Capítulo95
—¡Cuidado!

Justo después de pronunciar estas palabras, una figura se abalanzó sobre Julieta y la abrazó. Las dos rodaron hasta el borde de la carretera. Inmediatamente después se escuchó el ruido áspero de los frenos. El camionero asomó la cabeza y maldijo:

—¡¿Si tienes ojos por qué no los usas?!

Julieta levantó la vista y se espabiló. Fue entonces cuando se dio cuenta de quién era la persona que la había salvado. Sus ojos se abrieron de par en par, sorprendida.

—¿Tú?

Ella no resultó herida, pero la otra persona no tuvo tanta suerte. Se había lastimado la mano derecha y estaba sangrando mucho.

—Dios mío, estás sangrando. Vamos rápido al hospital.

La persona tiró de ella.

—No hace falta, señorita. Soy enfermera, tengo medicinas en casa.

—Pero…

Sin esperar a que Julieta terminara de hablar, la otra persona sacó un pañuelo de su bolso y se lo ató en la herida.

—Estoy bien, en serio.

Julieta se apresuró para ayudar a la otra persona a que se levantara y después le señaló su coche.

—Sube,
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