Esas palabras... cáncer de pulmón... retumbaron en lo más profundo del ser de Leandro. Apretó tanto las manos que estuvo por romper el cuello de Julieta y bramó con una furia:—¡Ella no tiene ninguna enfermedad terminal!Dalila fingió sorpresa. Levantó la escayola de su mano derecha, con la cara llena de preocupación y dijo: —Pero la enfermera acaba de decirme claramente que...Leandro soltó una risita sarcástica.—Je, eso es el truquito de esta mujer para engañar a todos y que sientan simpatía.Leandro se acercó a Julieta, apretó los dientes y dijo: —¡Julieta, tus hechos me dan asco!Dalila se precipitó hacia delante para bloquear a Leandro, y suplicó: —¡Leandro, pare! ¡Vas a matarla de verdad, suéltala!Pero la fuerza del delgado brazo de Dalila que intentaba bloquear a Leandro era desgraciadamente pequeña. Aunque en su rostro se veía la preocupación, en su mente decía: “Julieta, ¡después de todo sigues siendo mi rival derrotada!”De repente, los pies de Dalila resbalaron. Su man
Julieta temblaba de rabia. Sabía que Dalila mentía, pero tampoco tenía pruebas.—¡Fuiste tú quien me dijo todo esto, Dalila! ¡El accidente de coche fue algo que me contaste esta mañana en el centro de detención!—Yo no... —Dalila intentó esconderse entre los brazos de Leandro—Leandro, no fui al centro de detención... —Sí viniste, si yo todavía...Sin esperar a que Julieta terminara de hablar, Leandro le reprendió:—¡Basta! Julieta, ya has causado suficientes problemas. Sobornaste a la enfermera para pretender que tenías cáncer, lo cual no funcionó. ¿Ahora quieres culpar a Dalila de todo?—¡No soborné a nadie! ¡De verdad tengo cáncer de pulmón! —respondió JulietaLeandro tiró a la cara de Julieta el diagnóstico que tenía en la mano y dijo:—Pues míralo tú misma, está escrito en blanco y negro.El cuerpo de Julieta tembló y se agacho para coger el papel deformado.Cuando vio la palabra "neumonía", sus piernas se debilitaron y casi se cayó al piso.No podía explicarlo, realmente no tení
¿17 años?La mano de Leandro que sostenía a Dalila se puso rígida. Él y Julieta tan solo se conocían desde hace 4 años. ¿De dónde había sacado los 17 años?—En serio, eres una desvergonzada. ¿17 años? ¿Cómo puedes mentir sobre estas cosas?Julieta aspiró una bocanada de aire frío. Sintió una caída dentro del pecho, como si tuviera un agujero. Trató de aspirar aire pero se sentía frío y estaba jadeando por eso. “Se olvidó... él se olvidó”, pensó.Cuando se conocieron, 17 años atrás por medio de un incidente, ella pensaba que fue cosa del destino, pero nunca lo había mencionado. Pero hoy ya se había dado cuenta que todo siempre fue una farsa, todo era una ilusión por su parte.Aquel adolescente que prometió protegerla hace diecisiete años ya no existía más.Julieta resopló, retrocedió unos pasos de forma lenta y cayó finalmente sobre la cama. Ella dijo:—Leandro, me queda claro que has olvidado tu promesa hace mucho tiempo. Me prometiste dos veces que me protegerías el resto de mi vida,
La expresión de Julieta cambió de inmediato. —¿Qué dijiste?Ella creía que el doctor mantendría su promesa, de ahí que emitió el reporte de neumonía, pero jamás se le ocurrió que Dalila tendría algo que ver.En ese momento agarró la mano de la joven y preguntó: —¿Acabas de decir que Dalila sobornó a todo el mundo para que emitiera el diagnóstico falso?—Sí, y también pagó a la enfermera para que le diga a su marido que yo fui sobornada por usted, que soy quien miente en los diagnósticos. Por eso es que su marido lo creyó.Julieta entendió todo al instante.Resopló. Dalila había hecho un movimiento impecable.Pensándolo más en detalle, el centro de detención no tendría ningún tipo de vigilancia o testigos que estuvieran allí, por lo que aquellos comentarios serían acusaciones injustas.—Jeje, ¡pero qué inocente niña con un gran corazón! Soy tan estúpida —se dijo Julieta a sí misma.La joven se veía confundida, y dijo: —Señorita Rosales, usted no es estúpida, es que esa mujer es una s
Una frase así no podía causar otra cosa más que absoluta sorpresa en Julieta. De hecho, se quedó paralizada allí mismo.La situación actual indicaba que era seguro. Si Dalila lo pedía, por supuesto que Leandro le compraría la mansión. Para la familia Cisneros, diez millones de dólares no era nada.Pero esa mansión era el hogar donde Julieta creció, donde todos sus recuerdos más amados tuvieron lugar. Recuerdos con su papá, su mamá, don Camilo y su hermano.Aunque lo importante ahora era que la casa todavía podía albergar objetos del pasado, o incluso evidencia de los crímenes de Dalila. ¡En ninguna circunstancia podía permitir que Dalila se saliera con la suya! —¿Y tú para qué quieres la mansión? —le espetó Julieta. —¿Qué no es obvio? Por supuesto es para que tú no la consigas. Además, Julieta, ya no tienes dinero, así que, ¿para qué competir conmigo? Cuando la mansión esté en mis manos, si es que me despierto de buenas, tal vez te permita un paseo, para que rememores la elegancia d
Cuando Julieta volvió a pensar en todo, ya habían pasado unos días. Pensó que Ismael, después de todo, no tenía nada que ver con ella y era como un hermano para Leandro. El hecho de que no viniera a visitarla era algo esperable, así que no perdió mucho tiempo pensando en ello. Pero que sufriera un accidente de tránsito tan grave que le lastimara la cabeza a causa de ella... se sintió culpable al instante.De hecho, ninguna de las personas que la rodean podía acabar bien.Ismael agitó la mano y dijo: —Estoy bien, no es grave, no te lo tomes a pecho.—Lo siento.—Estoy bien, de veras. Dalila resopló.—Julieta, no puedes culpar a Leandro por sospechar de ti. Cualquiera que los vea a ustedes pensará mal. Tal vez, aquel accidente de tránsito fue provocado a propósito por alguien.Al oír esto, Julieta la miró fríamente, y dijo:—Dalila, ojo con lo que dices. He tenido un sólo hombre en toda mi vida, y ese es Leandro. Pero tú te has metido con varios ya, ¡quién sabe de quién estabas embara
Al ver la apariencia asustada de Julieta, el corazón de Ismael tuvo un ligero temblor.Fue allí que se dio cuenta que su corazón había cambiado irremediablemente.—Julieta, cada vez que te veo, estás medio muerta. Soy abogado, no puedo ignorarlo, aunque sea otra persona, lo salvaré igual, ¿entiendes?Después de decir esto, y temiendo que Julieta lo malinterpretara, siguió explicando:—Aunque Leandro tenga ciertas ideas sobre mí, no puedo aceptar la forma en la que hace las cosas, pero sigue siendo mi amigo, y por ello tengo la obligación de cuidar de ti. Si Leandro recupera sus sentidos alguna vez, es mi deseo que sigas viva cuando eso pase.Al oír estas palabras, el corazón de Julieta se estremeció.Durante todo este tiempo había sido torturada tantas veces que ya había olvidado que ella era una paciente de cáncer y podía morir en cualquier momento.La verdad es que le importaban un comino los asuntos del mundo, por lo que no debía malgastar los minutos y segundos que le quedaban de v
“¿Un juguete que puede ser prestado? ¿No fue Leandro quien dijo que yo sólo era de él? ¿No fue él quien dijo que yo sería suya, incluso después de la muerte? ¿En qué momento me convertí en un juguete?”Julieta estaba inmersa en sus pensamientos y no se había dado cuenta de todo el tiempo que pasó hasta que oyó unos pasos que entraban. Los latidos de su corazón se aceleraron violentamente.Leandro ya está aquí, ¿qué hará esta vez?Ella no supo cuando fue que empezó a tener miedo de compartir tiempo con Leandro a solas. Temía que volviera a pegarla.De repente, la estiraron violentamente del cabello, obligándola a levantarse de la cama.Los labios de Leandro tocaron la fría oreja de Julieta, y apretando los dientes preguntó:—Julieta, ¿cómo puedes ser de tan baja calaña?—Leandro, yo no... De verdad que no... Ella sabía que la explicación no servía de nada, pero ¿qué otra cosa podía hacer además de explicar?—¿No?Leandro la tiró del pelo y la obligó a girar la cabeza hacia un lado, mi