Leandro frenó en seco y se apartó a un lado de la carretera.—¿Qué dijiste?Como frenó demasiado fuerte, la cabeza de Julieta chocó contra el cristal y gritó de dolor: —¡¿Eres idiota?!Leandro estiró la mano, le pellizcó la barbilla, la obligó a mirarlo y le dijo con voz fría: —¡Soy un idiota! ¡No puedo creer que me haya casado con una mujer que tiene a otro en su corazón!¿Y esta vez se lo creyó? Ella ya le había recalcado muchas veces que no le había engañado y él simplemente no le creía.—¡Imbécil!Sin saber de dónde le venían las fuerzas, Julieta apartó la mano, se desabrochó el cinturón, empujó la puerta para salir del auto y huyó.Sin embargo, estaba débil. No había corrido más que unos pasos y ya había perdido el aliento y el sabor de la sangre le llenaba la garganta. Además, no llevaba zapatos, las plantas de los pies le dolían y tuvo que parar.Quiso detener un coche y escapar, pero cuando miró se dio cuenta de que no había nadie por aquel lugar, hacía mucho que se habían ma
Julieta no entendía lo que Leandro quería decir. Hacía un momento la situación había sido tensa y él había parecido una bestia al borde de la locura, y ahora era gentil y considerado como un caballero.Se quedó mirando su espalda un rato. Luego volvió a aburrirse, bajó la mirada y empezó a cambiarse de ropa.A veces le parecía que Leandro era estúpido y sin cerebro y por eso ella no lograba entenderlo. Ya se había preguntado antes si tenía ese carácter porque le había pasado algo. Pero ella no había conocido a ninguno de los Cisneros, y no había oído a Leandro mencionarlo.Cuando lo pensó, no pudo evitar reírse amargamente. Resultaba que simplemente no se conocían lo suficiente. El amor del principio era en realidad algo ilusorio, no podía soportar las vicisitudes.De repente, se sintió algo aliviada. Tal vez incluso sin Dalila, no podrían haber ido muy lejos.Hicieron el camino en silencio. No fue hasta que Leandro dijo “ya llegamos” que ella volvió en sí. Miró por la ventanilla y se
Samuel dudó, bajó las escaleras y se sentó en el sofá: —Bien, te doy diez minutos.¿Cómo iban a ser suficientes diez minutos? Pero el corazón de Julieta estaba realmente feliz. Sonrió y se sentó al lado de Samuel.Pero en cuanto se sentó, Samuel se levantó y se sentó frente a ella. Le dijo indiferente:—Si quieres decir algo, dilo ahora.Julieta rio amargamente en su interior, ¿cómo había crecido este hermano suyo? La forma en que actuaba y hablaba era tan parecida a Leandro que ella le tenía un poco de miedo.—Samuel, yo no le he hecho nada indebido a Leandro, ni causé la quiebra de la familia Rosales. Estos dos años… —Julieta hizo una pausa mientras se mordía el labio—. No la he pasado tan bien como tú crees, deberías saberlo.—Si no lo hiciste tú, ¿alguien te tendió una trampa?Estaba claro que Samuel no se creía lo de Julieta. A ella no le sorprendía. Después de todo, Leandro tampoco le creía.—Samuel, tengo tantas cosas que decirte, y quiero saber cómo han sido estos dos últimos
Tal vez porque Julieta estaba muy excitada, sus pulmones se convulsionaron y un sabor a sangre se le subió a la garganta.Asustada, se cubrió apresuradamente con la mano y se dio la vuelta. Reprimió dolorosamente la tos y volvió a tragar la sangre.Al ver esto, las pupilas de Samuel temblaron ligeramente.—¿Qué te pasa?Recordó que ella había tosido sangre ayer en el cementerio, ¿estaba enferma?Julieta se secaba despreocupadamente las lágrimas con el dorso de la mano mientras fruncía los labios: —Estoy bien, solo tengo un poco de tos.—Ayer tosiste sangre, yo lo vi.Tras oír sus palabras, su corazón tembló ligeramente, la punta de su nariz se sonrojó un poco y no pudo evitar que sus lágrimas brotaran de nuevo.Resultó que su hermano seguía preocupado por ella. —Será porque tengo un pequeño problema pulmonar, nada importante.Samuel vio que ella no le iba a decir nada y no la presionó más. Se dio la vuelta, subió las escaleras y se metió a su cuarto.Después de estar mucho tiempo par
—Hmm. —Leandro se sentó frente a Julieta y sus ojos negros la miraron mientras decía—: Ponme un plato también.Julieta se quedó inmóvil. Estaba un poco sorprendida. Fuera de sus expectativas resultó ser negociable, pero…Ella bajó la cabeza, miró sus fideos y empujó el cuenco.—Si no te importa, puedes tomar este plato. Yo no lo he probado.—Bueno, no me importa.Tras decir esto, bajó la cabeza y le dio un bocado a los fideos. Después de tragar lentamente, la miró y dijo: —Sigue teniendo el mismo sabor, me gusta.Esto hizo que Julieta sintiera aún más inquietud en su corazón. ¿Ocultaba algo malo?Luego giró la cabeza, miró a Samuel, y no pudo evitar preguntarse en su mente si estaba actuando para Samuel. Una vez que tuvo esa sospecha, estuvo segura de que esa era la razón, y se le apretó el pecho.Sin embargo, no quiso desvelar la verdad. Se levantó y fue a la cocina a preparar la pasta.Después de todo, era la primera vez en dos años que comía con su hermano y no quería que Leandro l
—¿No es esa la verdad?Julieta estaba exasperada y no sabía qué decir. ¿Cómo podía este hombre sonar tan seguro de sí mismo?—Te aprovechaste de que estaba en coma para enviar en secreto a Dalila fuera de la ciudad antes de que despertara. Por la forma en que la protegiste, ¿no te preocupaba también que buscara vengarme de ella y la matara?Los ojos de Leandro temblaron.—No fui yo.—¿No lo hiciste? Je, quién creería eso —Julieta lo miró fríamente—. Leandro, tú mismo habías dicho que no dejarías morir a Dalila.Ella estaba segura de que había sido él quien lo había hecho. Después de todo, además de Leandro, ¿quién más tenía la capacidad de proteger a Dalila?—Julieta, ¿todavía quieres ver a tu hermano? —Leandro estaba enojado.Otra vez esta frase. Julieta soltó una carcajada. Cada vez que no podía discutir con ella empezaba a amenazarla. ¡Era obvio que tenía algo en mente!—¿Me dejarías verlo?—Depende de cómo te comportes.Julieta no tenía ninguna esperanza. Forzó una sonrisa que era
Ninguno de los dos esperaba esta escena y se quedaron congelados en el lugar.Julieta volvió en sí primero. Se adelantó y tomó la mano de Jasmine para comprobar sus heridas.—Jasmine, estás herida, todavía no estás completamente recuperada, ¿cómo puedes hacer un trabajo tan laborioso?—Estoy bien —Jasmine calmó el tono—. En cambio, estoy preocupada por ti. ¿Te hizo daño esa escoria de Cisneros?Julieta negó con la cabeza.—Hablaremos de los detalles específicos cuando entremos, déjame echarle un vistazo a tu mano primero.—En realidad estoy bien, solo me dislocó el brazo tirando de él. Conseguí que un médico enderezara el hueso y ahora está bien. —Cuando terminó, Jasmine se sacudió y se rio—: Mira, está bien.—¿Y tu pecho? Vi sangre al mediodía.Julieta no podía estar tranquila y tiró de ella hacía el interior.—Déjame ver.—Solo se abrió un poco la herida y ya conseguí que la enfermera la curara, no podrás ver nada.Justo cuando terminó de hablar, Jasmine miró a Omar: —¿Por qué sigue
Aproximadamente una hora más tarde, un repartidor en motocicleta se detuvo ante la puerta principal del chalet.Leandro estaba sentado en el coche mientras hablaba por teléfono. Vio cómo el hombre se bajaba, abría la caja de su motocicleta, sacaba dos bolsas de alimentos y luego se dirigía a la puerta de hierro para llamar al timbre.Pronto se abrió la puerta y el hombre entró.Leandro sonrió levemente. Parecía que Julieta planeaba cocinar una magnífica cena hoy.Del otro lado del teléfono llegó la voz de Renzo.—Señor, le envié la información. Tenemos que salir de la ciudad para una reunión mañana, no lo olvide.—Bien.—Señor, puede haber un pequeño problema respecto a lo que me pidió que investigara hace dos años.Leandro dijo fríamente:—¿Qué pasó?—Tenemos todos los vídeos que deberían haberse guardado hace dos años, pero el único testigo, Santiago, está muerto, y ahora no hay pruebas para demostrar muchas cosas.Lo que ocurrió hace dos años era una espina clavada en el corazón de