Capítulo127
Al volver a su piso, Leandro empujó bruscamente la puerta y gritó enfadado:

—¡Julieta!

Recorrió la habitación, nadie le respondió. Tuvo que asegurarse de que Julieta no estaba aquí. ¿Habría vuelto a la Península?

Sin siquiera pensarlo, condujo el coche a toda velocidad hasta la Península. Por el camino, su mente se llenó del rostro de Julieta y se sintió inexplicablemente agitado.

¿Podría ser que ella realmente ya no lo amaba y por eso huyó? No, de ninguna manera.

Esto era un castigo, ella tenía que quedarse a su lado, ¡no podía irse por el resto de su vida! Aumentó inconscientemente la fuerza con la que pisaba el acelerador.

Acababa de parar el coche y, sin descansar, entró corriendo en la habitación y empezó a mirar a su alrededor.

—¿Julieta? ¿Julieta?

Registró la casa y el exterior, estaba cubierto de sudor pero no tenía ni rastro de Julieta. ¿Dónde se había metido?

Justo entonces, sonó su teléfono.

—Señor, hemos registrado el lugar y no hemos visto a la señorita. Las cámaras del p
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