Capítulo309
Samuel dudó, bajó las escaleras y se sentó en el sofá:

—Bien, te doy diez minutos.

¿Cómo iban a ser suficientes diez minutos? Pero el corazón de Julieta estaba realmente feliz. Sonrió y se sentó al lado de Samuel.

Pero en cuanto se sentó, Samuel se levantó y se sentó frente a ella. Le dijo indiferente:

—Si quieres decir algo, dilo ahora.

Julieta rio amargamente en su interior, ¿cómo había crecido este hermano suyo? La forma en que actuaba y hablaba era tan parecida a Leandro que ella le tenía un poco de miedo.

—Samuel, yo no le he hecho nada indebido a Leandro, ni causé la quiebra de la familia Rosales. Estos dos años… —Julieta hizo una pausa mientras se mordía el labio—. No la he pasado tan bien como tú crees, deberías saberlo.

—Si no lo hiciste tú, ¿alguien te tendió una trampa?

Estaba claro que Samuel no se creía lo de Julieta. A ella no le sorprendía. Después de todo, Leandro tampoco le creía.

—Samuel, tengo tantas cosas que decirte, y quiero saber cómo han sido estos dos últimos
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