—¿Cómo es que no hay más personal en un lugar tan grande?— pregunto Rose curiosa, el castillo parecia ser un lugar muy dificil de sobrellevar con tan poco personal, pero esa estancia no lucia sucia o polvosa, era imposible que solo aquel anciano fuera tan eficiente en hacer la limpieza de un lugar asi.
Elías la miro intrigado, a diferencia de Jhon, su hija parecía ser mucho más sagaz, quizás era débil físicamente, pero su mente estaba mucho más despierta de lo que su dulce apariencia indicaba.
—¿No se supone que una persona tan delicada como tú necesita ser aislada de la gente para evitar enfermar?— cuestionó Elías dando un sorbo a su vaso, el último de hecho.
—¿Y despidió a su personal únicamente por mí?—insistió Rose manteniendo la mirada fija en aquel hombre que recién estaba tocando el piso de los cuarenta o al menos eso pensó. Antes de enfermar Rose era una chica intrépida, inteligente y no era una tonta, sobre todo cuando se trataba de su padre. Debido a su enfermedad, ella deseaba evitar a toda costa que su padre sufriera, al menos más de lo debido, así que no permitiría que un hombre como Elías pisoteara a su padre.
Lo había observado con atención, ese había sido su objetivo al llegar ahí, conocer al hombre que deseaba quitar de los hombros de su padre una carga tan pesada, pero lo que había visto no le había agradado nada, descubrió que Elías era un hombre arrogante que había despreciado a su padre en cuanta oportunidad había tenido, no podía seguir permitiendo que eso pasara.
Elías dejó escapar una ligera risa tratando de esconder el impacto que aquella chica estaba dejando en él, no solo era la viva imagen de su madre, sino también tenía su carácter decidido.
—Jhon—se dirigió al padre de la chica, lo miro con complicidad y sonrió entretenido, no esperaba que ella tuviera tantas sorpresas debajo de la manga—no me dijiste que tu hija se parecía tanto a su madre.
—Es su viva imagen—respondió un poco contrariado con lo que estaba ocurriendo, mientras más avanzaba el tiempo Jhon descubría que Elías no solamente era arrogante y soberbio, sino también una persona insolente, quizás porque tenía el suficiente dinero para cuidar de su hija, algo que él no había logrado hacer.
—Es un castillo eslavo, con más de doscientos años de antigüedad, creo que tú ya sabes la respuesta a tu pregunta ¿No es verdad?— manifestó un tanto receloso, no cabía la menor duda de que esa chica era hija de Emily y, por lo tanto, le causaría problemas.
—¿Les dio el día libre para que no vieran con lástima a la pobre niña enferma?
—Rose, basta—expreso su padre girando hacia ella molesto por sus comentarios fuera de lugar, Jhon sabia que su hija tenía algunos cuadros de depresión lo que le daba el valor de hablar sin tener en cuenta la verdadera opinión de las personas—nadie ha dicho tal cosa.
A Elías seguía sorprendiéndole cada etapa de aquella joven, era valiente, eso le gustaba, así eran las mujeres rumanas atrevidas y un poco imprudentes, alzaban la voz para expresar su opinión, pero eran firmes. Las americanas no eran de esa forma, él las había probado todas, las rubias, las tontas, las sensuales, las inteligentes y hasta las tímidas, pero la hija de Jhon Wilson parecía tener más raíces europeas que americanas.
—Efectivamente—respondió Elías en seco—mi personal se tomó el día libre para no transmitir ninguna enfermedad a la pobre niña deprimida. Deberías agradecerle a tu padre por ello, él insistió en que la cantidad de personas que tuvieran acceso a ti fueran limitadas
Ambos compartieron miradas, casi podían verse las chipas salir de aquellas miradas de soberbia e ira, pero por respeto a Jhon, su hija desvío la mirada y trato de mantener la calma, sabia que enfadarse no le hacía ningún bien, solo le generaba dolor de cabeza y ciertamente no valía la pena. Fue entonces que le dio pena aquel hombre, ponerse a la par de una adolescente no era algo muy maduro para su edad, así que trato de ignorarlo
—Elías—manifestó Jhon levantándose de su sitio—¿Podemos hablar a solas?
Elías observó la audacia de Jhon, no estaba acostumbrado a que le levantaran la voz, era él quien solía regañar, sermonear y castigar, pero en esta ocasión tuvo que guardar todas sus cartas, pensó que ya tendría ocasión de utilizarlas, así que simplemente asintió. En ese momento su empleado llego con la taza de té de Rose, se acercó y la dejo sobre una mesita al lado del sofá para que pudiera beber el brebaje con detenimiento pues estaba caliente.
Elías le invito a caminar afuera de la estancia, John siguió su indicación, pero antes de salir detrás de él, Elías echo un vistazo a la chica, su apariencia lo había impactado, pero había sido su sagacidad lo que le susurraba que tal vez sus suposiciones eran correctas, pero antes de confirmarlas, debia deshacerse de John Wilson.
Ambos caballeros caminaron fuera de la estancia hasta el recibidor, John giro hacia Elías al creer que estaban a una distancia considerable de donde se encontraba su hija, solo entonces tuvo valor de poder expresarle aquel hombre lo que había estado pensando todo ese rato.
—¿Qué m****a paso ahí adentro?—replico John mirando a Elías con suma molestia, Elías era unos cuantos centímetros más grande que él, por lo que tuvo que levantar la mirada hacia él, no obstante, Elías trato de mantener la calma, no valía la pena discutir con un hombre como el que tenía enfrente, para él, John ya no tenía valor como persona.
—Tienes demasiado consentida a tu hija—reclamo Elías con clara molestia.
—Esta enferma—le recordó John. Estaba comenzando arrepentirse de todo eso, Elías no parecía ser una persona a la que podía fiar la vida de su hija, incluso creyó que hasta podía matarla de un coraje.
—Eso no justifica su mal carácter.
—Tú no entiendes lo difícil que ha sido para ella tener esa enfermedad, el tener que abandonar su hogar para venir a un país que no conoce y tu quieres enfrentarte a ella como si no fuera más que una chiquilla mal criada, no la conoces y no tienes derecho de hablar absolutamente nada de ella.
Se creó un silencio sepulcral, solo la lluvia y los truenos eran los únicos que rompían el silencio entre ambos hombres. Elías alzo ligeramente la ceja, analizando las palabras de John, efectivamente, no la conocía, pero ese inconveniente no había sido por su causa sino por culpa de él.
—Sígueme—le indico Elías encaminándose hacia las escaleras. John lo observo por unos instantes y luego giro hacia el pasillo que llevaba a donde se encontraba Rose, no quería dejarla sola, pero pensó que estaba mejor sola que mal acompañada por Elías.
Siguió los pasos de aquel tipo reflexionando en como soportaría dejar a su hija sola en un castillo como ese, junto a un hombre que parecía no entender a Rose. Subieron un par de escaleras hasta llegar a un pido muy alto, se podía ver el valle desde los grandes ventanales del castillo e incluso John diviso un pueblo no muy lejano.
—Es aquí— aviso Elías deteniéndose frente a una puerta, John lo miro con recelo, no sabia a que se suponía que tenía que ver.
—¿Qué hay detrás de esa puerta?
—Entra y lo verás por ti mismo— dijo invitando a John a inspeccionar el lugar, él avanzó un tanto nervioso, tomo la manija de la puerta y cuando esta cedió, Jhon vio una habitación acondicionada para una persona con ciertas necesidades.
Vio una gran cama que aunque tenía apariencia de ser una común y corriente, descubrió que era una cama especializada para pacientes como Rose, encima sobre la pared se podía ver un sistema de oxígeno y vacío, al lado también se podía ver un sistema de temperatura que mostraba la temperatura de la habitación, pero ya que la puerta estaba abierta, este había comenzado a parpadear indicando un cambio en el ambiente de la habitación.
John miro con asombro el indicador de humedad, el cual se encontraba al lado de un intercomunicador que Rose podía presionar si necesitaba ayuda. Elías había convertido una habitación de más de doscientos años, en una habitación de hospital con el equipo necesario para mantener a su hija con vida. Se sintió mal por haber discutido con Elías, él parecía estar cumpliendo su promesa, pero su orgullo le impidió retractarse de lo que le había dicho y en vez de eso se dedicó a inspeccionar la habitación esperando encontrar una falla para echárselo en cara.
Mientras tanto, Elías observo con atención como John examinaba la calidad de la habitacion, eso le decepciono un poco, ninguno de sus subordinados hubiese hecho algo semejante, nadie que lo conociera de verdad hubiera dudado de su trabajo, habia gastado mucho dinero para lograr que Jhon dejara la vida de su hija en sus manos y asi poner en marcha lo que tenia planeado para ella y para Jhon.
—¿Es suficiente para ti?—cuestiono Elias cruzandose de brazo y apoyandose contra el marco de la puerta.
Jhon habia inspeccionado todo, la cama, el sistema de goteo, las ventanas, las cuales ahora estaban completamente selladas, incluso el suelo y cuanto polvo habia acumulado. Él no encontro nada que pudiera reclamarle a Elias.
—Es suficiente para Rose—admitio muy a su pesar.
Elias torcio los labios para crear una ligera sonrisa, eso le basto para saber que John se iria una vez que su hija estviese instalada.
—Cuidare bien de tu hija y por lo que veo tambien terminare de criarla—señalo exhibiendo su mal genio.
—¿Que estas tratando de decirme?—cuestiono John—¿Qué no soy un buen padre?
—No, pero eres debil y esa una caracteristica que tu hija no necesita de ti, le mostrare que aun con su enfermedad puede valerse por si misma.
John resoplo tal y como lo haria un animal irritado, no podia decir nada en cuanto a la atencion medica que tendria su hija, pero si tenia mucho que decir respecto a la actitud de Elias, no le agradaba, habia dejado de hacerlo los ultimos minutos, pero al no tener otra opcion no tenia mas alternativa que dejar a Rose ahi.
—No sé que rayos te paso Elias—finalmente hablo rememorando al chico extranjero que habia conocido veinte años atras—no sé en quien rayos te has convertido, pero no voy a permitir que sigas insultandome con tu altaneria, este castillo puede ser tu hogar y puedes tener todo el dinero del mundo, pero mi respeto por ti es nulo y seguramente muchas personas tambien comparten la misma idea que yo.
Elias solto una carcajada y miro con desden a John, no penso que tuviera que quitarse la mascara de falsedad tan pronto.
—Sin duda eres una persona inteligente, por esa razon eres profesor ¿No es asi?—escupio envolviendo sus palabras con veneno de odio y rencor.
—¿Qué es lo que quieres realmente Elias?—cuestiono John observando en sus ojos y su postura la oscuridad que guardaba su alma.
—Siendo honesto, quiero que pages por haberme arrebatado a Emily—expresó sincerandose con John, él lo miro atonito.
—¿Y piensas tomar represalias en contra de mi hija?
—No, ella no tiene nada que ver con lo que paso hace mas de veinte años, ella solo es una victima de tu ineptitud como padre y la muerte de Emily fue el resultado de tu ineptitud como esposo, aunque legalmente eres su padre, no tienes el derecho y tampoco los recursos para cuidar de ella, asi que por eso estas aqui, a mis pies. ¿No es curioso como el destino no has traido a este momento?
—Estas loco. ¿Tu que sabes sobre mi vida? ¡No sabes absolutamente nada!—bramó Jhon Wilson, tal fue su enfado que su rostro comenzo a tornarse rojo de ira—cometi un error al traerla aqui, al pensar que despues de tantos años finalmente olvidarias las viejas rencillas.
—No, yo jamas olvido, asi como nunca olvide a Emily—manifestó Elias con severidad—pero si eres tan cobarde como supongo que lo eres, puedes irte, las puertas estan abiertas, llevate a tu hija y exponla al mundo, se el causante de su muerte por ser un incompetente. ¡Vamos! ¿Qué esperas?
John se quedó inmóvil ante el reto de Elías, estaba atado de manos y pies ante la idea de irse y llevarse a Rose, no podía hacerlo, ya no tenían a donde ir, John lo había dejado todo por esa oportunidad que Elías le había ofrecido a su hija, la opción de vivir.No le quedaba de otra más que poner la vida de Rose en sus manos y permitir que hiciera con él lo que deseara.—Ganaste. ¿Eso querías oír?—cuestiono John derrotado—¿Ahora qué es lo que quieres de mí?—No, aún no he ganado John, antes de verte caer te demostraré que el único dueño del corazón de Emily era yo y que el único recuerdo que ella dejó en vida también es mío.John frunció el ceño y negó con la cabeza.—Si le haces algo a mi hija...—¡A
Rose tuvo que admitir que su habitación era todo lo que alguien en su condición hubiese deseado, era grande y espaciosa, tenía una ventana amplia por la que se podía observar el atrio de la entrada y también descubrió que ese hombre también había equipado su habitación con todo lo necesario, al igual que una silla de ruedas nueva de última generación que le ayudaría a ser independiente, por una vez desde que había comenzado su pesadilla se sintió ligeramente libre, fue como respirar después de estar mucho tiempo debajo del agua. Una vez que Elías coloco su cuerpo sobre su cama, su padre se aproximó a ella y le atendió a como ella estaba acostumbrada. Cuando hizo todo eso Rose, se sintió más aliviada al pensar que tal vez se había equivocado respecto a Elías, aunque tenía un carácter de los mil demonios, al final y al cabo había hecho todo eso con tal de tenerla a salvo y mientras esos pensamientos se maquinaban en su mente, John estaba desolado. Su mente había comenz
Había pasado una semana desde la última vez que había visto a su padre, le habían dicho que había salido muy de madrugada para poder presentarse a su nuevo empleo y que al final había decidido no despedirse.Aquello la tomo por sorpresa, su padre no era así, pero después de todo él era un hombre dedicado, valiente y decidido, por lo que salir antes de lo previsto para llegar a su lugar de trabajo, adaptarse y tratar de comunicarse con los lugareños le iba a complicar las cosas, por lo que seguramente ese era el motivo por el que había decidido marcharse.Para Rose era un poco complicado adaptarse a su enfermera, Anca. La había observado trabajar, era buena en lo que hacía, pero no había dedicación en lo que hacía, Rose no podía sentir el amor que su padre le ofrecía cuando la atendía y eso le dolía bastante porque su enfermera le h
Todo aquel que noto su presencia solo pudo ver una chica débil que apenas podía sostenerse de pie, que llevaba en su mano una máquina a la que estaba conectada y que parecía necesitar para que el oxígeno no le faltara. Llevaba unas pantuflas y llevaba puesta una pijama azul, parecía una paciente que recién había salido de un hospital, pero a pesar de todo eso que indicaba que estaba enferma y que necesitaba ayuda, nadie la ayudo y tampoco se atrevieron a preguntarle la razón del porqué estaba ahí en medio de una fiesta llena de hombres y mujeres elegantes.Las gotas de sudor en su rostro comenzaban a ser evidentes y es que ella no había experimentado tanto dolor desde que le había diagnosticado la septicemia, su padre se había encargado de que ella no volviera a sufrir los estragos de su enfermedad, hasta ese momento en que había desaparecido de su vida.Se de
Entre lo que observaban a Elias con curiosidad, se encontraba Andrei Cornel, un hombre alto, de piel bronceada y de formidable musculatura, por su puesto, lo último era porque su trabajo requería fuerza, no por nada le llamaban "Macelar"Él, al igual que muchos hombres entre los presentes trabajaba para "Los corbii" un grupo que era controlado por la mafia del este, agrupamiento delictivo controlado por la familia Vasile, por lo tanto, Elias Mihai Vasile, quien era el último de aquella familia, no solo era el dueño de aquellas tierras, sino tambien de todos sus tratos sucios de Rumania del este-Andrei siguió a su jefe por la escalera, era su trabajo vigilarlo en todo momento, pero no exactamente para protegerlo, Elias era lo suficientemente capaz de desgarrar el cuello de un animal del bosque por su cuenta así que no lo necesitaba para proteger su espalda, sino más bien para evitar manchar su traje de sangre y otros fluidos corporales de ciertas víctimas. Elías ya había
—¿Conseguiste lo que se te pidió?—cuestiono Andrei en un tono severo. Anca, la enfermera que había estado cuidando a Rose, se movió entre el lugar que había sido su habitación la última semana, se dirigió hasta el pequeño refrigerador, de ahí saco una caja que contenía varias muestras de sangre, todas por supuesto de la paciente que había atendido.Dio media vuelta y entrego la caja, con evidente temor en su cuerpo, las manos le temblaban y también le sudaban. Andrei tomo la caja y la observo por un instante, alzo la ceja no muy complacido.—Tus servicios ya no serán requeridos—le informo con cierto resentimiento, nadie que realmente conociera a su jefe se atrevería hacer una estupidez semejante, sabiendo que cualquier error podía costarle la vida.—Por favor, usted sabe como es esto, un paciente como ella es difíci
Elías volvió a la celebración, no era su estilo irse de ese modo, al menos no con una chica en sus brazos en medio de una fiesta, no si esa chica no iba a follar con él, pero en este caso debia mantenerse al margen. Aunque Rose lograba evocar viejas memorias y extraños sentimientos en su interior, su moral era mucho mas poderosa que su entrepierna. Al volver al salón, algunas miradas se posaron en él, en especial miradas femeninas que lo deseaban no solo por su atractivo, sino por su cuantiosa fortuna. Elías poseía mucho más dinero del que podía gastar, no tenía esposa y tenía fama de libidinoso, así que toda mujer bella, con buenas curvas era una potencial amante, pero de entre todas esas miradas estaba una en especial, Nicoleta. Aquella mujer que lucia un espectacular vestido negro, noto a Elias del otro lado del salon, pero cuando sus miradas se cruzaron, ella lo ignoro. Elías había tenido cierto romance con ella, lo habia tenido los ultimos cinco años, pero
Elías se sintió un tanto decepcionado de no tener con quien pasarla esa noche, Nicoleta se había encargado de arruinarle su ánimo, así que únicamente se dedicó a beber y a entablar unas cuantas conversaciones referentes al trabajo, los cargamentos de armas ilegales que llegarían al país esa semana y también sobre el negocio del club clandestino del cual disponía en la capital y al que asistían muchas personalidades de la política. Para cuando termino la velada, Elías se sentía un tanto mareado, pero no indispuesto para tratar de conseguir una dama antes de que todo el mundo se fuera. Entre ellas se encontraba una joven notable a la cual ya le había puesto ojo semanas antes. Dorotea, ese era su nombre, era una joven esbelta, pero con buenos pechos, redondos y grandes, además con un buen trasero, por lo demás no le importaba. El único inconveniente era que su padre era su socio y por alguna razón él le tenía prohibido hablar con Elías. Por supuesto, él respetaba