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Capitulo 30 ¡Eh, qué cobarde, muchacho!

Por un momento me hace creer que va a hablar, pero luego me sorprende.

Se levanta y con su actitud me doy cuenta de que he sido una más, qué tonta, si por un momento pensé que él era diferente, claro que no; camina hacia mí, se detiene a mi lado, parece que se va a ir, qué tonta he sido, sólo quería aprovecharse de mí, dejarme confundida y ahora que lo he puesto contra la pared, ni siquiera se molesta en retarme.

Es más fácil irse, después de todo, tiene a Julián para consolarlo.

Y cuando menos me lo espero, me coge por sorpresa cerrando la puerta con una mano, con la otra me coloca contra la pared y se apodera de mis labios, todo sucede tan rápido y lo siguiente que sé es que estoy rendida a ese beso.

Sus labios son mi perdición, en el mismo instante mi cuerpo responde a la ferocidad de nuestro beso, lengua que busca lengua, deseo, sed, pasión, lujuria, una mezcla de todo.

Aprieta su cuerpo contra el mío, nos atrae el más puro y verdadero deseo de más. Su ansia, su deseo, me flexi
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