John se quedó inmóvil ante el reto de Elías, estaba atado de manos y pies ante la idea de irse y llevarse a Rose, no podía hacerlo, ya no tenían a donde ir, John lo había dejado todo por esa oportunidad que Elías le había ofrecido a su hija, la opción de vivir.
No le quedaba de otra más que poner la vida de Rose en sus manos y permitir que hiciera con él lo que deseara.
—Ganaste. ¿Eso querías oír?—cuestiono John derrotado—¿Ahora qué es lo que quieres de mí?
—No, aún no he ganado John, antes de verte caer te demostraré que el único dueño del corazón de Emily era yo y que el único recuerdo que ella dejó en vida también es mío.
John frunció el ceño y negó con la cabeza.
—Si le haces algo a mi hija...
—¡Acaso no escuchaste lo que dije!—bramo Elías enfadado y cansado de lidiar con un hombre tan estúpido, no podía creer que la chica de sus sueños lo había elegido por encima de él, era inaudito y mortificante— Rose no tiene por qué pagar tus culpas.
—No tienes el derecho de pronunciar su nombre—impugnó John sorprendido de su atrevimiento.
—Eso es lo que tú crees—expreso Elías con cierta malicia. Dio media vuelta, pero antes de irse lo miro de reojo—prepara tu equipaje, quiero que salgas de mi propiedad mañana por la mañana, sin excusas
—No voy a dejarte solo con mi hija—objeto John impotente. Su cabeza era un mar de confusión, no entendía cuáles eran las intenciones de Elías al decir que no pretendía dañar a su hija, pensó que seguramente era mentira como todo lo que había dicho para engañarlo y llevarlo al otro lado del mundo, no debia fiarse de él.
—Ya te dije que las puertas de mi casa están abiertas si lo que pretendes es matar a tu propia hija, yo no te detendré—Los labios de Elías formaron una sonrisa perversa que impacto aún más a John Wilson, no sabia que hacer.
Se había quedado tan inmerso en sus pensamientos que no se dio cuenta cuando Elías se marchó, entonces camino sin esperando encontrarlo quizás para no perderse o tal vez para hacerlo entrar en razón, pensó en hacer muchas cosas, pero al final comprendió que nada de lo que hiciera le haría cambiar de opinión, así que al encontrarlo bajando la escalera lo detuvo.
—¡Elías!—clamo con voz firme, un trueno seguido de un rayo ilumino aquel recinto, provocando que John dudara de que su voz hubiese sido escuchada por él, pero Elías lo había escuchado fuerte y claro, así que un segundo después giro en su dirección—haz lo que quieras conmigo, pero a mi hija déjala fuera de todo esto.
Elías sonrió complacido, ese era el tipo de comportamiento al que estaba acostumbrado, la sumisión, mostró una sonrisa blanca y no dudo en revelar en ella lo perverso y desgraciado que era en realidad.
—Te destrozaré al punto de que ni tu hija podrá reconocerte, pero por si existe alguna duda, de ahora en adelante yo me haré cargo de ella—aquellas últimas palabras las pronuncio de tal forma que John sintió como si le hubiese lanzado una daga al pecho y que había comenzado a desangrarlo, sus ojos se llenaron de lágrimas, enfadado consigo mismo por haber caído tan fácilmente en lo que parecía ser su sentencia de muerte y lo peor de todo es que tendría que dejar en sus garras la vida de su pequeña Rose.
Lo único que se pudo oír después de eso fue la lluvia salpicar sobre los ventanales y las pisadas de Elías que se alejaban de poco en poco hasta bajar los peldaños de la escalera.
Elías sintió a su alrededor un aire de triunfo, lo que había sucedido solo era el inicio de la pesadilla que había planeado durante dieciséis años. Camino con elegancia hasta regresar a la estancia donde aún se encontraba Rose. La contemplo por un segundo, era imposible no hacerlo.
Al perder a Emily había sufrido en exceso, se había dejado caer en lo más profundo de una oscuridad de la cual creyó no tendría fin, pero verla ahí, era como volver al pasado y volver a ver a esa joven universitaria que le había robado parte de sí mismo para no devolverla jamás. Cuando se dio cuenta de su presencia giro la vista hacia él, sus miradas se encontraron, pero aquello solo duro un segundo, ya que Rose vio la silueta de su padre acercarse detrás del imponente.
John trato de aparentar serenidad, no quería que su hija se preocupara, pero por mas que trato, no pudo evitar mostrarse un tanto abatido.
—¿Que pasa?—se atrevio a preguntar su hija al ver a su padre. Él se arrodillo frente a ella y al dirigirle la mirada sus ojos se llenaron de lagrimas, intento sonreir, pero eso no evito que sus mejillas comenzaran a empaparse.
—Vi tu habitación—dijo John agachando la mirada, no podía mirar a su hija a la cara, pensó que tal vez sería la última vez que la vería, no sabia que era lo que Elías estaba planeando, pensó que tal vez se la había quitado para tenerla de rehén sin que ella lo supiera y solo de esa forma lo obligaría a soportar su venganza.
—¿Y por eso lloras?—pregunto Rose un tanto confundida, su instinto le hizo levantar la vista hacia el hombre que permanecía parado observándolos. Entrecerró los ojos desconfiando de aquel tipo, la vibra que emanaba no le gustaba para nada, por lo que volvió la vista hacia su padre, que parecía estar sufriendo en silencio.
—Es todo lo que nos dijo que seria—logro decir su padre justificando su llanto, pero Rose no se dejó engañar fácilmente, sabia que algo había pasado y la razón del abatimiento de su padre estaba al frente de ambos.
—¿Tan buena es?—respondió Rose comprendiendo que cualquier cosa que hubiese pasado entre ambos hombres, era seguro que no lo sabría, su padre no estaría dispuesto a decirle nada y aquel hombre no parecía ser muy amigable.
—Es todo lo que yo no puedo darte—admitió John con un nudo en la garganta, a pesar de todo, estaba satisfecho sabiendo que Rose no sufriría si es que Elías cumplía su palabra, pensó que si su hija podía vivir mucho más tiempo, sin penas ni preocupaciones, entonces su dolor valdría la pena.
Rose abrió los labios para decir algo en favor de su padre, él había hecho muchísimo por ella, no existían palabras en el mundo con las que ella pudiera agradecerle por todo lo que había hecho esos dos últimos años, pero sintió que en ese momento nada le haría cambiar de parecer. Sus ojos se nublaron de lágrimas, pero intento no decir nada, solo acaricio su espalda y se dejó caer sobre su hombro derecho, se abrazaron y permanecieron así un par de segundos.
—Debo irme cariño—expreso su padre alejándose levemente de ella para que se reincorporara.
—¿Qué? ¿Ahora?
—No, claro que ahora mismo no, pero debo partir pronto—instintivamente su mirada busco de reojo a Elías quien observaba y escuchaba con interés esa conversación—debo trabajar para pagar todo lo que harán por ti aquí, así que pronto me iré, pero vendré los fines de semana a visitarte ¿No es verdad?
John miro a Elías, quien permanecía apoyado contra el muro de la estancia, él únicamente asintió, pero lo hizo más por cortesía hacia la chica que por John Wilson. Decidió que esa estupidez debia terminar en ese instante.
—Será mejor que vayan a sus habitaciones a dormir, las noches en Rumanía no son iguales que en América—pronuncio Elías con tal de separarlos, odiaba esas muestras de afecto públicas, no porque le resultaran asquerosas sino porque eran incómodas de ver, prefería ver a chicas besándose en una discoteca o a una pareja follando en un rincón oscuro después de un par de copas encima, pero aquello era insoportable para su mirada perversa la cual ya estaba acostumbrada a ver cosas iguales de depravadas que él.
John entendió que Elías no le dejaría estar mucho tiempo son su propia hija por el simple hecho de hacerlo sufrir. Se levantó de su lugar siguiendo la sugerencia, aunque más que sugerencia John había tomado sus palabras como una orden, pero antes de que tomara a su hija en brazos, Elías hablo.
—Será mejor que la lleve yo, tú deberías llevar el equipaje—sugirió Elías con la intención de separarlos. Rose frunció el ceño alarmada por la idea, nadie a excepción de su padre la había tomado entre brazos en mucho tiempo.
Quiso replicar por la tonta sugerencia, en aquel sitio el único apto para cargar su cuerpo era su padre y nadie más, se sintió renuente a dejarse llevar por alguien ajeno a ella, pero antes de que pudiese replicar, Elías ya había caminado hasta ella y la había tomado entre sus brazos.
Volvieron a cruzar miradas, a Elías comenzaba a fastidiarle un poco la reacción que tenía su propio cuerpo, era hermosa, una belleza exótica a diferencia del tipo de mujer al que ya estaba acostumbrado, a las golfas que vestían mini faldas y un escote pronunciado, del tipo de mujer que se arriesga a salir aunque sabe muy bien que por como va vestida puede ocurrir un sin número de tragedias, pero que con tal de presumir con su mismo sexo o con tal de conseguir un hombre que se interese en ella sale a las calles hasta ya muy entrada la noche.
Elías no era un hombre común, por lo que una chica como Rose, enferma, dependiente de alguien para sobrevivir, frágil y testaruda no era su tipo de chica, pero al tenerla entre sus brazos su corazón se agitó al ver en sus ojos a la joven de la que había estado enamorado.
John observo con recelo lo que estaba ocurriendo, si tan solo sus manos hubiesen tenido un poco de voluntad hubiese impedido que ese desgraciado tocara a su hija, pero no tuvo la fuerza, se quedó inmóvil viendo como Elías se llevaba a Rose lejos de él como si fuera de su propiedad.
Rose no pudo replicar sobre eso, no quería que ese hombre la tocara, pero ya estaba en sus brazos subiendo la escalera, sintió miedo, sabia que algo no estaba bien, el comportamiento que había tenido su padre no era propio de él, quería mantener sus pensamientos alejados de lo que estaba ocurriendo, pero sobre ella sintió una mirada penetrante, así que por instinto busco la razón del porqué se sentia asi hasta que descubrio a Elias observandola.
Su mirada era oscura, parecía esconder muchos secretos, eso le hizo preguntarse que era lo que estaba tramando, ya que no parecia tener buenas intenciones sobretodo porque su mano sujetaba firmemente su pierna. Rose llevaba puesto un pantalon grueso, pero aun asi pudo sentir como el calor que emanaba la palma de su mano se introducia atraves de la tela hasta su piel, sintio como si estuviera desnuda y realmente su mano la estuviera tocando.
Desvio la vista enseguida, debia apartar su mente de esos pensamientos que aparentemente solo la estaban haciendo sufrir, respiro hondo y luego solto un suspiro lentamente creyendo que tal Elias haria o diria algo al haber inhalado aire de esa forma, pero él continuo su camino y se detuvo en el segundo piso donde su sirviente mas leal lo esperaba.
Ahi le dirigio unas palabras que Rose no pudo entender, era rumano, pero ella supuso que le habia dado una orden ya que el anciano solo asintio con la cabeza, dio media vuelta y de saparecio por un pasillo que era tenuemente iluminado por lamparas pegadas a los muros.
Al continuar Rose miro hacia atras, su padre llevaba su equipaje, pero le parecio que se movia por instinto mientras su mente estaba perdida, no parecia ser el mismo hombre animado que ansiaba llegar a la residencia de su amigo, mas bien parecia que su padre era un sirviente mas de Elias.
Rose tuvo que admitir que su habitación era todo lo que alguien en su condición hubiese deseado, era grande y espaciosa, tenía una ventana amplia por la que se podía observar el atrio de la entrada y también descubrió que ese hombre también había equipado su habitación con todo lo necesario, al igual que una silla de ruedas nueva de última generación que le ayudaría a ser independiente, por una vez desde que había comenzado su pesadilla se sintió ligeramente libre, fue como respirar después de estar mucho tiempo debajo del agua. Una vez que Elías coloco su cuerpo sobre su cama, su padre se aproximó a ella y le atendió a como ella estaba acostumbrada. Cuando hizo todo eso Rose, se sintió más aliviada al pensar que tal vez se había equivocado respecto a Elías, aunque tenía un carácter de los mil demonios, al final y al cabo había hecho todo eso con tal de tenerla a salvo y mientras esos pensamientos se maquinaban en su mente, John estaba desolado. Su mente había comenz
Había pasado una semana desde la última vez que había visto a su padre, le habían dicho que había salido muy de madrugada para poder presentarse a su nuevo empleo y que al final había decidido no despedirse.Aquello la tomo por sorpresa, su padre no era así, pero después de todo él era un hombre dedicado, valiente y decidido, por lo que salir antes de lo previsto para llegar a su lugar de trabajo, adaptarse y tratar de comunicarse con los lugareños le iba a complicar las cosas, por lo que seguramente ese era el motivo por el que había decidido marcharse.Para Rose era un poco complicado adaptarse a su enfermera, Anca. La había observado trabajar, era buena en lo que hacía, pero no había dedicación en lo que hacía, Rose no podía sentir el amor que su padre le ofrecía cuando la atendía y eso le dolía bastante porque su enfermera le h
Todo aquel que noto su presencia solo pudo ver una chica débil que apenas podía sostenerse de pie, que llevaba en su mano una máquina a la que estaba conectada y que parecía necesitar para que el oxígeno no le faltara. Llevaba unas pantuflas y llevaba puesta una pijama azul, parecía una paciente que recién había salido de un hospital, pero a pesar de todo eso que indicaba que estaba enferma y que necesitaba ayuda, nadie la ayudo y tampoco se atrevieron a preguntarle la razón del porqué estaba ahí en medio de una fiesta llena de hombres y mujeres elegantes.Las gotas de sudor en su rostro comenzaban a ser evidentes y es que ella no había experimentado tanto dolor desde que le había diagnosticado la septicemia, su padre se había encargado de que ella no volviera a sufrir los estragos de su enfermedad, hasta ese momento en que había desaparecido de su vida.Se de
Entre lo que observaban a Elias con curiosidad, se encontraba Andrei Cornel, un hombre alto, de piel bronceada y de formidable musculatura, por su puesto, lo último era porque su trabajo requería fuerza, no por nada le llamaban "Macelar"Él, al igual que muchos hombres entre los presentes trabajaba para "Los corbii" un grupo que era controlado por la mafia del este, agrupamiento delictivo controlado por la familia Vasile, por lo tanto, Elias Mihai Vasile, quien era el último de aquella familia, no solo era el dueño de aquellas tierras, sino tambien de todos sus tratos sucios de Rumania del este-Andrei siguió a su jefe por la escalera, era su trabajo vigilarlo en todo momento, pero no exactamente para protegerlo, Elias era lo suficientemente capaz de desgarrar el cuello de un animal del bosque por su cuenta así que no lo necesitaba para proteger su espalda, sino más bien para evitar manchar su traje de sangre y otros fluidos corporales de ciertas víctimas. Elías ya había
—¿Conseguiste lo que se te pidió?—cuestiono Andrei en un tono severo. Anca, la enfermera que había estado cuidando a Rose, se movió entre el lugar que había sido su habitación la última semana, se dirigió hasta el pequeño refrigerador, de ahí saco una caja que contenía varias muestras de sangre, todas por supuesto de la paciente que había atendido.Dio media vuelta y entrego la caja, con evidente temor en su cuerpo, las manos le temblaban y también le sudaban. Andrei tomo la caja y la observo por un instante, alzo la ceja no muy complacido.—Tus servicios ya no serán requeridos—le informo con cierto resentimiento, nadie que realmente conociera a su jefe se atrevería hacer una estupidez semejante, sabiendo que cualquier error podía costarle la vida.—Por favor, usted sabe como es esto, un paciente como ella es difíci
Elías volvió a la celebración, no era su estilo irse de ese modo, al menos no con una chica en sus brazos en medio de una fiesta, no si esa chica no iba a follar con él, pero en este caso debia mantenerse al margen. Aunque Rose lograba evocar viejas memorias y extraños sentimientos en su interior, su moral era mucho mas poderosa que su entrepierna. Al volver al salón, algunas miradas se posaron en él, en especial miradas femeninas que lo deseaban no solo por su atractivo, sino por su cuantiosa fortuna. Elías poseía mucho más dinero del que podía gastar, no tenía esposa y tenía fama de libidinoso, así que toda mujer bella, con buenas curvas era una potencial amante, pero de entre todas esas miradas estaba una en especial, Nicoleta. Aquella mujer que lucia un espectacular vestido negro, noto a Elias del otro lado del salon, pero cuando sus miradas se cruzaron, ella lo ignoro. Elías había tenido cierto romance con ella, lo habia tenido los ultimos cinco años, pero
Elías se sintió un tanto decepcionado de no tener con quien pasarla esa noche, Nicoleta se había encargado de arruinarle su ánimo, así que únicamente se dedicó a beber y a entablar unas cuantas conversaciones referentes al trabajo, los cargamentos de armas ilegales que llegarían al país esa semana y también sobre el negocio del club clandestino del cual disponía en la capital y al que asistían muchas personalidades de la política. Para cuando termino la velada, Elías se sentía un tanto mareado, pero no indispuesto para tratar de conseguir una dama antes de que todo el mundo se fuera. Entre ellas se encontraba una joven notable a la cual ya le había puesto ojo semanas antes. Dorotea, ese era su nombre, era una joven esbelta, pero con buenos pechos, redondos y grandes, además con un buen trasero, por lo demás no le importaba. El único inconveniente era que su padre era su socio y por alguna razón él le tenía prohibido hablar con Elías. Por supuesto, él respetaba
M*****a lluvia. Es un mal presagio que la primera vez que las familias mafiosas más influyentes del mundo se encuentren cara a cara sea bajo unas condiciones meteorológicas tan nefastas. ¿Quién carajo tuvo la brillante idea de reunirse a media noche durante una tormenta tropical? El viento aullante sigue golpeando furiosamente contra las persianas verdes, amenazando con derribar todo el hotel de lujo con cada feroz golpe a sus paredes, mientras los temblorosos cristales de las ventanas hacen todo lo posible para no romperse por completo y exponernos a la violenta tormenta del exterior. Qué ironía que, a pesar de toda la furia de la madre naturaleza, no se pueda comparar con la destrucción que han hecho todos los hombres sentados en esta misma habitación. ¿Qué se puede comparar con la devastación que podemos conjurar cuando nos lo proponemos? Llevamos tanto tiempo matándonos unos a otros que no recuerdo una época en la que no estuviéramos en guerra con una u otra familia. Algo así