CLARADetallo el rostro de Tobias, su expresión es sombría pero al mismo tiempo distante, quisiera decir que está bien con lo que acaba de escuchar, es decir, pese a ser un hombre frío, tiene sus principios y su moral, sea quien sea Tania o qué lugar ocupa en su vida, hay algo que no es posible borrar, y es que no importa que tan lejos vaya o en qué sitio alejado de la humanidad la esconda, esa mujer siempre va a ser madre de Marina. —¿Señor Jefferson? La voz del doctor no lo ayuda, él sigue inmerso en sus propios pensamientos. Por lo que tomo el asunto en mis manos, sabiendo que me la puedo jugar, ya que siempre se molesta por cualquier cosa que haga, buena o mala, el resultado es el mismo. —El señor Jefferson se encuentra ocupado, ¿podría darme los datos a mí? Soy una… conocida —la última palabra es apenas un susurro. El doctor me da los datos y la dirección del hospital en el que se encuentra Tania, cuelgo y es cuando él me mira de nuevo. —Ella no es nadie, ¿por qué apuntaste
TOBIASLas manos las mantengo dentro de mis bolsillos, sé que esto no es lo correcto, el asunto es, que vea por donde se vea, Tania es una mujer peligrosa, de cuidado y venenosa, lo sé porque estoy a las afueras de su casa, o al menos de una de las propiedades que tiene aquí, no me trago el cuento que soltó aquel médico. Si alguien conoce los límites de Tania y hasta dónde es capaz de llegar con tal de salirse con la suya, soy yo. Pero lo que más me da rabia, es que use a Marina como una salida fácil a sus problemas. ¿Enferma de Cáncer? Eso no es muy inteligente de su parte. Espero paciente hasta que ella sale atabiada con uno de sus atuendos favoritos para hacer ejercicio, uno que deja a la vista su enorme pecho y da poca imaginación a los hombres, me cuesta trabajo creer que yo hubiera pedido matrimonio a una mujer tan superficial como ella. Baja los escalones de la entrada, cuando levanta la mirada y se congela al verme, dejando caer al suelo los audífonos para escuchar su músic
CLARAUn segundo tengo los labios de Elie sobre los míos, y al otro segundo alguien lo aleja de mí con una fuerza brutal, haciéndolo ver como si solo se tratara de un muñeco de tela. Respiro profundo, viendo que es Tobias, quien lo ha soltado haciendo que Elie perdiera el equilibrio y cayera de bruces al suelo. —No lo golpees —pido en vano. Su mirada asesina me lo dice todo, no sé si quiero quedarme aquí, viendo cómo mata a golpes al pobre de Elie. Tobias me mira de soslayo. —No pienso hacerlo, no golpeo a ebrios. —¡No estoy ebrio… ! —exclama Elie con los ojos inyectados en sangre—. Sabes, no te la mereces, ella es la mujer perfecta. Casi me atraganto con mi propia saliva, en especial cuando Tobias no me mira, enseguida le dice a la nana que llame a un taxi para que lo lleven a su casa. Esta acepta y enseguida toma mi mano, saliendo de la estancia, dejando solo a Elie. —¿Qué haces? No podemos dejarlo solo. —Ya es mayorcito. Me guardo lo que tengo adentro, me lleva hasta la hab
CLARATobias abre mis piernas aún más, empujando mi espalda para que saque más el culo, siento que el aire me falta y que estoy a nada de desfallecer, desde que llegamos a su departamento, no ha dejado de follarme en toda la noche, estoy agotada de todo, mis piernas no soportan más la posición de cuatro, estoy a nada de desfallecer, cuando él se derrama de nuevo dentro de mí. Sale de mi interior, me acomodo en la cama y trato de que mi respiración se estabilice, mientras lo hago, pienso en todo lo que ha pasado, mis padres no me han vuelto a llamar, Tobias no habla de Tania, es como un tema tabú en estos momentos, mientras que Marina, bueno, ella se ha quedado dormida con su nana, en la otra habitación, solo espero que no haya escuchado nada. —Tal vez debería follarte de nuevo. La voz ronca de Tobias hace que regrese a la realidad. —Ni de coña —niego.—Eres mi mujer —replica con la intención de venir por mí. —¿Y? —enarco una ceja con incredulidad. —Te daré por el culo —sentencia
TOBIASSangre, no puedo dejar de ver el rojo sangre que mancha mis manos, mi ropa y pantalones, me paso una mano por el cabello, hace media hora que llegamos al hospital, Marina se asustó tanto al ver el estado en el que se encontraba Clara, que se desmayó, ella está bien, asegurada con su nana en la casa de Levi, mientras me he encargado de que se lleven detenida por intento de homicidio a Tania. No debió volver, no debió siquiera pensar en quitarme a mi hija, porque tal vez ella sea su madre por genética, sangre y carne, más no de corazón, amor y espíritu, estuvo a punto de matar a su propia madre, de no ser por Clara, mi hija estaría muerta, le debo tanto a esa mujer, a quien amo desde el primer momento en el que la vi. —Tobias.La voz irritante de Levi, me saca de mi ensimismamiento, levanto la mirada, Maddison tiene los ojos llorosos, sabemos que Harley está asistiendo al doctor que la está operando, sin embargo, no me puedo estar en paz. —Iré por café —dice Maddison en apenas
CLARALa pésames de mi cuerpo me impide respirar con facilidad, siento la garganta seca, los labios agrietados al intentar abrirlos para lamerlos, me remuevo inquieta, las imágenes golpean mi memoria con fuerza descomunal, haciendo que recuerde todo, cada maldita cosa, lo que hace que abra los ojos de golpe, mi corazón late frenético, estoy viva, me repito una y otra vez, localizo que me encuentro dentro de una habitación de hospital. Estoy conectada a un par de tubos y a las máquinas que monitorean mis signos vitales. Aparto de mi rostro, la máscara de oxígeno que cubre mi rostro, intento incorporarme hasta que un fuerte dolor agudo, recorre mi espina dorsal, vuelvo a recostarme a tal punto que la comodidad reaparece, giro a mi izquierda y la vida me da un golpe cuando veo a Tobias recostado en uno de los sofá de espera, surcos oscuros rodean por debajo de sus ojos, se nota cansado y profundamente dormido, en una posición incómoda. Abro la boca para despertarlo, pero la puerta se a
CLARAVer el rostro intacto e implacable de Tobias, es algo que no tiene precio, no parece sorprendido, mucho menos alterado por mis palabras, todo lo contrario, sus ojos son como los de un demonio, el aire comprime mis pulmones, los segundos que le siguen son tormentosos y solo quiero hacer una cosa, escapar o lanzarme a sus brazos, decirle que todo estará bien, de hecho, estoy a nada de hacerlo, pero la imagen de la pequeña Marina viene a mi mente. Empujo todo el dolor que me va a provocar el estar lejos del hombre que amo, cierro los puños y sigo en mi papel, tratando de no encogerme del miedo aun cuando sus pupilas se dilatan. —Deja de decir estupideces —espeta con firmeza. Me quedo callada un par de segundos. —No sé de qué hablas —mi voz tiende de un hilo. —Tal vez necesites espacio —se aleja—. Llamaré al doctor para que te revise. Sale de la habitación y suelto un suspiro, mis ojos se llenan de lágrimas que no puedo parar. «Es lo mejor, es por Marina, ella merece tener a
CLARAMi mente viaja a Tobias, no sé a dónde vamos, tampoco lo que será de mí, me encuentro dentro de una furgoneta que va a toda velocidad, mi madre no deja de hablar en italiano con alguien por teléfono, han pasado dos días desde que me despedí de Tobias y del enorme amor que le tengo, el único alivio que le queda, es que estará con su hija. Muevo mis manos con impaciencia hasta que por fin decido apartar la mirada del paisaje que se muestra afuera. El hombre que maneja va armado, su copiloto también, puedo distinguir aún en las distancias cortas, que mi madre está furiosa por lo incómoda que va, no deja de agitar las manos al tiempo que insulta al pobre hombre, de pronto, comienzo a sentirme mal, mareada, todo me da vueltas, el ácido estomacal se me sube por la garganta y tengo que vomitar. —¡Pare! —grito.Los dos hombres me ignoran, como si no existiera para ellos, mi madre me lanza una mirada amenazante, dice algo más y cuelga, al tiempo que yo coloco la palma de mi mano sobre