Capítulo220
Sabía que no iba a aguantar mucho más tiempo, pero no podía permitir que Leandro supiera la verdad.

De repente, sacó el cuchillo que tenía clavado en el hombro y se lo clavó en el corazón.

—¡No!

Julieta se abalanzó sobre él e intentó detenerlo, pero fue demasiado lenta. El cuchillo se clavó en el pecho de Santiago y la sangre brotó.

—¡Santiago, no puedes morir!

Era el único que sabía la verdad.

Sonriendo hacia ella, Santiago usó su última pizca de fuerza mientras susurraba:

—Señorita Rosales, lo… lo siento, yo… Le debo a Dalila una… vida, así que, aunque muera, no puedo decir…

Después de decir eso, su cabeza se inclinó hacia un lado. Ya no respiraba.

Julieta se quedó inmóvil, sus lágrimas resbalaron por sus mejillas hasta llegar a sus labios. Tenía mala suerte, muy mala suerte.

¿Por qué? ¿Por qué le impidió limpiar su nombre hasta que murió? ¿Seguiría pensando Leandro que era una mujer infiel incluso después de muerta? Ella no quería eso.

Aunque no hubiera tenido ninguna relación con
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