—La paciente puede haber sufrido una conmoción y está embarazada, si sufre otra conmoción, me preocupa que aborte. —Tras decir esto, sacó un frasco de medicina y se lo entregó—. Esto es para calmar al bebé, que se lo tome a tiempo.—Bien.El doctor se dirigió a la puerta, de repente quiso abrir la boca y se detuvo, se volvió y preguntó: —Joven maestro, ese niño.—Deja de ser chismoso y date prisa en volver.—Sí.Después de que el doctor se fue, Ismael entró, le entregó el frasco de medicina a Jasmine y miró a Julieta con cierta reticencia y dolor.—Dejo a Julieta en tus manos. Aquí está la medicina para calmar al bebé, acuérdate de que la tome.—Señor Soto, ¿vas a irte?—No me conviene estar aquí. Leandro se va a enterar tarde o temprano y seguramente los rumores van a ir en nuestra contra.Ismael sabía muy bien que Julieta seguía amando a Leandro aunque estuviera dolida. Quería intervenir, pero no quería ocasionarle más problemas a Julieta.Jasmine asintió.—Mmm. Ya veo. Señor Soto,
Leandro recogió despreocupadamente la ropa del perchero mientras su ser irradiaba ira.—¡Vamos al apartamento Cima Dorada!Renzo soltó un suspiro frío mientras bajaba corriendo las escaleras y se dirigía a su coche a manejar.En la carretera, Renzo seguía mirando por el retrovisor mientras intentaba pensar en algo que decir, pero cada vez le atrapaba la ira de Leandro y se contenía.—¿Tienes algo que decir?Temblando de miedo, Renzo miró cautelosamente por el retrovisor y tragó saliva.—Señor, creo que tal vez ha entendido mal a la señora.—¿Malentendido?Las delgadas manos de Leandro tamborilearon.—Renzo, ¿cuántos años llevas conmigo? —Entrecerró los ojos.Renzo se horrorizó.—Señor…—Deberías conocer mi temperamento. Hay cosas que no debes decir, cuida tus palabras.—Sí, Señor.La boca de Leandro se crispó, no creía que fuera un malentendido.Ismael había dejado muy en claro que estaba interesado en Julieta. Además, ¡era mucha coincidencia que estuvieran en el apartamento Cima Dorad
A Leandro le tembló el corazón y se le aflojó un poco la mano.—Julieta, ¿de qué estás hablando?—¿De qué estoy hablando? Leandro, fuiste tú quien se acercó a Jorge y no le dejó darme una oportunidad. Luego, conseguiste a alguien para que me secuestrara y…Los ojos de Julieta estallaron en lágrimas al recordar lo que había sucedido en ese cuarto oscuro. Abrió la boca pero era incapaz de decir una sola palabra.La semilla de la duda se sembró en el corazón de Leandro; intuía que Julieta ocultaba algo, pero no podía entender qué era.¿Cuándo le pidió a alguien que la secuestrara? ¡Era obvio que había desaparecido y escapado por su cuenta!—Envié guardaespaldas tras de ti y fuiste tú quien los abandonó.—Sí. ¿No enviaste guardaespaldas para vigilarme y que reconocieran el lugar del secuestro?—¡Julieta! —Gritó. Luego le soltó el pelo y le ahuecó la mandíbula—. Tú fuiste la que se deshizo de los guardaespaldas para escaparte a ver a un hombre, ¿cuándo mandé yo a alguien a secuestrarte? ¿Po
Leandro extendió la mano, pero cuando vio que Jasmine se acercaba a abrazar a Julieta, la retiró.—Julieta, yo no hice esto.¿Cómo podría hacer algo tan asqueroso? Ni qué decir de cosas como buscar canallas para humillar a Julieta, ¡ni siquiera permitía que Ismael la tocara!Apoyada débilmente en el hombro de Jasmine, Julieta levantó la mano y se limpió la sangre de la comisura de los labios. —No te creo.El corazón de Leandro estaba inexplicablemente molesto mientras fruncía el ceño.—Lo creerás te guste o no.Al oír sus palabras, Julieta resopló:—Señor Cisneros, ¿se está impacientando? Solo te he preguntado dos veces y ya estás de mal humor por mi desconfianza.»Leandro, han pasado dos años, te he estado explicando día tras día lo que pasó, entonces, ¿me crees?Leandro se quedó pasmado, hubo un destello de dolor en sus ojos.Pero Julieta no lo vio, en su lugar tosió un par de veces antes de decirle:—¡Leandro, ojalá te sientas peor!Leandro apretó los puños, resistió el impulso de
—Julieta, déjame decirte algo que quizá no creas. —Mientras ayudaba a Julieta a vendar la herida del pie, Jasmine se mordió el labio—. En realidad, probablemente no fue el señor Cisneros quien lo hizo.Julieta la miró, sus ojos se llenaron de burla.—Qué parte de él merece mi confianza, la última vez me arrojó a un pequeño cuarto oscuro, esta vez no me sorprende que mande a alguien a que me secuestre.Leandro había aplastado todos sus sueños, había pisoteado y destruido su pasado. A sus ojos, hacía tiempo que se había convertido en un demonio, un demonio que hacía todo tipo de cosas malas.Lo único que no había cambiado era que ella era demasiado estúpida y en realidad todavía lo amaba y lo esperaba. ¿Por qué tenía que desear algo que era imposible?Jasmine sabía que era Julieta la que más quería creer en Leandro, era solo que tenía el corazón roto y no quería ser engañada una vez más.Así que trajo agua tibia y le dijo:—Julieta, después de que te tomes el agua y las pastillas, andá a
—Dalila, mi vida tiene que ser más duradera que la tuya, si tú sigues viva, ¿cómo voy a morir?—Es inútil que sigas vivas, ¿te va a creer Leandro? Él es quien más odia la traición, ¿no te parece?Al ver la expresión tan adusta de Dalila, de pronto, Julieta soltó una carcajada.—¿Qué creés que pasaría si Leandro supiera que no puedes quedar embarazada pero que fingiste estarlo hace un tiempo, y que finalmente le mentiste y le dijiste que habías tenido un aborto espontáneo?Dalila se quedó paralizada, sus ojos se abrieron de par en par y no dijo nada durante un buen rato.—Eso cuenta como traición por tu parte.—Tú… ¿Qué estás balbuceando?—¿Acaso no te envié todas las pruebas? Incluso te pedí dinero. Lamentablemente no me enviaste ni un quinto, así que por supuesto tuve que decírselo yo misma a Leandro.—¡No seas impulsiva!Julieta resopló: —Dejaste que Iván Sosa chocara a Ismael, ¿de verdad crees que Leandro no puede enterarse de tu pasado con Iván Sosa?»Dijiste que Leandro piensa qu
Julieta conocía muy bien a Dalila, y mientras Leandro estuviera presente su teatro era seguro, pero cuando él no estaba era ahí cuando aparecía su verdadero rostro.Las grabaciones eran suficientes para comprobar los hechos maliciosos que ella hizo.Justo al regresar a Apartamentos Cima Dorada, Julieta notó el auto lujoso familiar, lo rodeó sin siquiera mirarlo. Pero antes de dar dos pasos, Leandro la tomó bruscamente en sus brazos.—¿Dónde has ido?Leandro preguntó con un tono interrogativo.—Fui a ver a tu amante, y conseguí una grabación en el camino. Señor Cisneros, creo que estará muy interesado.Esto molestó a Leandro, quien prácticamente la encadenó al rodear su cintura.—¡Julieta, habla bien! —gritó Leandro. Él ya había comprobado la verdad, y también se había encargado de todos los involucrados, por eso no quería entrar en discusiones. Pero Julieta lo miró con recelo: —Señor Cisneros, cuando hable bien, te amaba con todo mi ser, y tu empeñas en dejarme morir.—Julieta, te rec
Julieta se había convertido en una especie de marioneta, permaneciendo obedientemente en brazos de Leandro, sin ningún rastro de enojo, a la merced de los demás.—Julieta, lo que sea que me estés ocultando, ¡lo descubriré tarde o temprano!Al oír esto, Julieta sintió un pequeño pinchazo en el pecho, pero su expresión estaba en sintonía con sus labios y sonrió:—¿De verdad? Ojalá que el señor Cisneros lo descubra pronto.“Antes de que yo muera”, pensó Julieta.—¿Hasta cuándo seguirás siendo sarcástica?—Pero señor Cisneros, ¿cree que estoy siendo sarcástica?—¡Julieta!Los largos y delgados dedos de Leandro la agarraron fuertemente de la mandíbula, y con sus ojos rojos de ira dijo:—¡Habla normalmente!Julieta frunció ligeramente el ceño por el dolor, dijo: —No te gusta que te llame Leandro, me has tratado como un ser despreciable. Leandro, entre tú y yo ya no existe confianza. Cada vez que te llamo Leandro, me duele hasta lo más profundo, y yo estoy cansada, señor Cisneros.Leandro no