Al volver a su piso, Leandro empujó bruscamente la puerta y gritó enfadado: —¡Julieta!Recorrió la habitación, nadie le respondió. Tuvo que asegurarse de que Julieta no estaba aquí. ¿Habría vuelto a la Península?Sin siquiera pensarlo, condujo el coche a toda velocidad hasta la Península. Por el camino, su mente se llenó del rostro de Julieta y se sintió inexplicablemente agitado.¿Podría ser que ella realmente ya no lo amaba y por eso huyó? No, de ninguna manera.Esto era un castigo, ella tenía que quedarse a su lado, ¡no podía irse por el resto de su vida! Aumentó inconscientemente la fuerza con la que pisaba el acelerador.Acababa de parar el coche y, sin descansar, entró corriendo en la habitación y empezó a mirar a su alrededor.—¿Julieta? ¿Julieta?Registró la casa y el exterior, estaba cubierto de sudor pero no tenía ni rastro de Julieta. ¿Dónde se había metido?Justo entonces, sonó su teléfono.—Señor, hemos registrado el lugar y no hemos visto a la señorita. Las cámaras del p
—¡No te acerques más, es imposible que Leandro diga algo así!—Todo lo que sale de la boca de un hombre es mentira, más vale que me creas.—¡No, no puede ser!—No te resistas, seremos rápidos, trataré de ser muy suave".Julieta retrocedió, pero detrás de ella estaba la pared, no tenía donde esconderse.Contuvo las lágrimas, se mordió los labios y sacudió la cabeza: —No, no vengas…—Lloras muy bonito, siendo así, esto será aún mejor. Quiero comerte por completo.Al terminar, el hombre comenzó a quitarse su propia ropa y se inclinó con la intención de besar a Julieta. Ella inclinó la cabeza para esquivar. Como tenía las manos y los pies atados al pecho, el hombre se sintió un poco incómodo, así que desató la cuerda mientras reía: —Te desataré, no puedes correr por todos lados, si no, no seré tan gentil.Pero como Julieta sabía que Leandro deseaba que muriera, era consciente de que nadie vendría a salvarla. Tenía que salvarse a sí misma.Las cuerdas acababan de desatarse cuando Julieta
Ismael estaba extremadamente preocupado por la situación de Julieta, llamó pero nadie contestó, y con noticias así, le preocupaba que Leandro perdiera su sensatez. Así que pisó el acelerador con más fuerza y aceleró por las carreteras de la montaña.Hoy iba a una ciudad vecina por casualidad y, antes de volver, Jasmine le llamó para que viera las noticias. Fue de esa manera como se enteró de la situación.Se hallaba pensativo cuando vio que una silueta salía de repente de la carretera, bloqueando su coche. Ni siquiera vio quién era antes de apresurarse a pisar el freno de emergencia.Cuando volvió en sí, levantó la vista y se quedó sorprendido, entonces se dio cuenta de que la persona que había parado el coche era en realidad Julieta.Abrió la puerta del coche y corrió hacia ella.—Julieta, ¿qué haces aquí?Julieta ladeó la cabeza y, al escuchar la voz de Ismael, abrió sus confundidos ojos. Sus labios blancos temblaron.—So… ¿Soto?De pronto, una voz llegó desde el monte.Mirando horro
—La paciente puede haber sufrido una conmoción y está embarazada, si sufre otra conmoción, me preocupa que aborte. —Tras decir esto, sacó un frasco de medicina y se lo entregó—. Esto es para calmar al bebé, que se lo tome a tiempo.—Bien.El doctor se dirigió a la puerta, de repente quiso abrir la boca y se detuvo, se volvió y preguntó: —Joven maestro, ese niño.—Deja de ser chismoso y date prisa en volver.—Sí.Después de que el doctor se fue, Ismael entró, le entregó el frasco de medicina a Jasmine y miró a Julieta con cierta reticencia y dolor.—Dejo a Julieta en tus manos. Aquí está la medicina para calmar al bebé, acuérdate de que la tome.—Señor Soto, ¿vas a irte?—No me conviene estar aquí. Leandro se va a enterar tarde o temprano y seguramente los rumores van a ir en nuestra contra.Ismael sabía muy bien que Julieta seguía amando a Leandro aunque estuviera dolida. Quería intervenir, pero no quería ocasionarle más problemas a Julieta.Jasmine asintió.—Mmm. Ya veo. Señor Soto,
Leandro recogió despreocupadamente la ropa del perchero mientras su ser irradiaba ira.—¡Vamos al apartamento Cima Dorada!Renzo soltó un suspiro frío mientras bajaba corriendo las escaleras y se dirigía a su coche a manejar.En la carretera, Renzo seguía mirando por el retrovisor mientras intentaba pensar en algo que decir, pero cada vez le atrapaba la ira de Leandro y se contenía.—¿Tienes algo que decir?Temblando de miedo, Renzo miró cautelosamente por el retrovisor y tragó saliva.—Señor, creo que tal vez ha entendido mal a la señora.—¿Malentendido?Las delgadas manos de Leandro tamborilearon.—Renzo, ¿cuántos años llevas conmigo? —Entrecerró los ojos.Renzo se horrorizó.—Señor…—Deberías conocer mi temperamento. Hay cosas que no debes decir, cuida tus palabras.—Sí, Señor.La boca de Leandro se crispó, no creía que fuera un malentendido.Ismael había dejado muy en claro que estaba interesado en Julieta. Además, ¡era mucha coincidencia que estuvieran en el apartamento Cima Dorad
A Leandro le tembló el corazón y se le aflojó un poco la mano.—Julieta, ¿de qué estás hablando?—¿De qué estoy hablando? Leandro, fuiste tú quien se acercó a Jorge y no le dejó darme una oportunidad. Luego, conseguiste a alguien para que me secuestrara y…Los ojos de Julieta estallaron en lágrimas al recordar lo que había sucedido en ese cuarto oscuro. Abrió la boca pero era incapaz de decir una sola palabra.La semilla de la duda se sembró en el corazón de Leandro; intuía que Julieta ocultaba algo, pero no podía entender qué era.¿Cuándo le pidió a alguien que la secuestrara? ¡Era obvio que había desaparecido y escapado por su cuenta!—Envié guardaespaldas tras de ti y fuiste tú quien los abandonó.—Sí. ¿No enviaste guardaespaldas para vigilarme y que reconocieran el lugar del secuestro?—¡Julieta! —Gritó. Luego le soltó el pelo y le ahuecó la mandíbula—. Tú fuiste la que se deshizo de los guardaespaldas para escaparte a ver a un hombre, ¿cuándo mandé yo a alguien a secuestrarte? ¿Po
Leandro extendió la mano, pero cuando vio que Jasmine se acercaba a abrazar a Julieta, la retiró.—Julieta, yo no hice esto.¿Cómo podría hacer algo tan asqueroso? Ni qué decir de cosas como buscar canallas para humillar a Julieta, ¡ni siquiera permitía que Ismael la tocara!Apoyada débilmente en el hombro de Jasmine, Julieta levantó la mano y se limpió la sangre de la comisura de los labios. —No te creo.El corazón de Leandro estaba inexplicablemente molesto mientras fruncía el ceño.—Lo creerás te guste o no.Al oír sus palabras, Julieta resopló:—Señor Cisneros, ¿se está impacientando? Solo te he preguntado dos veces y ya estás de mal humor por mi desconfianza.»Leandro, han pasado dos años, te he estado explicando día tras día lo que pasó, entonces, ¿me crees?Leandro se quedó pasmado, hubo un destello de dolor en sus ojos.Pero Julieta no lo vio, en su lugar tosió un par de veces antes de decirle:—¡Leandro, ojalá te sientas peor!Leandro apretó los puños, resistió el impulso de
—Julieta, déjame decirte algo que quizá no creas. —Mientras ayudaba a Julieta a vendar la herida del pie, Jasmine se mordió el labio—. En realidad, probablemente no fue el señor Cisneros quien lo hizo.Julieta la miró, sus ojos se llenaron de burla.—Qué parte de él merece mi confianza, la última vez me arrojó a un pequeño cuarto oscuro, esta vez no me sorprende que mande a alguien a que me secuestre.Leandro había aplastado todos sus sueños, había pisoteado y destruido su pasado. A sus ojos, hacía tiempo que se había convertido en un demonio, un demonio que hacía todo tipo de cosas malas.Lo único que no había cambiado era que ella era demasiado estúpida y en realidad todavía lo amaba y lo esperaba. ¿Por qué tenía que desear algo que era imposible?Jasmine sabía que era Julieta la que más quería creer en Leandro, era solo que tenía el corazón roto y no quería ser engañada una vez más.Así que trajo agua tibia y le dijo:—Julieta, después de que te tomes el agua y las pastillas, andá a