Julieta conocía muy bien a Dalila, y mientras Leandro estuviera presente su teatro era seguro, pero cuando él no estaba era ahí cuando aparecía su verdadero rostro.Las grabaciones eran suficientes para comprobar los hechos maliciosos que ella hizo.Justo al regresar a Apartamentos Cima Dorada, Julieta notó el auto lujoso familiar, lo rodeó sin siquiera mirarlo. Pero antes de dar dos pasos, Leandro la tomó bruscamente en sus brazos.—¿Dónde has ido?Leandro preguntó con un tono interrogativo.—Fui a ver a tu amante, y conseguí una grabación en el camino. Señor Cisneros, creo que estará muy interesado.Esto molestó a Leandro, quien prácticamente la encadenó al rodear su cintura.—¡Julieta, habla bien! —gritó Leandro. Él ya había comprobado la verdad, y también se había encargado de todos los involucrados, por eso no quería entrar en discusiones. Pero Julieta lo miró con recelo: —Señor Cisneros, cuando hable bien, te amaba con todo mi ser, y tu empeñas en dejarme morir.—Julieta, te rec
Julieta se había convertido en una especie de marioneta, permaneciendo obedientemente en brazos de Leandro, sin ningún rastro de enojo, a la merced de los demás.—Julieta, lo que sea que me estés ocultando, ¡lo descubriré tarde o temprano!Al oír esto, Julieta sintió un pequeño pinchazo en el pecho, pero su expresión estaba en sintonía con sus labios y sonrió:—¿De verdad? Ojalá que el señor Cisneros lo descubra pronto.“Antes de que yo muera”, pensó Julieta.—¿Hasta cuándo seguirás siendo sarcástica?—Pero señor Cisneros, ¿cree que estoy siendo sarcástica?—¡Julieta!Los largos y delgados dedos de Leandro la agarraron fuertemente de la mandíbula, y con sus ojos rojos de ira dijo:—¡Habla normalmente!Julieta frunció ligeramente el ceño por el dolor, dijo: —No te gusta que te llame Leandro, me has tratado como un ser despreciable. Leandro, entre tú y yo ya no existe confianza. Cada vez que te llamo Leandro, me duele hasta lo más profundo, y yo estoy cansada, señor Cisneros.Leandro no
—¡Eres tú quien está loco! ¡Fue Dalila quien ordenó que me secuestraran! ¿No eras el hombre más poderoso de Ciudad Marina? ¿Cómo es que ni siquiera puedes manejar a una simple mujer? ¿Tanto confías en ella? ¿Sabes a quién le dio su primera vez?—Julieta, ¿te has vuelto completamente loca? ¡Otra vez con lo mismo, acusando falsamente a Dalila! Todavía estaba en el hospital cuando te secuestraron, ¿cómo lo planeó?Mientras decía esto, agarró a Julieta por los hombros y la sacudió, preguntándole: —¿Cómo te atreves a sospechar de ella? Es tan buena que piensa en tu seguridad todos los días y me lo demuestra. Julieta, ¡eres incorregible!Julieta reaccionó calmándose repentinamente, bajando la cabeza y riendo de forma despectiva, dijo:—Leandro, eres selectivamente ciego.Acto seguido levantó de nuevo la cabeza, con las lágrimas cayendo a los lados, y miró a Leandro con desesperación.—Si algún día ella logra asesinarme, ¿me vas a regañar delante de mi tumba, ‘Julieta, eras tan malvada que
Cuando Leandro se detuvo ante la puerta, Julieta estaba sentada en el suelo, tomando cosas de la mesita de noche.Cada vez que tomaba una cosa, se detenía por un momento, sintiendo cierto pesar y desgano.Hasta que sus dedos tocaron una caja de brocado roja, lo que hizo que su mano temblara repentinamente. Cuando abrió la caja y vio un brillante anillo de diamantes, las lágrimas volvieron a salir copiosamente.Este era el anillo de diamantes solicitado por Leandro a un renombrado diseñador internacional hacía tres años, cuando le propuso matrimonio. A lo largo de los años, lo había tratado como un tesoro y lo guardó por miedo a perderlo.Julieta tomó el anillo y se lo puso en el dedo, levantó la mano y lo examinó durante un rato con una sincera sonrisa.—Pero… Leandro no volverá y no podemos volver tampoco. Y tú… ya eres parte del pasado también. Si no hubiera salvado a esa maldita mujer Dalila ¿todo lo que me ha pasado podría haber sido evitado?Julieta murmuraba como si estuviera co
Antes de que Renzo pudiera terminar de hablar, Leandro llamó a su celular.Renzo asintió:—Señora, no se preocupe, voy a atender el teléfono primero. —Bien, ve y haz lo que tengas que hacer, ten cuidado.Después de que Julieta llevara a Jasmine a la habitación, Renzo se apresuró a tomar la llamada y oyó a Leandro al otro lado ordenando con furia:—Ven al estudio.Al entrar al estudio, Renzo vio que el rostro de Leandro era sombrío y horrible, se dio cuenta de que algo malo había ocurrido y pensó, “Justo ahora que yo no estaba, ¿la señora y el señor pelearon nuevamente?”—Ve e investiga, ¡quiero saber qué otros hombres tuvo Julieta antes de conocerme!—¿Qué? —Renzo estaba confundido.—Quiero que incluyas a los que gustaban de ella cuando estaba en la secundaria, ¡no pierda de vista a ninguno de ellos!—Sí, señor.—¡Investigue a Jorge también!¡Ese hombre es el principal sospechoso! Es un amigo de la infancia que por casualidad apareció ahora.Renzo se dio cuenta que los celos estaban c
—¿Señorita?—preguntó el dueño de la casa de empeño. Julieta volvió en sí, metió todas sus joyas en caja de nuevo y se disculpó:—Lo siento, no quiero empeñar nada más. El hombre pensó que su precio era demasiado bajo, y se apresuró a ofrecer:—Señorita, si cree que el precio está bajo, podemos negociar. Le ofrezco 4.300.000 dólares por todas sus joyas. ¿Qué le parece?El precio ofrecido ya era muy alto, el dueño esperó confiado la respuesta de Julieta.Pero Julieta lloró y se negó con la cabeza, mientras sostenía la caja de brocado con firmeza.—No empeñaré nada más. No importa el monto que ofrezca.—Señorita…—Ya es demasiado tarde. Julieta bajó la cabeza y murmuró: —Es demasiado tarde.Ella pensó, "para todo era demasiado tarde, debería haber venido a empeñar las joyas mucho antes, y tal vez podría haber salvado la antigua mansión."Miró el anillo y sintió como si una flecha le atravesara el pecho. Julieta salió disparada de la casa de empeños y golpeó la ventana del auto, apreta
—¡No se los permitiré! ¡Devuélvanme el anillo!—Ah, con que elegiste la opción número dos. Cuando estemos satisfechos contigo, te devolveremos tu anillo.Inmediatamente Julieta se puso blanca, presa del terror que sintió, miró a los tres mientras se mordía los labios e intentó protegerse el pecho con las manos mientras gritaba:—¡No se me acerquen!Pero los borrachos siguieron acercándose. Uno de ellos le dijo:—¡Grita todo lo que quieras, nadie te salvará!—¡Dame el anillo!—¡Tú eres la que eligió el anillo!Al decir aquello, el hombre al mando empujó a Julieta contra la pared, mientras usaba la otra mano para quitarle la ropa y amenazaba:—¡No te muevas!Julieta intentó liberarse del hombre, pero fue abofeteada y lanzada contra la pared. Su ropa estaba siendo destrozada en todo el proceso, su llanto y sus súplicas parecían excitar aún más a los hombres, lo que hizo que los movimientos de ellos se volvieran más amplios.De repente, justo cuando uno de los hombres yacía sobre Julieta,
Julieta despertó al día siguiente.Cuando Jasmine entraba al cuarto con un caldo en la mano, vio a Julieta sentarse abruptamente en la cama, con una expresión horrorizada y gritando: —¡Devuélvemelo!—¡Devuélvanmelo!Jasmine dejó el caldo a un lado y preguntó:—Julieta, ¿qué ha pasado exactamente?No parabas de decir “devuelvanmelo” anoche.Julieta apretó los labios, evitando el contacto visual y preguntó:—¿Qué más dije?—Y el anillo, algo de eso, simplemente repetías “devuelvanmelo”, nada más. Te pregunté y no me dijiste nada más, pero seguías llorando y me asustaste bastante.—Lo siento…—Julieta, si tienes algo que puedes contarme, es mejor que me lo digas a que te lo aguantes tú sola.Julieta levantó la vista, forzó una sonrisa y respondió: —Gracias, lo sé.Pero de repente, recordó lo que había ocurrido y preguntó:—¿Quién me trajo de vuelta ayer?—No lo sé, no lo vi… Hmmm, cuando volví, ya estabas aquí con un suero puesto.Julieta frunció el ceño, sujetándose la cabeza y tratand