No le gustaba cuando las mujeres lloraban, especialmente cuando Dalila lloraba, Julieta era su única excepción a la regla. Su llanto siempre le hacía incapaz de resistirse a cuidarla, y aunque había sido engañado por ella tantas veces, su corazón se resistía y seguía ablandándose por ella.Cuando sintió que realmente se estaba impacientando un poco, Dalila naturalmente no se atrevió a molestarlo más, afirmó obedientemente con la cabeza: —Bueno, entonces te espero en casa.—Muy bien.Cuando salió de la habitación, los ojos de Dalila se nublaron por completo. Maldita Julieta, se estaba muriendo y todavía lograba que Leandro se preocupara por ella, ¡sólo buscaba la muerte!Originalmente la anestesia sólo debía hacer efecto durante tres horas, pero para ganar tiempo Dalila se la inyectó nuevamente, así que, tras cinco horas, Leandro aún no podía moverse con total normalidad.No quería que encontrara a la puta Julieta. Cuando llegara el momento su personal la encontraría primero y así podr
Después de bajar del coche, Julieta sintió un poco de frío; se envolvió en la ropa con fuerza. Tal vez era porque su ropa seguía un poco húmeda pero cuando soplaba el fuerte viento, este hacía temblar su cuerpo.Solo había estado una vez en la antigua casa de don Camilo y, sobre todo de noche, le costaba orientarse un poco.Caminó sola bajo la lluvia durante mucho tiempo hasta que por fin encontró la casa de don Camilo. Todavía había una luz encendida en la casa, levantó la mano y llamó a la puerta.Una voz sonó desde el interior de la casa:—¿Quién es?—Doña Camila, soy yo, Julieta.Pasaron unos segundos antes de que la persona en la habitación se diera cuenta, abrió rápidamente y empujó a Julieta hacia adentro, luego asomó la cabeza de nuevo, miró a su alrededor por un momento antes de cerrar cuidadosamente la puerta.Julieta estaba un poco extrañada.—Doña Camila, ¿qué le pasa?Doña Camila se dio la vuelta y extendió la mano, tocó la ropa de Julieta.—Señorita, voy a hervir un poco
Julieta se quedó completamente atónita.—¿Una copia?... ¿Se refiere a lo que dejó mi padre?—Sí, estaba inquieto incluso antes de irse, por eso dejó una copia —suspiró—. Señorita, no tiene por qué culparse por eso, él ya se esperaba algo así, aunque no quería creer que fuera verdad, él me dijo que temía no volver.—Don Camilo… Si no hubiera ido a Marina a buscarme, ¡no hubiera muerto!—Es el destino mi niña. Esa mala mujer llamada Dalila seguramente tendrá su retribución, antes, mi viejo decía que Dalila no era de fiar, lo que no esperaba es que siguiera siendo víctima de esa mujer.—Dalila es culpable de mucho más que eso, ¡vengaré a mamá, a papá y a don Camilo!Doña Camila se levantó muy apresurada y le enseñó la caja a Julieta.—Esta es la copia que dejó.Julieta la abrió con manos temblorosas y vio el informe de la autopsia de su madre.—¿Tóxicos en el cuerpo? ¿No murió entonces durante el parto? Debió ser envenenada…Julieta se quedó pasmada totalmente, estaba un poco incrédula, v
La primera persona que vio a Julieta fue Dalila.Se asustó por un momento, luego tiró de la mano de Leandro y apoyó suavemente la cabeza en sus brazos mientras hacía mimos: —Leandro, aún no ha llegado toda la gente, ¿puedes pasear conmigo por el jardín? Quiero mirar las hermosas estrellas contigo.Tal vez porque Leandro estaba un poco blando después de la pelea que tuvieron anoche, afirmó con la cabeza, aunque no le interesaba ir.—Bien.Julieta estaba en la puerta y vio a las dos personas girar mientras caminaban hacia el jardín, su corazón tembló por un momento, pero pronto recobró por completo la razón y se dirigió hacia Jorge.—Jorge.Jorge vio a Julieta y se dio la vuelta. Inconscientemente dio un paso atrás como si hubiera visto verdaderamente un fantasma.Julieta frunció el ceño: —¿Te asusté?—No, no… Es que te llamé y como no contestaste así que pensé que no vendrías.—Perdón, no conteste porque perdí mi teléfono. Jorge le alcanzó una copa de vino, pero la mano derecha le do
—¿Es así? —Leandro se sonrió con desprecio—. Pero, por favor, mantén en el futuro las distancias con mi mujer, de lo contrario atente a las consecuencias.—Jorge solamente me está ayudando a encontrar trabajo, ¿tienes que hablar de esa manera?—Julieta, no olvides quién eres.Julieta respiró profundamente:—¿Quién soy? El señor Cisneros trajo a su amante a la recepción, ¿ha pensado en quién soy en algún momento?En ese momento Dalila también se acercó corriendo, y le susurró muy bajito: —Julieta, no hagas el ridículo, si no hubieras desaparecido, ¿cómo me habría encontrado Leandro? Estamos afuera, todo el mundo nos está mirando.—¿Ah? ¿De qué tienes miedo? ¿Ahora quieres dignidad?Nada más ver a Dalila, Julieta pensó en la muerte de sus padres y se desbordaron las lágrimas en su hermoso rostro al instante.—Julieta, sé comprensiva o si no…—¿O si no qué?Apartando a Leandro con todas sus fuerzas, Julieta lo miró realmente con los ojos enrojecidos:—¿Qué más puedes hacer aparte de amen
—Señor Cisneros, ¿usted y la señora están en una relación?Los periodistas los persiguieron hasta rodearlos nuevamente. Tironeada por Leandro, Julieta tropezó bruscamente y cayó de golpe en sus brazos. Su cintura se vio de repente aprisionada por una mano muy grande, la voz de Leandro llegó desde algún lugar por encima de la cabeza.—La señora Cisneros me ha amado durante diecisiete años, ¿cómo iba a ponerme el cuerno?—Pero hace un momento, el propio señor Morillo lo ha admitido ante los espectadores, además, ¿no había rumores de que la señora Cisneros le había puesto los cuernos hace dos años?Hacía tiempo que Leandro había borrado la noticia de hace dos años. Ahora que había vuelto a ser mencionado por otros, miró sombría y furiosamente a la persona que hablaba.—¿Quién te contó lo que sucedió hace dos años?Julieta era su mujer, aunque lo traicionara, ¡solo él podía intimidarla! ¡El resto de la gente no debería hacer ningún comentario de ella al respecto!—Señor Cisneros, ¿cuál es
—Señor Cisneros, ¿tiene miedo de ser humillado?Julieta trató innumerables veces de autoafirmarse que Leandro la defendía frente a la prensa porque realmente la amaba. Pero en el fondo lo sabía. Leandro solo lo hacía por su dignidad, era solo por su orgullo de macho. —Julieta, sigues siendo la señora Cisneros, ¡mantente al nivel en lugar de hacer cosas tan bajas y estúpidas!—¿Qué cosas he hecho? ¿No le queda muy claro al señor Cisneros por qué me escapé ayer?No habría huido de no ser porque Leandro la obligó a abortar a su bebé.Leandro se quedó totalmente atónito, al recordar el confuso momento de la noche anterior, cuando Julieta se había abalanzado sobre él con un cuchillo, algo en lo profundo de su corazón se asustó sorprendentemente.—¡Tú sabes mejor que nadie lo que has hecho! Has llamado a esto un verdadero amor de diecisiete años, pero no dices más que mentiras.Aunque sabía que Leandro no le creía, se entristeció por un momento.—Si cree que no lo quiero, entonces así es. P
Julieta estaba acostada en la cama y durante mucho tiempo no volvió en sí.Había sido un día muy largo y agitado, acababa de leer la nota de suicidio de su padre y el informe de la autopsia de su madre, como si fuera poco también la habían acusado falsamente tan solo al regresar.El recuerdo de todo aquello era tan vívido que no podía controlar las lágrimas que le caían.Las pruebas que tenía no parecían suficientes para poder procesar a Dalila, pero no podía quedarse de brazos cruzados. Entonces pensó en Ismael y se levantó con gran rapidez de la cama. Buscó en la habitación durante largo rato y por fin encontró su teléfono. Fue hacia el balcón, marcó el número de Ismael con mucho cuidado y de vez en cuando miraba en dirección al baño, temía que Leandro saliera de repente.—Señor Soto, soy yo.Ismael pareció aliviado al oír su voz:—¿Estás bien? ¿Cuál era la situación ayer? ¿Estás a salvo ahora? ¿Dónde estás?Julieta se quedó paralizada por un momento, sintió una fuerte calidez en su