La mañana siguiente llegó cargada de un aire denso, como si la mansión Andaluz presintiera la tormenta que se avecinaba. Brenda se despertó con la sensación de que el mundo había cambiado irreversiblemente. La revelación de su origen aún resonaba en su mente, y no podía evitar sentir que cada rincón de la casa ahora la observaba con desconfianza.Mientras se preparaba, decidió que necesitaba hablar con Damián. La incertidumbre de la noche anterior seguía pesando sobre su corazón. Al salir de su habitación, se encontró con la mirada de la sirvienta, quien le ofreció una sonrisa nerviosa.—Buenos días, señorita Brenda —dijo la mujer, pero su tono era distante, como si la situación en la casa hubiese alterado la normalidad de su rutina.Brenda sonrió de vuelta, pero su mente estaba en otra parte. Se dirigió hacia el estudio, donde sabía que Damián se reuniría con sus padres para discutir la situación. Al acercarse, escuchó fragmentos de la conversación.—No puede ser posible que la acept
La mañana siguiente llegó con un cielo gris y nublado, reflejando el estado de ánimo en la mansión Andaluz. Brenda se despertó sintiéndose pesada, como si el aire en la habitación estuviera cargado de angustia. La revelación de su origen aún resonaba en su mente, y la incertidumbre sobre su futuro la mantenía en un estado de alerta constante.Después de vestirse, decidió que necesitaba hablar con Damián. Algo dentro de ella anhelaba su compañía, su apoyo. Al salir de su habitación, notó que las miradas de los sirvientes eran diferentes; había un aire de incomodidad que la hacía sentir aún más fuera de lugar.Al llegar al estudio, escuchó las voces de Damián y sus padres, llenas de tensión. Se acercó sigilosamente a la puerta, tratando de captar lo que decían.—No puedes simplemente ignorar la verdad —decía su padre, su voz firme—. Esto cambiará todo lo que hemos construido.—Pero es lo que somos, papá —respondió Damián, su tono lleno de frustración—. No es justo que Brenda sea la únic
El día siguiente fue un torbellino de emociones. Brenda y Damián se despertaron con la sensación de que la vida estaba a punto de dar un giro significativo. La búsqueda de sus verdaderos padres había comenzado, y aunque había un aire de esperanza, también había un trasfondo de ansiedad que no podían ignorar.Brenda se preparó rápidamente, su mente llena de pensamientos sobre lo que podría descubrir. Mientras se miraba en el espejo, se preguntó si realmente estaba lista para enfrentar el pasado. La idea de encontrar a sus verdaderos padres era emocionante, pero también aterradora. Podría haber respuestas que nunca había querido escuchar.—¿Estás lista para esto? —preguntó Damián, entrando a la habitación y rompiendo su tren de pensamientos.—Creo que sí, aunque estoy un poco nerviosa —admitió, sintiendo que su corazón latía más rápido—. No sé qué esperar.Damián se acercó y la tomó de la mano.—Lo importante es que estamos juntos en esto. No importa lo que descubramos, lo enfrentaremos
La mañana de la reunión llegó con una mezcla de ansiedad y anticipación que envolvía a Brenda como una segunda piel. Después de un largo día en la agencia de adopción, donde había recolectado fragmentos de su historia, ahora se enfrentaba a la posibilidad de conocer a sus verdaderos padres. Mientras se miraba en el espejo, podía ver la emoción brillar en sus ojos, pero también la sombra del miedo.—¿Estás lista? —preguntó Damián, asomándose en la puerta de su habitación. Su presencia era como un ancla en medio de la tormenta emocional que la envolvía.—Creo que sí, aunque todavía estoy un poco nerviosa —admitió Brenda, sintiendo que su estómago se retorcía—. ¿Y si no les gusto? ¿Y si deciden que no quieren saber de mí?Damián se acercó y le tomó la mano, su toque era cálido y reconfortante.—No puedes controlar cómo reaccionarán, pero sí puedes ser tú misma. Ellos están a punto de conocer a la persona que siempre han buscado. Eso tiene que significar algo —dijo, su voz llena de alient
El día amaneció radiante, con un sol brillante que iluminaba cada rincón de la mansión Andaluz. Era un nuevo día, pero no solo en el sentido literal; para Brenda, cada momento desde su reunión con sus verdaderos padres se sentía como un nuevo comienzo. Mientras se preparaba para el desayuno, una sensación de esperanza la envolvía. Había recorrido un largo camino, y aunque los recuerdos del pasado seguían pesando, la promesa de lo que estaba por venir la llenaba de energía.Al entrar en la cocina, se encontró con Damián, que estaba sentado a la mesa con una taza de café en la mano. Su mirada se iluminó al verla.—Buenos días, exploradora —dijo, sonriendo—. ¿Listo para otro día de aventuras?Brenda se rió, sintiendo que su espíritu se alzaba. —Creo que sí. Aunque no sé qué tipo de aventuras nos esperan —respondió, tomando un asiento frente a él.—Quizás una nueva aventura familiar. Hoy tenemos que ir a conocer a algunos de tus parientes —dijo Damián, dejando caer la frase como si fuera
Las luces del gran salón de la mansión Duvall brillaban con la intensidad de un sol artificial. Era una noche especial, una de las tantas reuniones de gala que la familia organizaba para mostrar su estatus ante la alta sociedad. Martha, como siempre, estaba en la cocina, ocupada en las tareas que le correspondían como asistente. Aunque el trabajo era agotador, agradecía tener un empleo en una familia tan prestigiosa; para alguien como ella, de orígenes humildes, trabajar allí era una gran oportunidad.Desde la cocina, escuchaba las risas y las conversaciones animadas de los invitados. Martha no podía evitar sentirse como una espectadora en un mundo que no le pertenecía: el lujo, los vestidos caros, las joyas deslumbrantes. Todo eso estaba tan lejos de su vida, pero no lo envidiaba. Para ella, lo más importante era su honestidad y trabajar duro para su futuro.Entre todos los invitados, había una figura que destacaba para Martha: Liam Duvall, el hijo mayor de la familia. Él no era como
Cinco años habían pasado desde aquella noche fatídica en la mansión Duvall. Para Martha, aquellos días oscuros parecían lejanos, pero las cicatrices que quedaron en su corazón seguían frescas. Había perdido todo: su trabajo, su reputación y, quizás lo más doloroso, la confianza en las personas. Después de ser acusada injustamente, le costó encontrar empleo; las familias adineradas hablaban entre ellas, y el rumor de que había robado un collar se propagó como un incendio. Sin embargo, Martha no se rindió.Ahora trabajaba en una pequeña cafetería en el centro de la ciudad. No era el trabajo más glamuroso, pero le permitía llevar una vida honrada y tranquila. Había aprendido a disfrutar de las cosas simples: el aroma del café recién hecho, las charlas con los clientes habituales y la satisfacción de saber que estaba construyendo su vida desde cero, sin depender de nadie.Era una mañana fría de invierno, y el café estaba lleno de gente que buscaba refugio del viento helado. Martha, con su
Los primeros días en la empresa fueron tan tensos como Martha había imaginado. Liam parecía haber asumido un papel casi deliberadamente hostil. Siempre encontraba pequeñas fallas en su trabajo, a pesar de que ella se esforzaba por hacer todo a la perfección. Si llegaba un minuto tarde, lo notaba. Si olvidaba un pequeño detalle en un informe, lo mencionaba frente a todo el equipo. Martha sabía que no era casualidad; estaba probándola, empujándola al límite para ver si retrocedería.Pero Martha no era la misma joven insegura que había dejado la mansión Duvall cinco años atrás. Había aprendido a enfrentar la adversidad, y si Liam creía que podía intimidarla, estaba muy equivocado. Con cada crítica, ella respondía con profesionalismo, con la cabeza en alto.—Señor Duvall, el informe que pidió está listo —dijo una tarde, dejando un documento en su escritorio.Liam apenas levantó la vista de su computadora.—¿Te aseguraste de revisar los datos financieros antes de entregarlo? —preguntó, con