Cuando Leandro se detuvo ante la puerta, Julieta estaba sentada en el suelo, tomando cosas de la mesita de noche.Cada vez que tomaba una cosa, se detenía por un momento, sintiendo cierto pesar y desgano.Hasta que sus dedos tocaron una caja de brocado roja, lo que hizo que su mano temblara repentinamente. Cuando abrió la caja y vio un brillante anillo de diamantes, las lágrimas volvieron a salir copiosamente.Este era el anillo de diamantes solicitado por Leandro a un renombrado diseñador internacional hacía tres años, cuando le propuso matrimonio. A lo largo de los años, lo había tratado como un tesoro y lo guardó por miedo a perderlo.Julieta tomó el anillo y se lo puso en el dedo, levantó la mano y lo examinó durante un rato con una sincera sonrisa.—Pero… Leandro no volverá y no podemos volver tampoco. Y tú… ya eres parte del pasado también. Si no hubiera salvado a esa maldita mujer Dalila ¿todo lo que me ha pasado podría haber sido evitado?Julieta murmuraba como si estuviera co
Antes de que Renzo pudiera terminar de hablar, Leandro llamó a su celular.Renzo asintió:—Señora, no se preocupe, voy a atender el teléfono primero. —Bien, ve y haz lo que tengas que hacer, ten cuidado.Después de que Julieta llevara a Jasmine a la habitación, Renzo se apresuró a tomar la llamada y oyó a Leandro al otro lado ordenando con furia:—Ven al estudio.Al entrar al estudio, Renzo vio que el rostro de Leandro era sombrío y horrible, se dio cuenta de que algo malo había ocurrido y pensó, “Justo ahora que yo no estaba, ¿la señora y el señor pelearon nuevamente?”—Ve e investiga, ¡quiero saber qué otros hombres tuvo Julieta antes de conocerme!—¿Qué? —Renzo estaba confundido.—Quiero que incluyas a los que gustaban de ella cuando estaba en la secundaria, ¡no pierda de vista a ninguno de ellos!—Sí, señor.—¡Investigue a Jorge también!¡Ese hombre es el principal sospechoso! Es un amigo de la infancia que por casualidad apareció ahora.Renzo se dio cuenta que los celos estaban c
—¿Señorita?—preguntó el dueño de la casa de empeño. Julieta volvió en sí, metió todas sus joyas en caja de nuevo y se disculpó:—Lo siento, no quiero empeñar nada más. El hombre pensó que su precio era demasiado bajo, y se apresuró a ofrecer:—Señorita, si cree que el precio está bajo, podemos negociar. Le ofrezco 4.300.000 dólares por todas sus joyas. ¿Qué le parece?El precio ofrecido ya era muy alto, el dueño esperó confiado la respuesta de Julieta.Pero Julieta lloró y se negó con la cabeza, mientras sostenía la caja de brocado con firmeza.—No empeñaré nada más. No importa el monto que ofrezca.—Señorita…—Ya es demasiado tarde. Julieta bajó la cabeza y murmuró: —Es demasiado tarde.Ella pensó, "para todo era demasiado tarde, debería haber venido a empeñar las joyas mucho antes, y tal vez podría haber salvado la antigua mansión."Miró el anillo y sintió como si una flecha le atravesara el pecho. Julieta salió disparada de la casa de empeños y golpeó la ventana del auto, apreta
—¡No se los permitiré! ¡Devuélvanme el anillo!—Ah, con que elegiste la opción número dos. Cuando estemos satisfechos contigo, te devolveremos tu anillo.Inmediatamente Julieta se puso blanca, presa del terror que sintió, miró a los tres mientras se mordía los labios e intentó protegerse el pecho con las manos mientras gritaba:—¡No se me acerquen!Pero los borrachos siguieron acercándose. Uno de ellos le dijo:—¡Grita todo lo que quieras, nadie te salvará!—¡Dame el anillo!—¡Tú eres la que eligió el anillo!Al decir aquello, el hombre al mando empujó a Julieta contra la pared, mientras usaba la otra mano para quitarle la ropa y amenazaba:—¡No te muevas!Julieta intentó liberarse del hombre, pero fue abofeteada y lanzada contra la pared. Su ropa estaba siendo destrozada en todo el proceso, su llanto y sus súplicas parecían excitar aún más a los hombres, lo que hizo que los movimientos de ellos se volvieran más amplios.De repente, justo cuando uno de los hombres yacía sobre Julieta,
Julieta despertó al día siguiente.Cuando Jasmine entraba al cuarto con un caldo en la mano, vio a Julieta sentarse abruptamente en la cama, con una expresión horrorizada y gritando: —¡Devuélvemelo!—¡Devuélvanmelo!Jasmine dejó el caldo a un lado y preguntó:—Julieta, ¿qué ha pasado exactamente?No parabas de decir “devuelvanmelo” anoche.Julieta apretó los labios, evitando el contacto visual y preguntó:—¿Qué más dije?—Y el anillo, algo de eso, simplemente repetías “devuelvanmelo”, nada más. Te pregunté y no me dijiste nada más, pero seguías llorando y me asustaste bastante.—Lo siento…—Julieta, si tienes algo que puedes contarme, es mejor que me lo digas a que te lo aguantes tú sola.Julieta levantó la vista, forzó una sonrisa y respondió: —Gracias, lo sé.Pero de repente, recordó lo que había ocurrido y preguntó:—¿Quién me trajo de vuelta ayer?—No lo sé, no lo vi… Hmmm, cuando volví, ya estabas aquí con un suero puesto.Julieta frunció el ceño, sujetándose la cabeza y tratand
Algunas de las flores ya comenzaron a marchitarse, y se sentía un poco triste al respecto.Qué hermoso jardín era antes y ahora…—Lo siento, he sido yo la que las ha descuidado.En cuanto las palabras salieron de su boca, oyó el sonido de una puerta abriéndose desde la entrada principal.Primero pensó que era Jasmine, y sin darle mucha importancia preguntó con una sonrisa:—Ey qué rápido volviste.—Julieta, ¡de verdad estás aquí!—era la voz de Dalila.Julieta se vio obligada a detener lo que estaba haciendo para mirar a la intrusa, lo que automáticamente causó un estado ánimo sombrío y respondió:—Esta es mi casa, si no estoy aquí, ¿dónde más?Dalila apretó los puños, luego de que fuera dada de alta, Leandro la ubicó en un apartamento en el centro de la ciudad.Donde mirara en aquel apartamento, Dalila podía ver que Julieta había estado allí. Es más, Leandro no había vuelto ni una sola vez luego de dejarla allí, por lo que supuso que Julieta tenía que estar en la Península.—¡Pero qué
—Leandro, de verdad no toque a Julieta, tienes que creerme…Dalila abrazó a Leandro, llorando, interponiéndose entre él y Julieta.—Dalila, primero levántate.—No, Leandro, si no me crees estaré arrodillada hasta que lo hagas. No es agradable ser agraviada, y ahora Julieta está gritando en el suelo, pero realmente no tengo…Mientras más hablaba, más desesperada parecía ponerse, como si Dalila realmente no lo hubiera hecho.—Leandro, tan pronto como volví, Julieta me acusó de contratar a personas para secuestrarla. Lo que me puso tan nerviosa que me quedé sin palabras, es que no lo hice. Y en eso, Julieta se abalanzó sobre mí con intención de pegarme…Entonces, ella levantó la cabeza, señalando unas marcas rojas en el rostro y dijo:—Mira, son las marcas de sus uñas, yo realmente no la intimidé. Ni envié a nadie a secuestrarla, es una locura, Leandro…Julieta no prestó atención, sentía tanto dolor que estaba por desmayarse, sus oídos zumbaban por los gritos y quejas de Dalila. Se cubrió
Entonces, recordó el callejón, Julieta intentó proteger el anillo con su vida e inexplicablemente sintió cierta alegría.Leandro volvió a mirar a Julieta, quien estaba en sus brazos y murmuró para sus adentros, “Julieta, ¿qué estabas pensando?”.Al llegar al hospital, Julieta fue enviada inmediatamente a la sala de emergencias.No fue hasta que la luz de alerta se apagó y el médico salió de la sala que Leandro pudo calmar la ansiedad que lo consumía.Aunque Leandro sabía que el bebe era un bastardo, se sentía un poco reacio a dejarlo morir.—Doctor, ¿cómo está ella?—El cuerpo de la señora no está bien, ha estado tomando sus medicamentos pero veo que la señora tiene muchos moretones en todo el cuerpo. Señor, la señora está embarazada, tiene que tomar cuidados extra—¿Y el bebe?—Está fuera de peligro por el momento, pero si ocurre otro accidente, realmente no será posible salvarlo de nuevo.El médico suspiró:—Señor, si ocurre otro accidente no es el bebé lo que más me preocupa, me tem