La noche de la celebración se había desvanecido, dejando atrás una estela de risas y luces apagadas. Brenda se encontraba en la cocina, limpiando los restos de la fiesta, pero su mente estaba lejos de las tareas que la rodeaban. Las palabras de Thomas resonaban en su cabeza, como un eco ominoso que no podía ignorar.—No puedo dejar que esto nos afecte —había dicho Damián, y esas palabras la perseguían, llenándola de ansiedad.Mientras fregaba los platos, su mente seguía volviendo a lo que había sucedido entre ella y Damián. La conexión que habían compartido, el beso prohibido, todo parecía un sueño, pero la realidad de su situación era innegable. ¿Cómo podían continuar con esto? La boda de Damián estaba a la vuelta de la esquina, y ella era solo la sirvienta en su casa.De repente, un sonido la sacó de sus pensamientos. La puerta de la despensa se abrió, y un viejo baúl cayó al suelo, liberando una nube de polvo. Brenda se acercó curiosa, levantando la tapa. Dentro encontró documentos
Con el corazón latiendo desbocado, Brenda y Damián se dirigieron hacia el estudio de los padres de él. El aire estaba cargado de tensión, y cada paso que daban parecía resonar en sus mentes como un tambor. La revelación que habían compartido pesaba sobre ellos como una sombra, y la incertidumbre de lo que vendría a continuación era abrumadora.—¿Estás seguro de que esto es lo que queremos hacer? —preguntó Brenda, su voz temblando mientras se acercaban a la puerta.—No hay otra opción. Necesitamos respuestas, y es mejor que lo hagamos ahora —respondió Damián, su mirada fija en la puerta.Brenda asintió, aunque su estómago se retorcía de nervios. ¿Cómo reaccionarían sus padres ante la verdad? ¿La aceptarían como parte de la familia o la verían como una intrusa? Respirando hondo, Damián abrió la puerta y entraron.El estudio era un espacio elegante, con estanterías llenas de libros y obras de arte que adornaban las paredes. Los padres de Damián estaban sentados en un sofá, conversando en
La mañana siguiente llegó cargada de un aire denso, como si la mansión Andaluz presintiera la tormenta que se avecinaba. Brenda se despertó con la sensación de que el mundo había cambiado irreversiblemente. La revelación de su origen aún resonaba en su mente, y no podía evitar sentir que cada rincón de la casa ahora la observaba con desconfianza.Mientras se preparaba, decidió que necesitaba hablar con Damián. La incertidumbre de la noche anterior seguía pesando sobre su corazón. Al salir de su habitación, se encontró con la mirada de la sirvienta, quien le ofreció una sonrisa nerviosa.—Buenos días, señorita Brenda —dijo la mujer, pero su tono era distante, como si la situación en la casa hubiese alterado la normalidad de su rutina.Brenda sonrió de vuelta, pero su mente estaba en otra parte. Se dirigió hacia el estudio, donde sabía que Damián se reuniría con sus padres para discutir la situación. Al acercarse, escuchó fragmentos de la conversación.—No puede ser posible que la acept
La mañana siguiente llegó con un cielo gris y nublado, reflejando el estado de ánimo en la mansión Andaluz. Brenda se despertó sintiéndose pesada, como si el aire en la habitación estuviera cargado de angustia. La revelación de su origen aún resonaba en su mente, y la incertidumbre sobre su futuro la mantenía en un estado de alerta constante.Después de vestirse, decidió que necesitaba hablar con Damián. Algo dentro de ella anhelaba su compañía, su apoyo. Al salir de su habitación, notó que las miradas de los sirvientes eran diferentes; había un aire de incomodidad que la hacía sentir aún más fuera de lugar.Al llegar al estudio, escuchó las voces de Damián y sus padres, llenas de tensión. Se acercó sigilosamente a la puerta, tratando de captar lo que decían.—No puedes simplemente ignorar la verdad —decía su padre, su voz firme—. Esto cambiará todo lo que hemos construido.—Pero es lo que somos, papá —respondió Damián, su tono lleno de frustración—. No es justo que Brenda sea la únic
El día siguiente fue un torbellino de emociones. Brenda y Damián se despertaron con la sensación de que la vida estaba a punto de dar un giro significativo. La búsqueda de sus verdaderos padres había comenzado, y aunque había un aire de esperanza, también había un trasfondo de ansiedad que no podían ignorar.Brenda se preparó rápidamente, su mente llena de pensamientos sobre lo que podría descubrir. Mientras se miraba en el espejo, se preguntó si realmente estaba lista para enfrentar el pasado. La idea de encontrar a sus verdaderos padres era emocionante, pero también aterradora. Podría haber respuestas que nunca había querido escuchar.—¿Estás lista para esto? —preguntó Damián, entrando a la habitación y rompiendo su tren de pensamientos.—Creo que sí, aunque estoy un poco nerviosa —admitió, sintiendo que su corazón latía más rápido—. No sé qué esperar.Damián se acercó y la tomó de la mano.—Lo importante es que estamos juntos en esto. No importa lo que descubramos, lo enfrentaremos
La mañana de la reunión llegó con una mezcla de ansiedad y anticipación que envolvía a Brenda como una segunda piel. Después de un largo día en la agencia de adopción, donde había recolectado fragmentos de su historia, ahora se enfrentaba a la posibilidad de conocer a sus verdaderos padres. Mientras se miraba en el espejo, podía ver la emoción brillar en sus ojos, pero también la sombra del miedo.—¿Estás lista? —preguntó Damián, asomándose en la puerta de su habitación. Su presencia era como un ancla en medio de la tormenta emocional que la envolvía.—Creo que sí, aunque todavía estoy un poco nerviosa —admitió Brenda, sintiendo que su estómago se retorcía—. ¿Y si no les gusto? ¿Y si deciden que no quieren saber de mí?Damián se acercó y le tomó la mano, su toque era cálido y reconfortante.—No puedes controlar cómo reaccionarán, pero sí puedes ser tú misma. Ellos están a punto de conocer a la persona que siempre han buscado. Eso tiene que significar algo —dijo, su voz llena de alient
El día amaneció radiante, con un sol brillante que iluminaba cada rincón de la mansión Andaluz. Era un nuevo día, pero no solo en el sentido literal; para Brenda, cada momento desde su reunión con sus verdaderos padres se sentía como un nuevo comienzo. Mientras se preparaba para el desayuno, una sensación de esperanza la envolvía. Había recorrido un largo camino, y aunque los recuerdos del pasado seguían pesando, la promesa de lo que estaba por venir la llenaba de energía.Al entrar en la cocina, se encontró con Damián, que estaba sentado a la mesa con una taza de café en la mano. Su mirada se iluminó al verla.—Buenos días, exploradora —dijo, sonriendo—. ¿Listo para otro día de aventuras?Brenda se rió, sintiendo que su espíritu se alzaba. —Creo que sí. Aunque no sé qué tipo de aventuras nos esperan —respondió, tomando un asiento frente a él.—Quizás una nueva aventura familiar. Hoy tenemos que ir a conocer a algunos de tus parientes —dijo Damián, dejando caer la frase como si fuera
Las luces del gran salón de la mansión Duvall brillaban con la intensidad de un sol artificial. Era una noche especial, una de las tantas reuniones de gala que la familia organizaba para mostrar su estatus ante la alta sociedad. Martha, como siempre, estaba en la cocina, ocupada en las tareas que le correspondían como asistente. Aunque el trabajo era agotador, agradecía tener un empleo en una familia tan prestigiosa; para alguien como ella, de orígenes humildes, trabajar allí era una gran oportunidad.Desde la cocina, escuchaba las risas y las conversaciones animadas de los invitados. Martha no podía evitar sentirse como una espectadora en un mundo que no le pertenecía: el lujo, los vestidos caros, las joyas deslumbrantes. Todo eso estaba tan lejos de su vida, pero no lo envidiaba. Para ella, lo más importante era su honestidad y trabajar duro para su futuro.Entre todos los invitados, había una figura que destacaba para Martha: Liam Duvall, el hijo mayor de la familia. Él no era como