inyectados en sangre—. Sabes, no te la mereces, ella es la mujer perfecta. Casi me atraganto con mi propia saliva, en especial cuando Tobias no me mira, enseguida le dice a la nana que llame a un taxi para que lo lleven a su casa. Esta acepta y enseguida toma mi mano, saliendo de la estancia, dejando solo a Elie. —¿Qué haces? No podemos dejarlo solo. —Ya es mayorcito. Me guardo lo que tengo adentro, me lleva hasta la hab
CLARATobias abre mis piernas aún más, empujando mi espalda para que saque más el culo, siento que el aire me falta y que estoy a nada de desfallecer, desde que llegamos a su departamento, no ha dejado de follarme en toda la noche, estoy agotada de todo, mis piernas no soportan más la posición de cuatro, estoy a nada de desfallecer, cuando él se derrama de nuevo dentro de mí. Sale de mi interior, me acomodo en la cama y trato de que mi respiración se estabilice, mientras lo hago, pienso en todo lo que ha pasado, mis padres no me han vuelto a llamar, Tobias no habla de Tania, es como un tema tabú en estos momentos, mientras que Marina, bueno, ella se ha quedado dormida con su nana, en la otra habitación, solo espero que no haya escuchado nada. —Tal vez debería follarte de nuevo. La voz ronca de Tobias hace que regrese a la realidad. —Ni de coña —niego.—Eres mi mujer —replica con la intención de venir por mí. —¿Y? —enarco una ceja con incredulidad. —Te daré por el culo —sentencia