Leandro dejó de caminar, pero no se dio la vuelta. —Julieta, no puedo dejarla morir —dijo con voz baja y ronca. Al oír esto, Julieta pudo continuar. Se limitó a mirarle la espalda y a sonreír amargamente.Sentía mucho dolor en el corazón, como si la hubieran apuñalado. La frialdad de él se colaba por los agujeros de su alma, poniéndole el cuerpo rígido. Sentía tanto frío que hasta su pena y su dolor se congelaron junto con ella. Leandro acababa de decir ‘No puedo dejarla morir’, lo que implicaba que Julieta podía morir, pero Dalila no.En el corazón de Leandro, ella parecía ser tan despreciable, pero si ese era el caso, ¿por qué no la dejaba ir? Quería preguntarle: "¿Y qué hay de nuestro pasado, de esos años de amor?”. Pero sabía que no le gustaría la respuesta, así que se limitó a contestar débilmente:—Bueno, lo entiendo.El cuerpo de Leandro tembló ligeramente. Luego la arrastró escaleras abajo.Tras llegar al lugar, la empujó dentro y le dijo a la enfermera con voz fría:—Haz la
Ismael asintió y lo admitió: —Sí, fui yo. Las lágrimas de Julieta brotaron y cayeron sobre la mano de Ismael. No esperó a que Ismael reaccionara; lo abrazó y le agradeció: —Gracias, Ismael, gracias.Cuando estaba a punto de morir, el hombre al que había amado durante diecisiete años optó por abandonarla. Pero Ismael, siendo entonces un desconocido, la había salvado generosamente, un favor que ella nunca olvidaría durante el resto de su vida. Al mismo tiempo, su corazón estaba completamente destrozado por culpa del hombre al que amó. Cuando no sabía la verdad, aún podía fantasear con la idea de él. Sin embargo, ahora que la verdad estaba frente a ella, se dio cuenta de que era tan cruel que no podía aceptarla. Aquella vez, Leandro realmente no tenía intención de salvarla.Pensando en todo esto, Julieta lloró tan fuerte que no pudo recuperar el aliento y se desmayó directamente por falta de oxígeno.—¡Julieta! —Ismael la llamó por su nombre.Ismael estaba ansioso. Levantó a Julieta
—¡Habla! —exigió Leandro.Alargó la mano y levantó a Vicente del suelo. Lo miró furiosamente mientras le preguntaba:—¿Quién te ordenó hacerle daño a mi esposa?En ese momento, el rostro de Vicente había sido golpeado tanto que era una masa ensangrentada. No se parecía en nada a ningún patriarca de familia acomodada. Suplicó con voz sollozante:—Señor Cisneros, por favor, no me mate.Leandro rio fríamente, aflojó el puño y le pisó el abdomen con una fuerza ligeramente incrementada. Vicente escupió sangre por la fuerza.—Vicente, deberías alegrarte de que la que se está muriendo no sea mi esposa. De lo contrario tu vida ya se hubiera acabado. —Señor Cisneros, una persona me dijo... Usted y su esposa no tienen una buena relación. Aunque la matáramos, usted no se enfadaría con la familia López. De lo contrario...Vicente escupió aún más sangre y continuó:—No me atrevería...Efectivamente, odiaba a Leandro y quería vengarse. Pero, también sabía que, si mataba a alguien que realmente le i
Julieta tuvo un sueño en el que vio a su mamá.Lloraba y trataba de abrazarla, pero había una barrera entre ellas y no podían tocarse. Podía ver los labios de su mamá moviéndose, pero no escuchaba sonido alguno. Entonces se puso ansiosa y empezó a llorar.—¡Mamá!Pero su madre se limitó a negar con la cabeza ante su llanto y se alejó poco a poco.—¡Mami, no te vayas! —gritó e intentó romper la barrera invisible—. Mamá, ¡llévame contigo, por favor!Lloraba tanto que se despertó. Se encontró agarrada del brazo de Ismael.Él vio que se había despertado, le frotó la cabeza y le preguntó:—¿Tuviste una pesadilla?Julieta estaba aturdida y tardó un rato en recuperarse. Luego usó la manga de Ismael para secarse las lágrimas y dijo con voz llorosa:—No fue una pesadilla. Tuve un sueño con mi mamá.—Julieta, tus mocos y tus lágrimas mancharon toda la ropa. Mis camisas son costosas, ¿sabes?Al oír esto, Julieta se apresuró a soltarse del brazo de Ismael y se disculpó:—Lo siento. Yo... Yo te co
En cuanto apretó el cuchillo, Vicente se quedó boquiabierto por la sorpresa. No hizo más que gritar y pedir clemencia.Este movimiento también sobresaltó a Ismael, quien tembló ligeramente. Se quedó mirando el perfil de Julieta, y no se recuperó de la impresión durante un buen rato.Julieta acababa de cortarle el dedo índice a Vicente.La sangre goteaba en el suelo, y la escena era muy sangrienta. Incluso el rostro de Julieta estaba manchado con algunas gotas de sangre.Sin embargo, su expresión era inusualmente tranquila, como si acabara de cortar una zanahoria.Entonces, tiró el cuchillo a un lado y habló lentamente, palabra por palabra:—Vicente, recuerda este día. Si vuelve a ocurrir, ¡tu cuello será lo siguiente en romperse!Tras decirlo, Julieta se dio la vuelta y salió de la habitación.Ismael se apresuró a seguirla y, tras decir unas palabras a Francisco, alcanzó a Julieta, que permanecía inmóvil en el pasillo.Al ver su rostro pálido y la mirada fulminante, Ismael no supo qué
Aunque Omar se había quedado helado, se rio. —Ismael, hace mucho que no nos vemos. Vamos a tomar algo cuando tengamos tiempo.Pero Ismael no le respondió. En su lugar, giró la cabeza y le dijo suavemente a Julieta:—Tú habla con Omar, yo iré a comprarte algo de comer.Tras esas palabras se fue.Mirando la espalda de Ismael, Julieta se sintió un poco desconcertada. —Doctor Ramírez, ¿ha ofendido al señor Soto?Por lo que ella recordaba, se suponía que tenían una buena relación.Omar se rio amargamente mientras negaba con la cabeza.—No, es solo que como él y Leandro están peleados en este momento, y yo soy el médico de Leandro, siente que estoy en su contra.Tras escuchar sus palabras, Julieta asintió.—Me suena razonable.—¿También lo crees, cuñada? —Omar quería llorar—. De verdad que no. Después de todo, la familia Cisneros tiene más autoridad que la familia Ramírez. No había otra cosa que pudiera haber hecho, es más, en el fondo estoy de tu lado.Pero para Julieta no era importante
Al ver que Ismael levantaba a Julieta, Omar se quedó helado.—Ismael, ¿drogaste a mi cuñada?— Solo son pastillas para dormir.—Pero…Ismael miró fríamente a Omar.—Lo que decidas es asunto tuyo, pero si ayudas a Leandro a hacer cosas malas, nunca te lo perdonaré.—Es cierto que hay cosas que Leandro hizo mal, pero Ismael —Omar puso una expresión triste—, Leandro en realidad se preocupa por mi cuñada. Creo que lo sabes.—¿Te refieres a aquella vez en la que salvó a Julieta y provocó su lesión?Omar asintió.Ismael se burló:—Lo sé, estaba allí. Incluso pensé en ese momento que había corregido su error. ¿Pero sabes lo que hizo mientras Jasmine era reanimada?—¿Qué?—Forzó a Julieta a donar sangre y solo lo hizo para salvar a Dalila, que intentó suicidarse en la cárcel.Después de escuchar esto, Omar estaba un poco incrédulo.—No… No puede ser.—¿No? Puedes preguntarle tú mismo a Leandro. Pregúntale si aún tiene conciencia.Ismael bajó la mirada y miró a Julieta en sus brazos.—Aunque si
—Tú… ¿Qué haces aquí?Asustada por el aura de Ismael, Dalila retrocedió paso a paso hasta que finalmente y se sentó en la cama.Ismael entró y cerró la puerta de un portazo. Miró fríamente a Dalila y no dijo ni una palabra.—Ismael, ¿qué demonios estás haciendo? —Dalila entró en pánico debido a su mirada fija.—Dalila, deberías alegrarte de que no golpee mujeres.Al escuchar a Ismael decir que no le pegaría, Dalila recuperó instantáneamente su actitud anterior mientras decía fríamente: —¿Y qué quieres entonces? ¿Quieres vengar a la puta de Julieta?En cuanto terminó sus palabras, Ismael estranguló a Dalila con los ojos llenos de intención asesina. —Dalila, he dicho que no le pego a las mujeres, pero no he dicho que no mate a la gente.Después de decir esto, la liberó, cogió su pañuelo, se limpió la mano y sonrió. —He venido a decirte que debes portarte bien o de lo contrario te mandaré de vuelta ahora mismo.Sobresaltada, Dalila tosió violentamente: —Leandro no lo permitirá.—¿No?