Capítulo92
—No. Estoy bien.

Al otro lado del teléfono se escuchó un suspiro.

—Julieta, si quieres la antigua casa de los Rosales, yo puedo ayudarte. La familia Soto puede pagar los setenta millones.

—No es necesario —Julieta se lamió los labios resecos—. Cualquiera que se acerque a mí se convierte en un desgraciado. Primero fueron mis padres, luego don Camilo, ahora está tu accidente automovilístico e incluso una cuidadora que fue despedida por el simple hecho de defenderme y decir unas palabras en mi nombre.

—Lo sé.

—¿Lo sabes? ¿Cómo? ¿La cuidadora fue contratada por ti?

—Sí. Me preocupaba que te sintieras en deuda conmigo, por eso no te lo dije.

Julieta sintió calidez en el pecho. Pensó que ya no quedaba nadie que se preocupara por ella, pero resultó que todavía había gente dispuesta a ayudarla en silencio.

—Gracias.

—No me lo agradezcas. Yo soy el responsable de que Leandro y tú estén donde están ahora. No estarían en esta situación si yo hubiera estado ahí hace dos años. Solamente estoy trat
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