La mañana de la reunión llegó con una mezcla de ansiedad y anticipación que envolvía a Brenda como una segunda piel. Después de un largo día en la agencia de adopción, donde había recolectado fragmentos de su historia, ahora se enfrentaba a la posibilidad de conocer a sus verdaderos padres. Mientras se miraba en el espejo, podía ver la emoción brillar en sus ojos, pero también la sombra del miedo.—¿Estás lista? —preguntó Damián, asomándose en la puerta de su habitación. Su presencia era como un ancla en medio de la tormenta emocional que la envolvía.—Creo que sí, aunque todavía estoy un poco nerviosa —admitió Brenda, sintiendo que su estómago se retorcía—. ¿Y si no les gusto? ¿Y si deciden que no quieren saber de mí?Damián se acercó y le tomó la mano, su toque era cálido y reconfortante.—No puedes controlar cómo reaccionarán, pero sí puedes ser tú misma. Ellos están a punto de conocer a la persona que siempre han buscado. Eso tiene que significar algo —dijo, su voz llena de alient
El día amaneció radiante, con un sol brillante que iluminaba cada rincón de la mansión Andaluz. Era un nuevo día, pero no solo en el sentido literal; para Brenda, cada momento desde su reunión con sus verdaderos padres se sentía como un nuevo comienzo. Mientras se preparaba para el desayuno, una sensación de esperanza la envolvía. Había recorrido un largo camino, y aunque los recuerdos del pasado seguían pesando, la promesa de lo que estaba por venir la llenaba de energía.Al entrar en la cocina, se encontró con Damián, que estaba sentado a la mesa con una taza de café en la mano. Su mirada se iluminó al verla.—Buenos días, exploradora —dijo, sonriendo—. ¿Listo para otro día de aventuras?Brenda se rió, sintiendo que su espíritu se alzaba. —Creo que sí. Aunque no sé qué tipo de aventuras nos esperan —respondió, tomando un asiento frente a él.—Quizás una nueva aventura familiar. Hoy tenemos que ir a conocer a algunos de tus parientes —dijo Damián, dejando caer la frase como si fuera
Las luces del gran salón de la mansión Duvall brillaban con la intensidad de un sol artificial. Era una noche especial, una de las tantas reuniones de gala que la familia organizaba para mostrar su estatus ante la alta sociedad. Martha, como siempre, estaba en la cocina, ocupada en las tareas que le correspondían como asistente. Aunque el trabajo era agotador, agradecía tener un empleo en una familia tan prestigiosa; para alguien como ella, de orígenes humildes, trabajar allí era una gran oportunidad.Desde la cocina, escuchaba las risas y las conversaciones animadas de los invitados. Martha no podía evitar sentirse como una espectadora en un mundo que no le pertenecía: el lujo, los vestidos caros, las joyas deslumbrantes. Todo eso estaba tan lejos de su vida, pero no lo envidiaba. Para ella, lo más importante era su honestidad y trabajar duro para su futuro.Entre todos los invitados, había una figura que destacaba para Martha: Liam Duvall, el hijo mayor de la familia. Él no era como
Cinco años habían pasado desde aquella noche fatídica en la mansión Duvall. Para Martha, aquellos días oscuros parecían lejanos, pero las cicatrices que quedaron en su corazón seguían frescas. Había perdido todo: su trabajo, su reputación y, quizás lo más doloroso, la confianza en las personas. Después de ser acusada injustamente, le costó encontrar empleo; las familias adineradas hablaban entre ellas, y el rumor de que había robado un collar se propagó como un incendio. Sin embargo, Martha no se rindió.Ahora trabajaba en una pequeña cafetería en el centro de la ciudad. No era el trabajo más glamuroso, pero le permitía llevar una vida honrada y tranquila. Había aprendido a disfrutar de las cosas simples: el aroma del café recién hecho, las charlas con los clientes habituales y la satisfacción de saber que estaba construyendo su vida desde cero, sin depender de nadie.Era una mañana fría de invierno, y el café estaba lleno de gente que buscaba refugio del viento helado. Martha, con su
Los primeros días en la empresa fueron tan tensos como Martha había imaginado. Liam parecía haber asumido un papel casi deliberadamente hostil. Siempre encontraba pequeñas fallas en su trabajo, a pesar de que ella se esforzaba por hacer todo a la perfección. Si llegaba un minuto tarde, lo notaba. Si olvidaba un pequeño detalle en un informe, lo mencionaba frente a todo el equipo. Martha sabía que no era casualidad; estaba probándola, empujándola al límite para ver si retrocedería.Pero Martha no era la misma joven insegura que había dejado la mansión Duvall cinco años atrás. Había aprendido a enfrentar la adversidad, y si Liam creía que podía intimidarla, estaba muy equivocado. Con cada crítica, ella respondía con profesionalismo, con la cabeza en alto.—Señor Duvall, el informe que pidió está listo —dijo una tarde, dejando un documento en su escritorio.Liam apenas levantó la vista de su computadora.—¿Te aseguraste de revisar los datos financieros antes de entregarlo? —preguntó, con
El invierno comenzó a ceder lentamente, y con la llegada de la primavera, las cosas en la oficina también parecían cambiar. Las tensiones entre Martha y Liam seguían presentes, pero había algo nuevo entre ellos. Las miradas furtivas, los roces accidentales y las conversaciones que parecían durar más de lo necesario se habían vuelto parte de su día a día. Ninguno de los dos lo admitía, pero ambos eran conscientes de que algo estaba creciendo entre ellos, algo que no podían ignorar.Una noche, después de que la mayoría de los empleados se hubieran ido, Martha se quedó trabajando hasta tarde. Había un proyecto importante que debía entregarse al día siguiente, y aunque estaba exhausta, quería asegurarse de que todo estuviera perfecto. Mientras revisaba los últimos detalles, escuchó pasos acercándose. Levantó la vista y vio a Liam de pie en la puerta de su oficina, con las manos en los bolsillos y una expresión que ella no pudo descifrar.—¿Otra vez aquí hasta tarde? —preguntó él, entrando
El aire en la oficina de Liam era tenso al día siguiente. Desde la inesperada aparición de Tania, algo había cambiado. Martha intentaba concentrarse en su trabajo, pero no podía evitar sentirse inquieta. Había algo en la forma en que Tania la había mirado, como si supiera algo que ella desconocía, como si estuviera planeando algo.Por su parte, Liam estaba inusualmente silencioso. Durante las reuniones, su actitud era distante, casi ausente, y eso solo hacía que Martha se sintiera más incómoda. No podía evitar preguntarse qué estaba pasando por su mente. ¿Tania había vuelto para recuperar su lugar en su vida? ¿Y si Liam estaba considerando darle otra oportunidad?Esa noche, Martha se quedó hasta tarde nuevamente, revisando unos documentos para un proyecto importante. Había algo reconfortante en el silencio de la oficina después de horas, cuando todos los demás se habían ido. Pero justo cuando pensó que estaba sola, escuchó pasos que se acercaban. Al girarse, vio a Liam en la puerta, c
La noche era fría y silenciosa, pero en el interior de la oficina de Liam, el ambiente estaba cargado de tensión. Martha estaba sentada frente a él, con el correo anónimo aún abierto en su teléfono. Liam había llamado a su equipo de seguridad para investigar el origen del mensaje, pero hasta ahora no había respuestas. La incertidumbre era insoportable.—Esto no puede ser una coincidencia —dijo Martha, rompiendo el silencio—. Alguien está tratando de intimidarme, y creo que sabemos quién podría ser.Liam asintió, su mandíbula apretada. Había estado pensando lo mismo desde que vio el correo. Tania siempre había sido manipuladora, y no le sorprendería que estuviera detrás de esto. Pero había algo más que lo inquietaba, algo que no podía ignorar.—Voy a encargarme de esto, Martha —dijo finalmente, con un tono firme—. No voy a permitir que nadie te haga daño.Martha lo miró, sintiendo una mezcla de gratitud y frustración. Apreciaba su apoyo, pero también sabía que no podía depender de él p