CLARATobias abre mis piernas aún más, empujando mi espalda para que saque más el culo, siento que el aire me falta y que estoy a nada de desfallecer, desde que llegamos a su departamento, no ha dejado de follarme en toda la noche, estoy agotada de todo, mis piernas no soportan más la posición de cuatro, estoy a nada de desfallecer, cuando él se derrama de nuevo dentro de mí. Sale de mi interior, me acomodo en la cama y trato de que mi respiración se estabilice, mientras lo hago, pienso en todo lo que ha pasado, mis padres no me han vuelto a llamar, Tobias no habla de Tania, es como un tema tabú en estos momentos, mientras que Marina, bueno, ella se ha quedado dormida con su nana, en la otra habitación, solo espero que no haya escuchado nada. —Tal vez debería follarte de nuevo. La voz ronca de Tobias hace que regrese a la realidad. —Ni de coña —niego.—Eres mi mujer —replica con la intención de venir por mí. —¿Y? —enarco una ceja con incredulidad. —Te daré por el culo —sentencia
TOBIASSangre, no puedo dejar de ver el rojo sangre que mancha mis manos, mi ropa y pantalones, me paso una mano por el cabello, hace media hora que llegamos al hospital, Marina se asustó tanto al ver el estado en el que se encontraba Clara, que se desmayó, ella está bien, asegurada con su nana en la casa de Levi, mientras me he encargado de que se lleven detenida por intento de homicidio a Tania. No debió volver, no debió siquiera pensar en quitarme a mi hija, porque tal vez ella sea su madre por genética, sangre y carne, más no de corazón, amor y espíritu, estuvo a punto de matar a su propia madre, de no ser por Clara, mi hija estaría muerta, le debo tanto a esa mujer, a quien amo desde el primer momento en el que la vi. —Tobias.La voz irritante de Levi, me saca de mi ensimismamiento, levanto la mirada, Maddison tiene los ojos llorosos, sabemos que Harley está asistiendo al doctor que la está operando, sin embargo, no me puedo estar en paz. —Iré por café —dice Maddison en apenas
CLARALa pésames de mi cuerpo me impide respirar con facilidad, siento la garganta seca, los labios agrietados al intentar abrirlos para lamerlos, me remuevo inquieta, las imágenes golpean mi memoria con fuerza descomunal, haciendo que recuerde todo, cada maldita cosa, lo que hace que abra los ojos de golpe, mi corazón late frenético, estoy viva, me repito una y otra vez, localizo que me encuentro dentro de una habitación de hospital. Estoy conectada a un par de tubos y a las máquinas que monitorean mis signos vitales. Aparto de mi rostro, la máscara de oxígeno que cubre mi rostro, intento incorporarme hasta que un fuerte dolor agudo, recorre mi espina dorsal, vuelvo a recostarme a tal punto que la comodidad reaparece, giro a mi izquierda y la vida me da un golpe cuando veo a Tobias recostado en uno de los sofá de espera, surcos oscuros rodean por debajo de sus ojos, se nota cansado y profundamente dormido, en una posición incómoda. Abro la boca para despertarlo, pero la puerta se a
CLARAVer el rostro intacto e implacable de Tobias, es algo que no tiene precio, no parece sorprendido, mucho menos alterado por mis palabras, todo lo contrario, sus ojos son como los de un demonio, el aire comprime mis pulmones, los segundos que le siguen son tormentosos y solo quiero hacer una cosa, escapar o lanzarme a sus brazos, decirle que todo estará bien, de hecho, estoy a nada de hacerlo, pero la imagen de la pequeña Marina viene a mi mente. Empujo todo el dolor que me va a provocar el estar lejos del hombre que amo, cierro los puños y sigo en mi papel, tratando de no encogerme del miedo aun cuando sus pupilas se dilatan. —Deja de decir estupideces —espeta con firmeza. Me quedo callada un par de segundos. —No sé de qué hablas —mi voz tiende de un hilo. —Tal vez necesites espacio —se aleja—. Llamaré al doctor para que te revise. Sale de la habitación y suelto un suspiro, mis ojos se llenan de lágrimas que no puedo parar. «Es lo mejor, es por Marina, ella merece tener a
CLARAMi mente viaja a Tobias, no sé a dónde vamos, tampoco lo que será de mí, me encuentro dentro de una furgoneta que va a toda velocidad, mi madre no deja de hablar en italiano con alguien por teléfono, han pasado dos días desde que me despedí de Tobias y del enorme amor que le tengo, el único alivio que le queda, es que estará con su hija. Muevo mis manos con impaciencia hasta que por fin decido apartar la mirada del paisaje que se muestra afuera. El hombre que maneja va armado, su copiloto también, puedo distinguir aún en las distancias cortas, que mi madre está furiosa por lo incómoda que va, no deja de agitar las manos al tiempo que insulta al pobre hombre, de pronto, comienzo a sentirme mal, mareada, todo me da vueltas, el ácido estomacal se me sube por la garganta y tengo que vomitar. —¡Pare! —grito.Los dos hombres me ignoran, como si no existiera para ellos, mi madre me lanza una mirada amenazante, dice algo más y cuelga, al tiempo que yo coloco la palma de mi mano sobre
CLARAMis ojos se llenan de lágrimas, mismas que se derraman por mi cuerpo de manera torrencial, detrás de Tobias aparece Levi con un arma, él nos mira y luego se dirige hacia su amigo. —Iré por Sora —anuncia.—Sí.Levi me echa un último vistazo y se aleja en dirección de donde mi madre corrió. Tobias mantiene la misma mirada asesina sobre mí, la garganta se le cierra cuando intento decir algo. Tobias se pone en cuclillas y revisa mi tobillo. —Yo… —Cállate —espeta con firmeza. Sello mis labios instintivamente hasta que él aplasta sus labios sobre los míos, es un beso urgente, lleno de desesperada pasión, incluso siento que el aire que respiramos es el mismo y no habrá para ambos en un momento a otro. —¿Creíste que tu tontería no tendría consecuencias? Abro los ojos como platos cuando de un movimiento rápido me gira, haciendo que quede en una posición de cuatro, él levanta mi falda y rompe mis bragas, mis manos sienten el pasto y se cierran en perfectos puños. —Tobias, no es mom
CLARAHace dos días que volví a vivir en la casa que era de mis padres, no he sabido nada de mi madre y ya comienzo a preocuparme, es que no puedo hacer como que nada de esto pasó, pese a los intentos constantes de Tobias por hacerme sentir bien y asegurarme que ella no volverá a aparecer en nuestras vidas, ¿cómo puede estar tan seguro? Sé lo que escuché, el italiano con el que me había vendido la quería muerta, pero también sé lo perspicaz que puede llegar a ser mi madre cuando se trata de salirse con la suya. Temo que haya pedido ayuda de él para volver a atacarme, termino de colocarme el abrigo y siento que las piernas me tiemblan, no solo está el asunto del corazón de la pequeña Marina, sino, él que yo hoy sabré si estoy embarazada o no. Por una parte espero que sí, por otra, solo quiero que sea un mal sueño, no quiero que la mente de Tobias tenga alguna distracción de más. «Son cosas que no se pueden evitar»Me repito a mí misma. Una y otra vez mientras bajo las escaleras, en e
CLARANo sé lo que ha pasado pero siento que he muerto y revivido en un solo día. Al abrir los ojos me encuentro dentro de una habitación de hospital, recuerdo todo y me incorporo de golpe, tocando mi vientre, todo lo que ha pasado ha sido demasiado para mí, en especial porque no quiero perder lo único que se ha aferrado a mí. Mi hijo. —Tranquila.La voz ronca de Tobias llega a mí, volteo y lo encuentro poniéndose de pie al tiempo que sus ojos adquieren un brillo sádico. —Estás en el hospital. Se acerca y le echa un vistazo al monitor que reacciona a los latidos de mi corazón. —¿Qué ha pasado? Mi bebé… Tobias me fulmina con la mirada. —Querrás decir, nuestro bebé —espeta con firmeza, incapaz de ocultar el orgullo que siente al decir aquellas palabras. Me quedo callada, sellando mis labios como una bóveda antigua, esperando a que me dé alguna mala noticia, una de la que no estoy segura, pueda sobrevivir, respiro hondo, sintiendo como todo me da vuelta alrededor. —Tuvimos que in