Saboreó una bocanada de sangre en la boca e inmediatamente corrió al baño para escupirla. Miró hacia abajo y se dio cuenta que la sangre era negra.Dejó correr el agua y se lavó. Luego levantó la mano y se limpió la sangre de la comisura de los labios.Había llovido mucho ese día y estaba enojada a causa de aquellas dos personas, pero sabía que nada de eso era la causa de ese vómito, sino su tristeza.Julieta tomó un analgésico. Luego puso el frasco de medicina en su bolso y lo cargó en su espalda. No podía quedarse más tiempo en este lugar.Sin embargo, justo cuando llegaba a la puerta, se topó con Leandro. El hombre, alto y delgado, tenía una presencia intimidante. La miró fríamente.—¿Adónde vas?—No es asunto tuyo.Leandro la jaló de la muñeca.—Eres mi mujer. ¿Cómo no va a ser asunto mío?Julieta levantó la mirada. Sus ojos desesperados tenían un rastro de intrepidez.—¿Ahora recuerdas que soy tu mujer? Dime, ¿también piensas que soy tu mujer cuando me estrangulas?—¡No intentes p
—¡Cuidado!Justo después de pronunciar estas palabras, una figura se abalanzó sobre Julieta y la abrazó. Las dos rodaron hasta el borde de la carretera. Inmediatamente después se escuchó el ruido áspero de los frenos. El camionero asomó la cabeza y maldijo:—¡¿Si tienes ojos por qué no los usas?!Julieta levantó la vista y se espabiló. Fue entonces cuando se dio cuenta de quién era la persona que la había salvado. Sus ojos se abrieron de par en par, sorprendida.—¿Tú?Ella no resultó herida, pero la otra persona no tuvo tanta suerte. Se había lastimado la mano derecha y estaba sangrando mucho.—Dios mío, estás sangrando. Vamos rápido al hospital.La persona tiró de ella. —No hace falta, señorita. Soy enfermera, tengo medicinas en casa.—Pero…Sin esperar a que Julieta terminara de hablar, la otra persona sacó un pañuelo de su bolso y se lo ató en la herida.—Estoy bien, en serio.Julieta se apresuró para ayudar a la otra persona a que se levantara y después le señaló su coche.—Sube,
Tras llegar a los Apartamentos Cima Dorada, las dos subieron hasta una habitación grande de estructura dúplex.—Este departamento es un beneficio que me dio el señor Soto. Se ve bastante lindo, ¿no crees?Julieta asintió.—Efectivamente es bonito. ¿Dónde está el botiquín?Jasmine señaló el armario.—En el segundo cajón.—Bien, siéntate. Yo lo traeré.Jasmine se sentó obedientemente en el sofá. Cuando vio que Julieta se acercaba con la caja médica, inmediatamente volvió a sonreír. Parecía muy feliz.Julieta se sintió un poco de extrañeza. —¿Por qué estás tan contenta? Estás herida y sangrando.—Probablemente porque eres Julieta y eres muy bonita.Julieta se rio divertida mientras la ayudaba a quitarse el pañuelo y sacaba el yodo.—Dices palabras muy dulces. Ahora te voy a tratar con yodo.—Hazlo suavemen… Ay… Me duele.—Pensé que no sabías lo que era el dolor.Aunque Julieta no era estudiante de medicina, era conocida por su destreza con las manos. De lo contrario Dalila no se habría p
Jasmine entendió lo que Julieta estaba pensando.—Julieta, iré contigo.Julieta habría querido irse de una vez, pero al mirar afuera, vio que estaba casi oscuro. Si quería llegar a Villa Guadaira, tendría que manejar dos horas como mínimo.Estaba dudando cuando Jasmine tomó la palabra. —Ya es tarde, hagámoslo mañana. Si se hubiera escapado, lo habría hecho hace mucho tiempo. No importa si esperamos una noche más.Julieta también pensaba que tenía razón. Asintió.—De acuerdo, entonces me marcho.A pesar de sus palabras, Julieta seguía sintiéndose muy preocupada. ¿Qué iba a hacer? ¿Ver a Leandro y Dalila mientras estaban acaramelados? ¿O pelearse con Dalila? Fuera cual fuera, estaba cansada y, sobre todo, temía que Leandro le impidiera salir.Estaba pensando en ello cuando sonó su teléfono. Era Leandro. El corazón le dio un vuelco. Estaba a punto de contestar, pero Jasmine le arrebató el teléfono y colgó enseguida.—Quédate en mi casa esta noche y mañana nos vamos —Después levantó la ma
—Lo sé.El tono de Leandro era duro y una punzada de inquietud recorrió a Dalila.—Bueno, entonces no te molesto más.Al oír esto, Leandro sintió que había sido demasiado agresivo, así que se calmó. —Bueno, vale. Lo siento, mi tono ha sido demasiado exagerado. Descansa.Tras decir esto, colgó el teléfono. Aunque moderó un poco su tono, todavía se sintió molesto cuando escuchó la voz de Dalila.Antes le encantaba la voz mimosa de Julieta porque era suave y dulce, como si fuera un caramelo blando. Pero la voz de Dalila era diferente, aparentaba extrañeza y dureza, y siempre le hacía sentirse un poco molesto. Pero Dalila le había salvado, así que le pareció que era él quien pensaba demasiado en ello.En ese momento, en el Apartamento Cima Dorada.Cuando las dos terminaron de comer, bebieron jugo de frutas mientras veían la televisión. El ambiente era muy cálido.De repente, Jasmine se acordó de algo y miró a Julieta llena de pánico.—Julieta, hoy tenías que ir a tu revisión de maternidad
Julieta salió de la habitación mientras apretaba el informe de la ecografía. No podía dejar de pensar en lo que le había dicho el médico.Solamente tenía un riñón… Aunque estaba mentalmente preparada para todo, nunca se atrevió a imaginar algo así.Jasmine la esperaba en el pasillo. Se acercó corriendo a ella al ver que parecía que se le hubiera salido el alma del cuerpo y la sostuvo en el sitio.—Julieta, ¿qué pasó? ¿El bebé no está bien? ¿El cáncer está empeorando?Julieta no habló, se limitó a negar con la cabeza. Después de un rato dijo:—No… No pasó nada.—Pero no te ves para nada bien. Si algo pasó, primero vamos a solucionarlo. Después pensaremos en el bebé.A Jasmine le preocupaba más el cuerpo de Julieta que el bebé. Había visto demasiadas veces a Julieta tendida en la cama con heridas y no podía imaginar cómo podría dar a luz a un bebé con ese cuerpo.Julieta frunció los labios y forzó una sonrisa.—Estoy muy bien. —Le entregó los resultados del laboratorio a Jasmine—. Mira,
—Tal vez huyó porque este dinero provenía de una mala fuente —dijo la señora mientras bajaba la voz.Julieta y Jasmine intercambiaron una mirada y luego se volvieron hacia la mujer.—Señora, ¿sabe a qué asilo llevó a su madre?La mujer mayor se rascó la cabeza. En su boca se leía: “¿Qué residencia era…?” —Oí la palabra “montaña”. Luego no dijo nada y no se lo dijo a nadie más, sólo cuando pasé por allí le oí hablar por teléfono.—Gracias, señora.—De nada, es solo que va a ser un poco difícil para ustedes recuperar su dinero. ¿Cuánto les debe?—Cien mil.—Niña, deberías despedirte de ese dinero.Julieta frunció los labios mientras dejaba escapar una sonrisa amarga. —No se puede evitar. Gracias, señora.—Entonces me voy.Después de que la señora se marchara, los dos volvieron al coche. No saber adónde había ido Iván suponía una ruptura total del rastro. Aunque hubiera vigilancia, eso no probaría que estuviera relacionado con Dalila, e incluso cabía la posibilidad de que Dalila se lo h
La velocidad del coche de Jasmine no era ni rápida ni lenta. A ese ritmo las dos hablaban y reían Y el ambiente era armonioso.De repente, un Maybach las adelantó y giró a la izquierda para detenerse justo delante de ellas. Jasmine se sobresaltó tanto que frenó de golpe.—Julieta, ¿estás bien?—Estoy bien.Julieta acababa de levantar la vista cuando vio a Leandro caminando muy molesto en su dirección. Al instante se puso a temblar de miedo. Aunque tuvo el valor de colgarle el teléfono, cuando vio al hombre, se ablandó por completo.Leandro llamó a la puerta del coche y dijo con voz fría:—¡Baja!Fue entonces cuando Jasmine se dio cuenta de quién venía. Giró la cabeza hacia Julieta.—Julieta, ¿qué hacemos? ¿Pasamos por la fuerza?Julieta se quedó helada mientras lanzaba a Jasmine una mirada algo sorprendida. Normalmente esta chica parecía callada. No esperaba que fuera tan temeraria. Aun viendo a Leandro se atrevía a pensar en pasar por la fuerza. Y a Julieta le preocupaba que realmente